De la comida chatarra a la soberanía alimentaria: repensando la alimentación

 

De la comida chatarra a la soberanía alimentaria: repensando la alimentación, María Fernanda Acosta Altamirano, Ecuador

McDonald, Coca Cola, KFC, Burguer King ...

¿Quién no ha oído hablar de estos restaurantes? La televisión y las redes sociales nos invaden con publicidad sobre comida rápida, cajitas sorpresa y juguetes de regalo. Con el pasar de los años se ha naturalizado el consumo de este tipo de comida, que está presente a escala planetaria; al punto que, para comparar el costo de la vida de determinado país, se suele comparar el precio de la lata de Coca Cola.

En definitiva, este tipo de comida se ha convertido para muchas personas en un producto de fácil acceso y relativo bajo costo o, en el peor de los casos, en una nueva normalidad alimentaria.

Frente a este contexto, varias preguntas emergen: ¿cuál ha sido las consecuencias de estas nuevas prácticas?, ¿Qué ha pasado con los patronesalimentarios en las últimas décadas?, ¿Cuál es la dieta recomendable en estos nuevos contextos?

1. Efectos de los cambios en los patrones alimentarios

Según datos publicados en 2012 por la Organización Mundial de Salud sobre las estadísticas mundiales de salud, el sobrepeso y la obesidad provocan anualmente 2.8 millones de muertes a nivel mundial, pues estas condiciones generan un aumento de riesgo de padecer enfermedades cardiacas, accidentes cerebros-vasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer. De acuerdo a esta misma fuente, 10% de hombres y 14% de mujeres, es decir 500 millones de personas en el mundo, en 2008 eran obesos en comparación del 5% y 8% respectivamente en 1980. En definitiva, en 28 años las tasas de obesidad se duplicaron a escala planetaria.

2.  El cambio alimentario: un fenómeno multicausal

Hace dos o tres décadas, es decir en la década de los 80 (período en el que se recogen los datos), as familias estaban en un proceso de cambio de sus dinámicas. Por un lado, el feminismo que tomó mucha fuerza, sobre todo desde el Movimiento de Liberación de las mujeres o MJF, por sus siglas en francés, en la década de los sesentas. Este suceso facilitó a que muchas mujeres dejaran la esfera de lo “privado” (lo doméstico y el cuidado), para adentrarse también en el mundo de lo público, en universo del trabajo, el cual tradicionalmente en las socieda des occidentales había sido asignado al hombre.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2012 presenta datos que muestran que en las últimas décadas existe una mayor inserción laboral de las mujeres a nivel mundial.  Sin embargo, a pesar de que las mujeres trabajan, los hombres participan escasamente en las tareas domésticas. En definitiva, las mujeres asumen tanto las tareas domésticas, de educación y acompañamiento de sus hijos, como su rol de trabajadoras. Este nuevo contexto plantea asimismo nuevos desafíos, ya que los hogares no se disponen del mismo tiempo para la preparación de los alimentos. Paralelamente a esto, el mercado y los medios de comunicación presentan una gran cantidad de productos de fácil consumo y precio relativamente accesible que van desde la comida chatarra, la comida enlatada, refrescos artificiales y con grandes cantidades de edulcorantes y colorantes.

Muchas veces las marcas que se ofrecen en un lugar están presentes a escala planetaria, como parte de la “Aldea global” descrita por McLughan. Desde estas lógicas, podemos tener la cajita feliz de McDonalds, la misma Coca-Cola o el mismo KFC tanto en Corea, México o Sudán.

En estos restaurantes de comida rápida y en los supermercados por lo general se impone una lógica que defiende los intereses de la industria agroalimentaria y de estos productos alimentarios con escaso valor nutricional y prefabricados, muchas veces provenientes de procesos de agricultura intensiva de grandes empresas. Los patrones alimentarios actuales en muchos casos han dejado de lado la comida real o también denominada “real food”.

Si bien existe este contexto de mercantilización de la alimentación y su masificación industrial, siempre hay opciones alternas a este sistema hegemónico, dominado por las leyes del mercado. ¿Cómo repensar nuestra alimentación de una forma consciente?

3. La soberanía alimentaria: una posición frente a la vida

Frente a esta visión mercantil de la alimentación que es percibida como una industria o un mercado, ¿qué podemos hacer?

