África: esclava de la mentira y el ocultamiento

Africa en los medios de comunicación

Teresa Okure, SHCJ


La comunicación pasa información de una parte a otra. Lo que se comunica depende ampliamente de la intención del comunicador y de la respuesta que trata de conseguir de su audiencia. La edición de este año de la Agenda Latinoamericana Mundial trata de promover la comunicación que pueda ayudar a hacer surgir una nueva Humanidad. La ausencia de África en el mundo de los medios de comunicación es parte de la preocupación. El principal problema de Africa en cuanto a los medios puede no ser la inadecuada atención que se le presta, aunque las razones para esta omisión varían. Si uno deja de comer un día, no va a morir de inanición. Al contrario, uno puede morir simplemente por tomar un alimento envenenado una sola vez. «Publicar o perecer» y «Publicar y perecer» son dichos comunes entre los científicos. Si un científico no publica, desaparece en el mundo académico; si publica obras sin sustancia, también se arriesga a destruir su reputación como científico.

¿Qué luz arrojan estas observaciones sobre la situación de África en el mundo de los medios? Es verdad: África padece una falta de comunicación por algunos medios que no muestran ningún interés por sus asuntos. Para tales medios, África es «un continente olvidado». Sin embargo, el mayor daño que se le puede hacer a África no es el desinterés de los medios. Un antiguo historiador dijo una vez que «sobre Cartago, es mejor no decir nada, que decir demasiado poco». No hay palabras para describir la majestuosa belleza del Africa antigua. Es mejor contemplarla en silencio, que tratar de describirla inadecuadamente. Algunos medios ignoran África porque tienen poco o ningún interés en este vasto, complejo y dinámico continente. Donde esta «ignorancia» no es culpable, la laguna puede ser llenada fácilmente. África sufre más por información distorsionada sobre ella, que por ser ignorada por los medios. Como la persona que deja de comer un día, África no puede morir por esa falta de comunicación, sobre todo si esa falta no es deliberada. Pero es masacrada diariamente por la pobre imagen que se proyecta de ella.

Al ser Nigeria el «Gigante de África» (uno de cada cinco africanos es nigeriano) naturalmente carga con la mayor parte de esta mala imagen de África. Una vez, un amigo me preguntó si la BBC, por ejemplo, tiene un contrato especial para sacar a Nigeria en sus medios, añadiendo que si un día la BBC no encuentra algo malo que decir sobre África o sobre Nigeria en particular, ese día la BBC no tiene motivos para salir al aire. El programa «Foco sobre África» de la BBC, con sus «Cartas desde África» presenta un continente lleno de gente de baja inteligencia. La manera infantil como son presentadas las entrevistas colabora a ello.

Recuerdo aquí mis anteriores visiones sobre África en los medios occidentales (en un artículo, «África, continente mártir. Esperanza de una Nueva Humanidad», Concilium enero 2004). En pocas palabras, los medios occidentales parecen deleitarse presentando África como el abanderado de todos los males, y, más recientemente, como el símbolo del SIDA. Incluso las enfermedades que se originan en Occidente reciben nombres africanos (por ejemplo: el «virus del Nilo»). Supuestamente África es el continente más subdesarrolado, el hogar de los países más pobres y más endeudados del mundo. Las estadísticas occidentales informan que el 90% (si no más) de la población mundial enferma de SIDA están en Africa subsahariana. Los turistas vienen a ver las víctimas del SIDA como en otro tiempo vinieron a ver serpientes, animales salvajes o pueblos primitivos desnudos en sus chozas.

En minutos, uno puede escuchar estadísticas contradictorias sobre África, de la BBC (por ejemplo, que «38 millones de africanos» mueren de inanición), y de la Voz de América (que da la cifra de «40 millones»). ¿De quién son las estadísticas correctas, y qué dicen esas estadísticas sobre África? Irónicamente, estas estadísticas contradictorias fueron dadas el mismo día en que se informaba que se iba a producir un espectacular eclipse de sol en la frontera de Zimbawe, un fenómeno que atrajo decenas de miles de personas al lugar. Fue como si la naturaleza quisiera que la gente viera una imagen diferente de África, hogar de la belleza de la naturaleza y de las maravillosas obras de Dios.

Hoy día, un estudioso africano difícilmente es tomado en serio por una audiencia occidental si habla de África sin mencionar el flagelo del SIDA. En un encuentro de la Asociación Internacional de Misiologistas Católicos en Bolivia el pasado octubre, a cada continente se le pidió que hiciera una presentación sobre el tema general «Diversidad de los lenguajes teológicos». El misionero de nairobi que hizo la presentación de África se centró en el SIDA, sisteniendo que los africanos niegan y temen la muerte. Urgió a los africanos a contrarrestar su innato temor a la muerte con la teología del misterio pascual. Naturalmente, esa presentación angustió a los pocos africanos presentes en el encuentro, como un cuadro que no sólo era una generalización, sino una aboluta distorsión de las creencias africanas. La presentación se desvió completamente del tema del encuentro, la diversidad de lenguajes teológicos en los que África es muy rica, y saltó al tema de la muerte. La creencia en la otra vida es innata en el África Negra. Las tumbas de los Faraones, las pirámides, diseñadas para ellos como una digna morada en la vida después de la muerte, elaboró ceremonias funerarias, y el imperecedero culto a los ancestros testimonian ulteriormente esta creencia. La visión africana del mundo de la comunidad abarca a los vivos, a los muertos vivientes, y a aquellos que todavía no han nacido.

