Bolivia: la constitución política del Vivir Bien

Bolivia: la constitución política del Vivir Bien

Álvaro García Linerar


Bolivia es un país que está aprendiendo a aceptarse a sí mismo después de siglos de negación del colonialismo que nos enseñó a sentir vergüenza por nuestra diversidad. Durante demasiado tiempo los que se encumbraron en el poder nos hicieron creer que el ser indios era la mayor desgracia de esta tierra. Cuando los primeros colonizadores nos explotaban, se preguntaban si teníamos almas, y en la República, nos consideraban como pueblos necesitados de patrones para vivir mientras nos imponían relaciones serviles, incluso en los años 70’s , a algún dictador se le ocurrió la idea de traer africanos blancos para «mejorar la raza», poniendo de manifiesto que el colonialismo se había desplegado como la forma de dominación permanente hacia la mayoría plurinacional de Bolivia.

Nuestro país, a diferencia de los vecinos latinoamericanos, se constituyó en medio del miedo de los colonizadores -primero criollos, luego republicanos- a tanta identidad india que los rodeaba. Por eso tras el levantamiento de Tupak Katari (1780) vivirían con el trauma histórico del cerco a las ciudades, y a partir de la Guerra Federal (1899) asumirían como enemigo permanente a los pueblos indios, generalizando la exclusión para evitar cualquier tentación democrática.

Es así que durante las grandes guerras nacionales que tuvimos con los países vecinos -que las perdimos todas- fueron los pueblos indígena-originario-campesinos, los que como «carne de cañón» estuvieron al frente de las batallas defendiendo un país del que no se sentían parte y en el que no habían sido convocados a participar. Y, sin embargo, fueron en esos espacios, en los que la diversidad de un país plurinacional se encontró y se reconoció como tal, en donde se empezaron a gestar los movimientos sociales que cambiarían Bolivia.

La historia de Bolivia está plagada de dictaduras militares y democracias excluyentes, que únicamente expresaban la estructura señorial de una sociedad que jamás quiso verse en el espejo de su realidad, y vivió de cara al Primer Mundo, copiando, imitando y sirviendo los intereses de esos países, con la complicidad del poder local.

Los pueblos indígena-originario-campesinos -la gran mayoría del país- sólo presenciaron el cambio de rostro de los patrones en los diferentes momentos de la historia; incluso los sectores progresistas, antes que reconocerlos como protagonistas, los hicieron objeto de paternalismo y asistencialismo, expresiones del colonialismo.

Por eso, las guerras internas fueron las más -comunes en esta sociedad señorial que se defendía de sí misma frente al cerco indio. Sin embargo, lo indígena--originario-campesino con los años tejía redes sociales cada vez más extensas y precisaba cada vez de mejor manera la demanda de construir un nuevo país. Los pueblos asumían que la resistencia era parte de su propuesta histórica, y mientras eran más reprimidos, más se reconocían a sí mismos en su identidad, se afirmaban en su relación armoniosa entre ellos como comunidad y con la naturaleza, y más se diferenciaban de quienes tenían como política el odio, la codicia y el desprecio racista.

En ese sentido, la represión y el olvido como acción civilizatoria violenta tuvieron como respuesta la propuesta de aprender a Vivir Bien, de no dejar de luchar contra la opresión y la servidumbre, pero sin pensar igual que los opresores, sin odiar, discriminar, envidiar y sobre todo sin explotar el trabajo del otro. Se trataba de pensar y vivir una propuesta civilizatoria completamente diferente, que haga al ser humano comunidad y al mismo tiempo complementario con la naturaleza.

De ahí que las grandes batallas que libraron los movimientos sociales contra el neoliberalismo se convirtieran en referentes históricos del país y del continente por la defensa de los recursos naturales y de la vida. La guerra del agua en Cochabamba, la guerra del gas en El Alto y los innumerables cercos indígena-originario-campesinos generarían el contexto para el derrumbe neoliberal y la posibilidad histórica de una nueva época.

La elección de Evo Morales como Presidente significó un quiebre histórico en la historia boliviana y latinoamericana. Por primera vez, las mayorías votaron por uno de ellos, se arriesgaron a soltarse de padrinazgos y señoríos para atreverse a construir un mundo diferente. Por eso una de las primeras medidas asumidas por el nuevo gobierno, fue precisamente la de convocar a una Asamblea Constituyente que definiera los horizontes del nuevo país. Una Asamblea que por primera vez reuniera a los representantes de la plurinacionalidad boliviana, pero al mismo tiempo a aquellas minorías que durante décadas nos habían gobernado.

La mayoría de la plurinacionalidad tuvo todo un proceso de encuentro cuando cada uno de los asambleístas se vio en el reto de conciliar los mandatos locales que recibió con la perspectiva de construir una visión de país para Bolivia. Este fue el momento fundacional, el de la diversidad empezando a tejer pedazos de historia para construir una nueva.

