Creo en Dios con rostro de mujer
Creo en Dios con rostro de mujer
Creo en Dios nuestra madre,
toda poderosa,
creadora del cielo y de la tierra.
Creo en Dios gestor de la mujer
a imagen y semejanza suya.
Creo en el Dios de la vida
con rostro de mujer embarazada,
de nueva creación,
de un nuevo cielo
y una nueva tierra.
Creo en Dios Padre y Madre,
portadora de ternura y perdón,
fortaleza y esperanza
para todos los pobres del mundo.
Creo en la palabra
y la fuerza de la vida
existente en Dios
desde el origen mismo de la vida,
puesta quiso en abundancia
y plenitud.
Creemos en Dios Padre y Madre,
espíritu de vida,
dador de ternura y resistencia,
audacia y solidaridad.
Creo en la mujer cristiana y popular
que desde la Palabra de Dios,
en comunidad,
se concientiza y organiza
para la solidaridad
y la defensa de la vida.
Creo en la audacia de las mujeres
que en la historia de Israel
(Judit, Ester, Jael, etc.)
levantaron su mano para afrentar
y aniquilar al invasor.
Creo en la mujer
para quien la defensa de la vida
es el fin supremo
y justificador de la lucha.
Creo en la mujer símbolo vivo del pueblo,
que no se sujeta ideológicamente al opresor,
porque nunca va a entregar su fe,
su cultura, su identidad.
Creo en la mujer generadora de vida,
fuerza y fermento de transformación.
Creo en la Iglesia de los pobres,
en su potencial de santidad e inteligencia,
capaz de humanizar, democratizar
y unificar la fe de los pueblos.