América insurrecta

               Pablo Neruda

 

Nuestra tierra, ancha tierra, soledades,

se pobló de rumores, brazos, bocas.

Una callada sílaba iba ardiendo,

congregando la rosa clandestina,

hasta que las praderas trepidaron

cubiertas de metales y galopes.

 

Fue dura la verdad como un arado.

 

Rompió la tierra, estableció el deseo,

hundió sus propagandas germinales

y nació en la secreta primavera.

Fue callada su flor, fue rechazada

su reunión de luz, fue combatida

la levadura colectiva, el beso

de las banderas escondidas,

pero surgió rompiendo las paredes,

apartando las cárceles del suelo.

 

El pueblo oscuro fue su copa,

recibió la substancia rechazada,

la propagó en los límites marítimos,

la machacó en morteros indomables.

Y salió con las páginas golpeadas

y con la primavera en el camino.

Hora de ayer, hora de mediodía,

hora de hoy otra vez, hora esperada

entre el minuto muerto y el que nace,

en la erizada edad de la mentira.

 

Patria, naciste de los leñadores,

de hijos sin bautizar, de carpinteros,

de los que dieron como un ave extraña

una gota de sangre voladora,

y hoy nacerás de nuevo duramente

desde donde el traidor y el carcelero

te creen para siempre sumergida.

 

Hoy nacerás del pueblo como entonces.

 

Hoy saldrás del carbón y del rocío.

Hoy llegarás a sacudir las puertas

con manos maltratadas,con pedazos

de alma sobreviviente, con racimos

de miradas que no extinguió la muerte,

con herramientas hurañas

armadas bajo los harapos.