El Pacto de Unidad, que conglomeraba a las principales organizaciones indígena-originario-campesinas (CSUTCB, Bartolinas, CONAMAQ, CIDOB y APG), fundamentales en la lucha antineoliberal, también aportó sus propuestas y se hizo presente en la Asamblea Constituyente, no sólo con cerca de la mitad de asambleístas de la mayoría del MAS-IPSP, sino con una propuesta que claramente expuso que el suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble) expresan las utopías andino-amazónicas, que han sido una forma de vida comunitaria de resistencia al colonia-lismo, y que hoy se quieren rescatar como propuesta frente al mundo capitalista. Por siglos nuestros pueblos han sobrevivido en armonía con la Pachamama y con la comunidad, las utopías han sido parte de su vida, y ahora, al convertirse en el proyecto político de los pueblos indígenas, se hacen camino por andar dentro de la nueva historia.

La política del consenso así como la rotación de las responsabilidades son parte de la vida comunitaria. Así, a pesar del complot opositor, del racismo del que los propios asambleístas fueron víctimas, del destrozo de los bienes estatales, de la humillación de los campesinos en las calles; en definitiva, de la respuesta señorial a la propuesta comunitaria y de inclusión para el país, se aprobó la Constitución Política del Estado Plurinacional, asumiendo que somos parte de una historia republicana y liberal, pero incorporando el horizonte comunitario del Vivir Bien, a ser desplegado y realizado por las organizaciones sociales y el Estado Plurinacional. Se ha constitucionalizado el reconocimiento de nuestra identidad plurinacional que se encuentra estructuralmente ligada a esta utopía del Vivir Bien como realidad y como tarea.

A lo largo del texto constitucional se propone la convivencia entre estas dos maneras de entender el país. Junto a los derechos individuales que fueron un logro liberal de la Europa de la Revolución Francesa, y que han sido el parámetro del Constitucionalismo con el que se inauguraron nuestras repúblicas; se incluyen los derechos colectivos de los pueblos indígena-originario-campesinos, que tanta lucha y tanta sangre les han costado en el continente para finalmente poder ser reconocidos por las Naciones Unidas. Paradójicamente, Bolivia, un país que vivió de espaldas a su realidad y que desde sus clases dominantes se limitaba a copiar el marco legislativo del Primer Mundo -con el que vivimos la era republicana-, fue el primero en constitucionalizar ese logro histórico.

En relación a la justicia -que generalmente privilegió a los poderosos sobre los oprimidos- ahora se incorpora al ámbito constitucional, junto a la justicia ordinaria, aquella otra que siempre fue menospreciada, aunque también fue aprovechada por los colonialistas, cuando permitían a los pueblos usarla para resolver sus temas internos. Hoy la justicia de indios dejó de ser folklorismo para ser reconocimiento de formas diferentes y plurinacio-nales de mejorar la convivencia y solucionar los conflictos.

De la misma manera, la representación política de los pueblos indígena-originario-campesinos en los Órganos del Estado se constitucionalizó, y aunque muchos de esos espacios fueron posibles gracias a sus propios méritos en el marco de la equidad y la inclusión, también se han generado legalmente espacios de representación para que este país nunca más los deje de lado.

Las autonomías son otro gran tema que han permitido constitucionalizar el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas, porque ellos, que vivieron durante siglos subordinados y resistiendo, hoy tienen la posibilidad de reconstruirse territorialmente en el marco del Estado Plurinacional. Sin embargo, también deberán coexistir con los otros niveles de autonomía y, después de siglos de colonización, volver a inventar un mundo propio desde la identidad y la no dependencia.

Otro espacio fundamental en donde participan es el de la Economía Comunitaria que, en el marco de la Economía Plural reconocida por el Estado Plurinacional, implica el reconocimiento pleno de una economía de la vida que ha sobrevivido casi en la clandestinidad, permitiendo que los pueblos vivieran compartiendo la pobreza en la que los había sumido esa suerte de colonización permanente de las oligarquías. El gran reto es que el potenciamiento de esta economía desde la comunidad, sea una respuesta humana e histórica frente al capitalismo que además de ampliar intensivamente la explotación del trabajo, está exterminando los recursos del planeta.

Pero quizás lo más importante es que los pueblos indígena-originario-campesinos son parte incluyente del país y parte constituyente del Estado Plurinacional. «Evo Presidente» es la expresión histórica de este logro de la lucha de los pueblos y la posibilidad histórica para que todos los bolivianos/as tengan el legítimo derecho a soñar con una vida mejor. Estos pueblos indígenas son la vanguardia de la Revolución Democrática y Cultural que hoy construye un país para todos/as, pero que tiene como horizonte político de vida el Socialismo Comunitario, para hacer posible el Vivir Bien. Es un acto histórico de creación que sólo las revoluciones de nuestros pueblos son capaces de liberar.

 

Álvaro García Linera

Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, La Paz.