La propaganda de los medios respecto a África como un continente primitivo y desvalido continúa imbatida, de muchas maneras. Lamentablemente, este negativo discurso sobre África ha sido internalizado y asimilado por algunos africanos, a su pesar. El placer de escuchar la propia voz en las ondas, con frecuencia lleva a algunos a recorrer el continente con tal de conseguir una voz en los medios. Y esa falsificada imagen no beneficia ni a los africanos ni a la diversificada audiencia que escucha tales emisiones. El negativo discurso sobre África en los medios está siendo tratado como si no tuviera consecuencias, y la supresión de información positiva daña a todas las partes, no sólo a África. Esto es especialmente verdadero respectro a aquellos que nunca han puesto un pie en suelo africano y dependen únicamene de los medios de comunicación para conocer este Continente. Este punto es con frecuencia olvidado. La justicia (verdad en las relaciones) para con la Humanidad, no sólo para con África, exige que la verdad liberadora sea dicha respecto a África, pues en esta materia, aquellos que toman el alimento envenenado son los que consumen y asimilan la información distorsionada por los medios. A veces, cuando esas personas encuentran a africanos reales, tienen dificultades serias para reconciliar aquella realidad con la falsa imagen del africano. La relación sufre en tales encuentros, hasta que se rompen los prejuicios y las personas concernidas descubren la realidad negada o falseada. Lo mismo ocurre en su primera visita a África, cuando descubren que el continente no es tan «primitivo» como ellos fueron inducidos a pensar. Al contrario, con frecuencia disfrutan al descubrir que África es muy superior a Occidente en muchos aspectos: su humanidad, hospitalidad, sentido común, inacabable humor, flexibilidad, capacidad de perdón y compasión, dones todos ellos de los que la humanidad actualmente está bien necesitada.

Una nueva canción para Africa: una nueva Humanidad

Para los africanos, las palabras no son neutras. Ellas hacen lo que dicen. El continuo llamar a África como una tierra de enfermedades, pobreza, corrupción y miseria, equivale a una opresión perpetua. Ha llegado la hora de cantarle a África un canto nuevo, de rechazar aquellas voces que sólo pueden hablar de las calamidades de África incluso cuando quieren hablar bien de África. No se puede prescribir una completa cura de una enfermedad sin atacar sus causas. Para detener la diaria masacre de África en los medios de comunicación, es absolutamente necesario identificar a los responsables y las razones que les llevan a ello. Detrás de la falsa propaganda una siente que hay un gran miedo a que si se dice la verdad sobre África ello podría llevar a una radical revisión de posiciones, supuestos y creencias sobre África, y en algunos casos esto podría requerir compensar a África. Pero la falta de verdad no beneficia a nadie, ni a los que mienten ni a aquellos a quienes se les miente. Pertenecemos juntos a la familia humana. Lo que afecta a un individuo o a una nación afecta a la entera familia humana. Si una persona es super-rica y otra vive en la extrema pobreza, el desequilibrio afecta a todos, pues ninguno resulta ser auténticamente humano.

La imagen de África en los medios llama al mundo a un autoexamen. Si África es un «oscuro continente» quienes están en esa oscuridad necesitan revisar su esquema de colores, dad que África es la tierra de flores, fauna y flora de extraordinarios colores, una tierra de gente morena, sonriente y feliz. Si África es el continente olvidado, el peso de este recuerdo recae sobre aquellos que la olvidan, de forma que ellos también puedan crecer en conocimiento liberador. Si la imagen y los recursos de África son distorsionados en los medios, tales medios necesitan cambiar sus métodos, por su propio bien e integridad.

África ofrece al resto del mundo su vibrante existencia, su humanidad, su perdón, su compasión, su sentido de hospitalidad y sus muchos otros valores evangélicos innatos. La verdad libera y proporciona nueva energía para vivir. La existencia de África es una invitación a la comunidad mundial para reexaminar su actitud, hacer un repaso de su memoria, emprender una purificación, reavivar su sentido de verdad y justicia en favor de su propia autoliberación, en primer lugar. Que el mundo sea sincero y verdadero respecto al conocimiento de África. Que recuerde los incalculables lucros que ha extraído y continúa extrayendo de África, la cuna de la humanidad, de la ciencia y de la religión organizada, desde tiempos inmemoriales. Que quede claro entonces que el mundo no gana nada con ignorar este continente, raíz de su propio origen, masacrándolo diariamente en los medios y alimentando a la gente con una información distorsionada.

La verdad nos hace libres. También le hace a uno sentirse bien por dentro y da energía positiba. La persona racista, como la sexista, es su propia víctima (víctima del racismo o del sexismo respectivamente). Si el mundo está verdaderamente interesado en conocer y en decir la verdad sobre África y su relación con ella (económica, política y moralmente), compondrá una nueva canción para el continente. Las canciones revelan algo de sus compositores. Que los medios compongan nuevas canciones para África como un signo de su renovada conciencia y deseo de crecer con África hacia una nueva Humanidad. El mundo mismo se beneficiará de ello, por la verdad que libera. África posee esta verdad, para que el mundo haga resonar su poesía –no sus elegías- en los medios de comunicación mundiales. Cuando esto ocurra, el mundo dejará de utilizar el estereotipo de que en África todo es malo y diabólico. Entonces, el viejo adagio «¿Puede algo bueno venir de África?» dejará paso a uno nuevo: «¿Qué hay bueno para la Humanidad, que no venga de África?».