Comentarios sobre el FMI

Comentarios sobre el FMI

Noam Chomsky MIT


Queremos agradecer especialmente al autor

que haya querido participar en la Agenda Latinoamericana

enviándonos este análisis lúcido -como todos los suyos-,

sobre el que queremos llamar la atención de todos.

Aunque el orden mundial está marcado por continuidades manifiestas a través de períodos largos, ha habido cambios importantes durante los últimos 25 años. Uno de ellos es la rápida expansión del control de las corporaciones transnacionales (CTNs) sobre la economía internacional, en relación con el traslado de la producción al sector de bajos ingresos, con frecuencia marcado por una fuerte represión. Cada vez más, el comercio mundial se está convirtiendo en una forma de transacciones intraempresariales de administración centralizada, dentro de un sistema de mercantilismo corporativo, lo cual no es realmente «comercio», en el verdadero sentido de la palabra. El gigantesco aumento de un capital sin reglamentar y altamente móvil y especulativo contribuye aún más a un orden mundial que se caracteriza por ingresos bajos, crecimiento bajo, ganancias elevadas, desempleo masivo, inseguridad y controles represivos.

Estos factores van estableciendo la función de servicio de los tradicionales dominios occidentales y, también, están internacionalizando el patrón tercermundista de marcada polarización, donde las islas de gran riqueza y privilegio flotan en un océano de miseria. Las sociedades industriales ricas también evolucionan en la misma línea, con EEUU e Inglaterra a la cabeza, mientras la riqueza se concentra en unos pocos, los sueldos bajan, y una gran parte de la población resulta superflua, es decir, no sirve para producir ganancias, y por eso carece de derechos. Las políticas sociales están diseñadas para reforzar estas tendencias, sobre todo los llamados “acuerdos de libre comercio”, que en la realidad son acuerdos sobre los derechos de los inversionistas, junto a una mezcla de liberalización y proteccionismo para incrementar el poder de las CTNs.

Estas tendencias se han acentuado con el fin de la Guerra Fría, que, en efecto, devuelve a gran parte de la Europa Oriental al papel de zona tercermundista de servicio, proveyendo de recursos, mercados, oportunidades de inversión, mano de obra barata y otros servicios semejantes a la iniciativa privada de Oeste. En buena medida se puede entender la Guerra Fría como “un conflicto entre el Norte y el Sur”, único en su escala, pero, por otra parte, ejemplo típico de cómo los poderes hegemónicos reaccionan al intento de las zonas de servicio para buscar una ruta independiente. La historia de América Latina encierra muchas lecciones para el presente.

Una tendencia paralela es la erosión de una democracia significativa mientras el poder de tomar decisiones se reduce aún más al grupo del poder privado, absolutista, y que no rinde cuentas a nadie. Como ocurrió en el pasado, ahora que las CTNs dominan cada vez más la economía mundial, las estructuras gubernamentales se unen a los centros de poder. La principal revista mundial de negocios, el «Financial Times» de Londres, describe con acierto un creciente “gobierno mundial de facto” con sus propias instituciones: el FMI, el Banco Mundial, el G-7, el GATT (al cual ya podemos incluir en la nueva Organización de Comercio Mundial), y otras organizaciones similares. Estas instituciones miran principalmente por los intereses de los auténticos centros del poder: las CTNs que dominan finanzas y otros servicios, la industria, los medios de comunicación, etc. Una gran ventaja del gobierno mundial de facto es que funciona en secreto, marginalizando a las instituciones parlamentarias, y muchas veces atropellándolas con la excusa del “libre comercio”. Los sectores poderosos y privilegiados siempre han buscado desde luego disminuir las estructuras democráticas, para dejarlas vacías y poder ratificar públicamente las decisiones que toma el poder privado y las instituciones que le sirven. El gobierno mundial de facto que ahora se está formando tiene un poder enorme en la toma de decisiones, y puede contribuir eficazmente a la creación de un orden internacional que sirva a los intereses de los reducidos sectores de poder privado y de privilegio, dejando la mayoría de la población sometida y controlada por el terror o cualquier otro medio.

