Crisis y Derechos Humanos, desde España

Crisis y Derechos Humanos, desde España
 

Pablo Aceña


Conocí a Leonor Alonso en 1994. Era una de las abuelas de la plaza de mayo, impresionante. Su hija fue desaparecida por la dictadura argentina. Me contó que un día, cuando estaba siendo torturada, se dijo a sí misma que si conseguía salir viva, dedicaría el resto de su vida a vengarse. Otro día, en la cima del dolor, su visión giró: «sintió lástima de sus verdugos» –me dijo– y decidió no anularse como persona, y trabajar por los derechos humanos. Al tiempo, su nieta fue liberada de sus captores. Pudo abrazarla y vivir con ella, con la hija de su hija asesinada. Fue su manera de luchar contra la barbarie desatada en su país, en su continente, donde convivían dictaduras y políticas neoliberales.

Las crisis actuales en España, no arrancan con el desplome de la economía financiera del 2008 en EEUU y su posterior contaminación al resto de países. Todo viene de más atrás y tiene, según Vicenç Navarro, un fuerte componente en las relaciones entre el capital y el trabajo. Tras la 2ª guerra mundial, estas fuerzas alcanzaron un pacto que hizo que fuera aumentando el peso de los salarios frente a las rentas del capital, alcanzando su máximo en la década de los 70, cuando en España los salarios llegaron a ser el 72,4% del PIB. Las políticas neoliberales impulsadas por Thatcher y Reagan en los 80, influyeron en que este valor descendiera hasta el punto de que entre 1981 y 2012, esta cifra cayera un 14,6% en España, situándose en el 58,4% en 2012, y llegando a ser menos del 50% en 2014. Estas políticas también fueron abrazadas por gobiernos socialdemócratas como los de Felipe González, Tony Blair o Schröder. Esto, junto al aumento de las tasas de paro en España, que pasaron de un 2,4% en 1970 a un 20,1% en 2010, debilitó al mundo del trabajo y forma parte del origen de las crisis económicas y financieras. Hubo otros factores, como el impacto de la reunificación alemana en la economía europea, o el endeudamiento de la población española facilitado por la banca, que sirvió para disimular el efecto de la pérdida de poder adquisitivo de la gente. Se formó así el caldo de cultivo perfecto para las actividades especulativas y la aparición de burbujas como la inmobiliaria, fermento de la enorme deuda privada acumulada en los años del boom inmobiliario (llegó a rebasar el billón y medio de euros, el triple de la deuda pública, que hasta 2011 era de las más bajas de Europa) y determinante del único rescate que ha sufrido la economía española, el de la banca.

Este caos, conmocionó a la sociedad y fue la excusa perfecta para provocar un estado de shock. ¡Había que salvar esta economía por encima de todo! Se pusieron en marcha medidas traumáticas, sin necesidad de golpes militares, ya obsoletos en nuestras modernas democracias –ver El capitalismo del desastre, de Naomi Klein-, pero fue un golpe al modelo del Estado de Bienestar europeo; insistiendo machaconamente por los medios de comunicación en que «estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades», haciendo que nos sintiéramos culpables y nos preparáramos para lo que habría de venir, porque, como dice el ministro de Justicia Gallardón: «gobernar es repartir dolor».

Estas políticas son tremendamente desordenadas, ineficaces para la vida, tan poco inteligentes que rayan la estupidez. Que nos sigamos rigiendo por sus principios es un fracaso para la humanidad, que, enferma de capitalismo, padece las crisis que afectan gravemente al estado de los derechos humanos.

Al ponerse en marcha las políticas de austeridad y los «recortes», se incrementó mucho más el paro, la precariedad y la pobreza. El gobierno utilizó la devaluación interna de los niveles de vida de sus habitantes para hacer más competitiva la economía del país. Todo ello se tradujo en pérdidas generalizadas de derechos laborales y sociales, algunos tan importantes que deben ser considerados inherentes a la condición humana, como el derecho a la salud y a la educación; lo cual originó una crisis social y política marcada por el acelerado desprestigio de partidos políticos e instituciones, que alcanzó su máxima expresión en el movimiento del 15 de Mayo de 2011 (el 15M).

