ESPERAR HACIENDO, BUSCAR JUNTOS/AS, SOÑAR DESDE UN TODO
AGOSTINA SALERNO
UNA FORMA DE NOVIOLENCIA ACTIVA ENTRE LOS JÓVENES
Mis palabras están atravesadas por la experiencia de voluntariado que estoy realizando en el conurbano bonaerense, Florencio Varela, Argentina. Pisando esta tierra, caminando este barrio, sintiendo estos dolores, habitando el cordón de exclusión de la capital de este país.
Juventudes, diferentes expresiones de ella, según la clase, el territorio, las accesibilidades, las búsquedas, las posibilidades, las crianzas, los entornos, los puntos de partida, la región dónde se encuentran. ¿Cuántas juventudes para cuántas realidades?
El contexto social, político, cultural y económico de nuestra patria se agudiza y nos arroja a una tragedia colectiva en la que nuestros gobernantes nos arrebatan derechos de educación, salud, trabajo
y acceso a la cultura. En los sectores populares, la vulneración de derechos golpea más fuerte, retrocediendo años, y acrecentando la lucha por un plato de comida diario. Los comedores se saturan por familias queriendo llegar a buscar el alimento que revive. La increencia en un Estado presente se hace latente, y entonces las estrategias comunitarias, silenciosas, barriales, se hacen más fuertes, dejando de confiar y apostar por un Estado para la gente, que velozmente se esfuma.
Las juventudes de los barrios sostienen como pueden sus estudios universitarios, mientras la universidad pública y gratuita va desapareciendo, mientras acompañan y se hacen cargo de sus familias, mientras apuestan por el servicio en la iglesia, donde se refugian y se conectan. ¿Cómo decirle a nuestros niños/as de los barrios que todavía pueden soñar en una sociedad que rompe las ventanas de las utopías? ¿Cómo sostenernos entre las juventudes, si apenas podemos permanecer en nuestros sueños personales?
Cuando la vida misionera, la experiencia en diferentes iglesias, la participación en espacios comunitarios, las trayectorias profesionales en humanidades, y la formación-aprendizaje con otros, te lleva a tomar contacto real y cercano con los preferidos de Jesús, los más pobres que el sistema produce, el proyecto personal y surge la pregunta: ¿Cuál es mi misión en este mundo? El compromiso se torna colectivo y el corazón se llena de nombres.
La realidad cambiante y desafiante te arraiga en un compromiso ético, espiritual y político que no deja de sorprenderte en el camino, preguntándote cómo poder incidir de manera no-violenta, pero a la vez subversiva y revolucionaria en pleno siglo XXI, en la era de la individualidad, rapidez, ideales vacíos y colonialismo resucitado. ¿A dónde hemos llegado que nuestra Casa Común y nuestros hermanos
pasan desapercibidos? Los jóvenes no estamos ajenos a esta sociedad del sálvese quien pueda, totalmente alejada de la propuesta de Jesús de contribuir a crear el Reino de Dios, haciendo juntos una nueva humanidad, donde el Amor sea el hilo conductor, donde la deshumanización ni se asome ni se nombre.
¿Es posible ir en contramano, hacer y ser el Evangelio desde lo cotidiano, desde nuestro lugar de estudiante o profesional, para que seamos más jóvenes conmovidos por las realidades? ¿Cómo podemos promover que más jóvenes se interpelen por las injusticias? ¿Desde dónde movilizarnos?
¿Cómo entregar nuestra vida al servicio de los pueblos? ¿Cómo llevar el mensaje de Jesús en nuestro presente?
El Dios comunitario que se vive en el trabajo pastoral, en el amasado de las relaciones entre vecinos/as, en la tarea artesanal de la organización, en el refugio espiritual de los encuentros que dan vida, nos ayuda a visualizar cada vez más que se crece en comunidad, se camina con otros, se decide juntos o no se vive, ni se sobrevive. Las resistencias cotidianas son nuestro amuleto fuerte para permanecer y no claudicar. La cercanía, con la escucha activa y la ternura deslumbrante, en los gestos inesperados, son la práctica política que asumimos, y que desafía a las lógicas mercantiles, funcionales y utilitaristas que marcan las relaciones actuales.
Las juventudes tenemos la enorme tarea de generar otros sistemas y estructuras posibles, saludables,
horizontales, humanas, encarnadas en el dolor, clamor y emergencias que nuestros hermanos nos gritan. Es nuestra responsabilidad como generación tarea de tantos y tantas luchadores por la defensa
de los derechos humanos, las denuncias de los crímenes en contra de nuestra madre tierra, y la promoción de perspectivas de género y la promoción de una ecología integral. Es nuestro compromiso
que abracemos con amor, dedicación y convicción el mundo que todavía queremos habitar y hacer habitable. ¿Cómo permanecer en una espera activa? La realidad nos demanda y nos exhorta a seguir formándonos, a ampliar nuestras redes de alianzas, comunión, y vinculación, a generar debates continuos y a unirnos con los de abajo, con los sujetos que acompañamos y desde la iglesia en salida que tanto se proclama, para llegar a más juventudes, a más voces y a más sueños. En la desesperanza, en la tristeza más larga y en las crisis que los medios de comunicación no dejan de alarmar, se renueva nuestro SÍ para cambiar los rumbos. En esta espera, que a veces parece interminable, nuestras manos se entrelazan para bordar, para escribir, para construir otro mañana que nos aloje.
ENTREVISTA A JULIA ASSANGE EN 2011 (extracto)
-Y por último Julian, ¿a quién consideras como tu enemigo número uno?
-Nuestro enemigo número uno es la ignorancia. Y creo que es el enemigo número uno de todos nosotros.
No entender lo que realmente está sucediendo en el mundo porque entonces empezarías a comprender que puedes tomar decisiones efectivas y hacer planes efectivos. No obstante, la pregunta es, ¿quién está promoviendo la ignorancia? Pues aquellas organizaciones que intentan mantener las cosas en secreto y aquellas que distorsionan la verdadera información para convertirla en falsa, para tergiversarla. En esta última categoría están los malos medios de comunicación. Realmente creo que, en general, los medios de comunicación son muy malos y que tenemos que cuestionarnos si el mundo no estaría mejor sin todos ellos. Claro que hay periodistas muy buenos, con muchos de los cuales trabajamos, así como con algunas organizaciones de medios excelentes, pero la gran mayoría son nefastos. Distorsionan de tal manera como es realmente el mundo que el resultado es el que vemos... guerras y gobiernos corruptos que se mantienen.
Una de las cosas esperanzadoras que he descubierto es que casi todas las guerras que se han iniciado en los últimos cincuenta años lo han hecho como resultado de las mentiras de los medios de comunicación.
Y los medios, si hubieran profundizado lo suficiente en vez de reproducir la propaganda del gobierno, las habrían podido evitar. ¿Qué significa eso? Básicamente que a las poblaciones no les gustan las guerras y que tienen que ser engañadas para aceptarlas. Las poblaciones no entran a la guerra de manera voluntaria y con los ojos abiertos.
Así pues, si tenemos un buen entorno de medios de comunicación, entonces también tendremos un entorno pacífico.