Una tendencia paralela en la esfera de la ideología es la agudización del concepto tradicional (de doble filo) del “mercado libre”: disciplina de mercado para los débiles, y protección del Estado y subsidios públicos para los fuertes. Las clases educadas están contribuyendo de una manera importante al sufrimiento y la opresión, como lo hicieran tantas veces en el pasado, aunque ahora a veces con nuevos métodos. Uno de ellos es su interpretación de la revolución bolchevique como “socialista”, a pesar de que fue claramente una contrarrevolución que eliminó rápidamente todas las estructuras socialistas del período revolucionario: consejos de fábrica, “soviets”, etc. Esto ha sido evidente para los mayores intelectuales marxistas (Rosa Luxembourg, Anton Pannekoek, etc.), para los libertarios de la izquierda (Kropotkin y casi todos los socialistas libertarios -anarquistas-), y los socialistas independientes como Bertrand Russell. De hecho, Lenín y Trotsky aclararon el tema cuando pidieron la movilización del pueblo ruso como “ejército de obreros” subordinado a los dirigentes vanguardistas, quienes los conducirían hacia la industrialización por métodos del capitalismo de estado. Más adelante, este sistema adoptó los nombres “socialista” y “democrático” por motivos de propaganda. Por supuesto la propaganda occidental rechazó el nombre de “democrático” mientras acogió con entusiasmo el de “socialista” para la tiranía, con el fin de difamar el socialismo y debilitar el esfuerzo de los pobres y obreros en su lucha por la libertad, la justicia y el control democrático. Los “intelectuales radicales” aceptaron este planteamiento de forma abrumadora, viendo en el modelo leninista la oportunidad de conseguir el poder para ellos mismos. Ahora se unen con otros propagandistas occidentales para anunciar “la caída del socialismo” (es decir, tiranía antisocialista), y “la victoria del capitalismo” (es decir, el sistema occidental de poder estatal que asegura subsidios públicos para beneficios privados). Sin liberación dentro del campo ideológico, no es de esperar que haya progreso hacia la justicia y la libertad.

Las luchas que nos quedan por delante son duras, y demandan una solidaridad internacional mayor que nunca. Fracasar en esas luchas tendría unas consecuencias graves. En una conferencia de organismos de los jesuitas que tuvo lugar hace poco en San Salvador, describieron los efectos de la “mundialización” en Centroamérica como “un pillaje más devastador que el que su pueblo sufrió hace 500 años con la conquista y la colonización”. Esto se puede aplicar a una gran parte del mundo, incluyendo ahora también a crecientes sectores de las sociedades ricas.

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El FMI nació en 1944, en Breton Woods (EEUU) poco antes de que acabara la segunda Guerra Mundial. Con fines parecidos nació también el Banco Mundial. Ambos son instituciones de la ONU.

Fue creado con la función de ser el guardián que evitara crisis económicas internacionales tan tremendas como las que hubo en el mundo en los años 20 y 30.

Nació del acuerdo de 44 países, pero entre todos ellos dominaban los intereses de EEUU, que había sido el gran vencedor de la segunda guerra mundial. Hoy son miembros del FMI más de 150 países.

Se le asignaron varias funciones:

-regular la economía de los países miembros y las del mundo en su conjunto. Revisa las economías de los países, si existen desequilibrios entre lo que gastan y lo que ingresan, entre lo que deben y lo que pagan, y otros problemas de éstos, y sugiere cómo enderezar sus economías, da recetas para curar su «enfermedad». Los países miembros se comprometen a dar información completa sobre su propia economía. También puede actuar como inspector y supervisor de sus economías.

-Dar dinero en préstamos cuando hay situaciones de crisis en algún país. Aunque no es exactamente un banco, sí concede créditos especiales a los países en grave desequilibrio económico.

Cada país miembro del FMI paga una cuota.

Las recetas que deben aplicarse en la economía de cada país y en toda la economía mundial se deciden en el FMI con voto. Pero no es cierto que «un país, un voto»; el que paga más cuota tiene más votos. EEUU, que tiene la cuota más alta, tiene el 20% de los votos. Y los 10 países que pagan cuotas más altas tienen el 55% de los votos. Así, la economía del mundo la deciden los ricos, y la deciden, naturalmente, a su favor. El FMI fue creado para ser guardián de este principio y de este (des)orden…