12 sonets de 500 anys

12 sonets de 500 anys

Pere Casaldàliga



A las tres carabelas

Palomas de la fiebre de Moguer,
tan dulces en la boca vuestros nombres,
niñas las tres violadas por los hombres
del oro y de la sangre y del poder.

Calzabais horizonte y aventura,
volviéndole la página a la Historia.
Pero al azar de vuestra trayectoria
la mar se inundaría de amargura.

El grito de Pinzón hirió la tierra
y el vuelo del quetzal dejó varado
y puso a la subasta nuestra suerte.

Palomas mensajeras de la guerra,
detrás de vuestros sueños han llegado
todas las carabelas de la muerte.


A Cristóbal Colón o Colombo o Colom

La mar era más ancha que Castilla
y el finis terrae no era la verdad.
Mejor que tu ambición soñó tu quilla
y abrió los muros de la Humanidad.

No fue misión de España ni de Roma:
nos encontraste por casualidad.
(Armada ya la paz de tu paloma
contra la paz de nuestra libertad).

Tierras, tesoros, vidas, de un acaso,
perdido nos hallaste y nos vendías,
Cristóbal, ¿de qué Cristo portador?

El Nuevo Mundo te salía al paso,
mientras buscabas sólo especiarías,
sirviendo, sin saberlo, a un Rey mayor.


Al conquistador anónimo

Cierzo y candil, tocino y vino rancios,
tu geografía te encuadraba en tres
todos los altercados y cansancios:
la plaza, la bodega y el ciprés.

Pastor de puercos, plantador de esperas,
ahito de servir o de soñar,
de pronto se te abrieron las fronteras
y te sentiste dueño de la mar.

Venías para el rey, por la fortuna,
perdones y oro codiciando a una,
héroe y bandido mitad por mitad.

Pobre traído para matar pobres,
dejabas, entre lágrimas salobres,
conquistas de embarazos y orfandad.


A la madre anónima

Madre de hijos hechos a la lumbre
y de hijos impuestos por acoso,
somos la despoblada muchedumbre
de tu amor y tu vientre sin reposo.

Molías las palabras y el maíz,
trenzabas los caminos y las palmas.
Indios, negros, mestizos, tu matriz
nos ha dado los cuerpos y las almas.

Guarda tu soledad nuestros despojos
y en el claro de luna de tus ojos
el horizonte irrenunciable vemos.

También bendita entre las mujeres,
no tienes nombre, madre, pero eres
la América que somos y seremos.


A Antonio de Valdivieso

Llenos de unción y libertad tus labios,
repletas de oro y de terror sus arcas,
Pedrarias o Somoza los tetrarcas,
y tú y tu Pueblo frente a sus agravios.

Pastor, espejo claro de pastores,
que el óleo de Las Casas ha bruñido,
un pueblo nuevo vela, estremecido,
la herencia de tus huesos redentores.

Pastor de Nicaragua, todavía
necesitamos hoy tu parresía
contra el Imperio o en la Iglesia ausente.

Primer ocote de la Iglesia alerta,
rosa de sangre pastoral abierta
en el costado azul del Continente.


Al negro anónimo

Los labios gruesos del amor y el canto
no besarán más la tierra amada.
Toda la sal del mar sería llanto;
sólo muerte y exilio, la mirada.

La argolla y la blasfemia del cauterio
cancelaron tu paz, tu Dios, tu gente.
En las blancas razones del imperio
tú no eras, servías solamente.

Pero llevabas Africa en la entraña
y hacías tuya toda patria extraña
y siempre algún tambor salvó tu hora.

Carbón de libertad, diamante duro,
arde en tu sangre el fuego del futuro
hacia la prohibida negra aurora.


Al indio anónimo

Eras tierra, pasión, memoria, mito,
culto en la danza y fiesta en el sustento.
Pero ellos te imputaron el delito
de ser otro y ser libre como el viento.

Te hicieron colectivo anonimato
sin rostro, sin historia, sin futuro,
vitrina de museo, folclor barato,
rebelde muerto o salvaje puro.

Y, sin embargo, sigues siendo, hermano,
ojos-acecho al sol del altiplano,
huesos-murallas en los tercos Andes,

raíces-pies en la floresta airada,
sobreviviente sangre congregada
por todo el cuerpo de la Patria Grande.


Al misionero anónimo

Quizás no daba más tu teología,
del Reino y de un imperio servidor,
salvar y conquistar la paganía,
cruzado entre las armas y el Amor.

La espada tu Evangelio desmentía,
los yelmos apagaban tu fervor,
¡la mucha sangre de tu Eucaristía
no era sólo la sangre del Señor!

¿Pudo la Pascua hacernos gente esclava?
¿Qué nueva libertad nos liberaba
en las violentas aguas del Bautismo?

¿Qué paz traían tus atadas manos?
¿Hacía de verdad hijos y hermanos
el Padre Nuestro de tu catecismo?


A Bartolomé de Las Casas

Los Pobres te han jugado la partida
de una Iglesia mayor, de un Dios más cierto:
contra el bautismo sobre el indio muerto
el bautismo primero de la vida.

Encomendero de la Buena Nueva,
la Corte y Salamanca has emplazado.
Y ese tu corazón apasionado
quinientos años de testigo lleva.

Quinientos años van a ser, vidente,
y hoy más que nunca ruge el Continente
como un volcán de heridas y de brasas.

¡Vuelve a enseñarnos a evangelizar,
libre de carabelas todo el mar,
santo padre de América, Las Casas!



A Moctezuma

Dioses por dioses, sin piedad trocaban;
madres por viudas, reyes por vasallos.
La muerte cabalgaba en sus caballos.
Sus cruces y sus preces blasfemaban.

No «fue Dios quien les dio tanta victoria».
No andaba Dios metido en sus degüellos.
Menos que maceguales todos ellos,
quemaron con sus naves su memoria.

Y basta ya de imperios y de oro.
Sea el maíz el único tesoro
y soberano el Pueblo y ley la Vida.

Libre la sangre en las banderas rojas,
verás reverdecer piedras y hojas,
Tenochtitlán verá la amanecida.


Al pirata anónimo

Codicia de codicia de codicia
en el banco mundial del mar abierto,
cerrado el corazón a la justicia,
reacio a toda luz el ojo tuerto.

La muerte por blasón y la ictericia
del oro por salud, en el acierto
de cuentas entre imperios tu pericia
de ladrón de ladrones gana el puerto.

Lobo transnacional, vampiro inmundo
de nuestra sange para el Primer Mundo
y entre escollos de lucro zahorí,

mercenario del dios de la galerna,
tatarabuelo de la Deuda Externa,
antepasado del F M I.


Soneto libre a la Patria Grande

Y serás tú, por fin, la Patria Grande,
india, negra, criolla, libre, nuestra,
un Continente de fraternos Pueblos,
del Río Bravo hasta la Patagonia.

Banqueros, dictadores y oligarcas
engrosarán el polvo del olvido.
No pagarás la deuda que te hicieron.
No aceptarás más multinacionales

que Dios, la paz, el mar, el sol, la vida.
Despertarás los huesos de tus santos
y los arbolarás en pie de Historia.

Serás un parto de utopías ciertas
y el canto de tus bocas hermanadas
enseñará la dignidad al Mundo.