Efectos concretos en los Derechos Humanos

Desde el informe del Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Nils Muiznieks, en octubre de 2013 al de Cáritas Europa de 2014, se denuncia que España, como consecuencia de los recortes, es el país en el que más ha aumentado la desigualdad, tras Letonia, y el segundo de Europa con más pobreza infantil después de Rumanía. Con 6 millones de parados, crece el número asalariados/as en el umbral de la pobreza, puesto que son ya el 12% cuyos jornales no les aseguran unos ingresos mínimos para evitarla, y 13 millones de personas se acercan al abismo de la exclusión social. Aumenta el número de familias que dependen fundamentalmente de las pensiones de jubilación de los abuelos. Simultáneamente la negativa a dar carta de naturaleza legal a la dación en pago para saldar las hipotecas con la entrega de la vivienda, ha acentuado el drama de los desahucios dejando en la calle, en 2013, cada día, a 180 familias, y ha inducido al aumento de los suicidios. Pero no han tenido ningún escrúpulo en amparar la colosal dación en pago de los grandes promotores inmobiliarios cuyos fracasos han sido endosados a las cajas de ahorro, y que hemos terminado pagando todos en forma de deuda pública para sufragar el rescate bancario y las pérdidas del llamado «banco malo».

El gobierno Rajoy, con sus medidas de regresión social y de austericidio económico, impuestas por decreto eludiendo el debate parlamentario y arruinando el Diálogo Social, ha abandonado a su (mala) suerte a cientos de miles de personas dependientes, al dejar sin efecto en la práctica y sin recursos la Ley de Dependencia. Raya en la xenofobia, con la brutal represión de los inmigrantes, y simultáneamente, aboca a la emigración a los jóvenes españoles más cualificados, o ensombrece cada vez más los proyectos de vida de la juventud en general con el deterioro continuado de las políticas de igualdad de oportunidades en el acceso a la enseñanza y la precarización del mercado laboral, que especialmente se ceba con los jóvenes y las mujeres, soportando éstos la descomunal tasa del 57% de desempleo. Ha reducido a mínimos históricos la inversión en I+D+i, ningunea la cultura en medio de la Sociedad del Conocimiento. Desmantela la Cooperación al Desarrollo. Ampara a los defraudadores con amnistías fiscales y limita las labores de la Agencia Tributaria en la lucha contra el fraude, hasta llegar al extremo de cesar a la inspectora que incoó un expediente a la multinacional CEMEX.

Se reitera un esquema de insoportables costes para la inmensa mayoría de la sociedad, insostenible social, medioambiental y económicamente. Tales políticas sólo pueden imponerse cercenando derechos y libertades democráticas para constreñir toda contestación social, ejerciendo un sistemático ataque a los sindicatos democráticos y representativos, a los movimientos sociales organizados; imponiendo regre-siones legislativas en materia de derechos civiles, como anticipa en el proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana.

Así pues, la crisis está sirviendo de coartada para el despliegue de la ideología más reaccionaria en la que se sustenta este gobierno, por ejemplo con la contrarreforma de la ley sobre el aborto, exponente de su hipócrita cruzada contra el derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad.

Alternativas

La alternativa es profundamente ideológica y espiritual. Ideológica porque debemos construir un nuevo modelo de sociedad superadora de los errores anteriores. No se puede volver a lo de antes. Hay que entrar en la senda del crecimiento humano, controlando la economía desde la política, poniendo en primer lugar los intereses de la ciudadanía y el desarrollo más igualitario de la humanidad, que en sus tres cuartas partes carece de los derechos humanos más elementales, y evitando no sólo la transferencia de rentas al capital, sino la hegemonía de su pensamiento depredador.

Y es espiritual, porque ha de hacerse desde la dimensión más profunda del ser humano, que como Leonor Alonso, no se resigna ante la injusticia, sino que quiere engrandecer la historia de su evolución con nuevas esperanzas y prácticas.

Es necesario crear encuentro y cooperación entre el tradicional tejido formado por organizaciones políticas, sindicales y sociales, posicionadas en la defensa de los valores humanos y la Justicia, y los movimientos sociales surgidos últimamente. Ambas partes forman el caudal del mismo río por el que debe seguir transitando la vida de las personas y los pueblos.

Se han de superar recelos y barreras sectarias. Ni todo lo viejo está podrido, ni lo nuevo ha de ser excluyente y creerse en posesión de la verdad. Nadie tiene la verdad, si ésta no se construye comunitariamente. Es necesario tejer un nuevo paradigma con las experiencias acumuladas y las nuevas realidades. Como dijo Antonio Machado: ¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla.

 

Pablo Aceña

Torrejón de Ardoz, Madrid, España