Es vital, en un primer momento, tomar consciencia de las repercusiones de este tipo de alimentación en nuestra vida y nuestra salud y la de nuestro entorno. Valorar la comida real en lugar de los alimentos procesados es el primer paso.
En el momento de comprar los alimentos somos entes políticos (no partidistas): en nuestras manos está la decisión entre comprar un producto transgénico e importado o un producto que viene del comercio justo, por ejemplo. El comercio justo o también conocido como “fair trade” son los circuitos cortos de comercialización; es decir, que el productor vende directamente su producto al comerciante. Este intercambio directo aumenta las ganancias de las dos partes, ya que disminuye los intermediarios que siempre tienen su ganancia. Este último tipo de comercialización se denomina circuito largo y muchas veces el productor vende a un intermediario a un precio irrisorio en comparación al precio al que llega al consumidor final. En los circuitos cortos de comercialización, a parte de los beneficios sociales, existen beneficios ambientales. El consumo de productos locales disminuye sus traslados a través de grandes distancias: esto disminuye la huella ecológica.

Otro punto básico a ser pensado con relación a la alimentación es la soberanía alimentaria. Este concepto fue abocado por las organizaciones sociales, entre ellas, el Movimiento sin Tierra de Brasil a partir de 1996, tras la insuficiencia del concepto de seguridad alimentaria (acuñado por la FAO -Food and Agriculture Organization) y plantea: el derecho de cada nación para mantener y desarrollar su propia capacidad para producir los alimentos básicos de los pueblos, respetando la diversidad productiva y cultural. Tenemos el derecho a producir nuestros propios alimentos en nuestro propio territorio de manera autónoma. La soberanía alimentaria es una precondición para la seguridad alimentaria genuina. (Vía Campesina en León, 2017, p. 15).

La soberanía alimentaria plantea diferentes puntos:

  • Crítica los monocultivos y la agricultura intensiva a través de agroquímicos y plantea la producción agroecológica y local en base a cultivos diversificados.
  • Cuestiona la concentración de la tierra manos de pocos propietarios o terratenientes y propone que la tierra debe ser de los campesinos.
  • Posiciona la sustitución de agroquímicos comprados a empresas transnacionales que tienen su oligopolio por la restauración de materia orgánica, la rotación de cultivos, el uso de abonos verdes.
  • Reivindican los conocimientos y saberes locales y ancestrales sobre la agricultura y los bancos de acopio de las semillas de las diferentes especies de productos, para evitar que solo se conserve la producción de las variedades comerciales de cada especie.
  • Posiciona reemplazar el sistema agroindustrial de exportación, por redes de comercialización local y de circuitos cortos de comercialización.

Conclusiones

En definitiva, en la actualidad nos enfrentamos a un sistema alimentario basado en la agroindustria. Las mutaciones en las dinámicas sociales han implicado un gran cambio en los patrones alimentarios. Desde estas nuevas lógicas de la vida moderna y lógica del mercado, las familias sobre todo urbanas han introducido una serie de productos prefabricados, sintéticos y con escaso valor nutricional. Este fenómeno ha implicado una afectación de la salud con un aumento de los casos de sobrepeso y obesidad a escala planetaria.

Frente a este contexto la alternativa radica en la soberanía alimentaria, la cual defiende modelos de producción agroecológica de base campesina basados en los cultivos diversificados y en la comercialización local y con circuitos cortos. Plantea asimismo la importancia de los saberes campesinos y de rescatar las semillas locales para que no se pierdan en las lógicas de los productos más comercializables.

La soberanía alimentaria constituye una estrategia emancipadora frente al sistema de la agroindustria e implica una toma de conciencia sobre la importancia de una alimentación saludable y un consumo responsable.

                       
Frases de Pedro Casaldáliga

"En amor, en fe y en revolución, no es posible la neutralidad"

“Si no eres ético en todo, no eres ético en nada.”

"De los pueblos indígenas he aprendido la convivencia con la naturaleza, un cierto sentido de comunidad, y relativizar también muchas cosas que nuestra civilización considera absolutas"

“No es que exista un mundo desarrollado y un mundo subdesarrollado, tenemos solo un mundo mal desarrollado”

“El capitalismo por definición es lucro acumulado, es privilegio del capital, es exclusión de la mayoría”

“Me llamarán subversivo.

Y yo les diré: lo soy.

Por mi pueblo en lucha vivo.

Con mi pueblo en marcha, voy”.

 “Entiendo por socialización la mayor participación posible de todos los ciudadanos, dentro del mayor nivel posible de igualdad, en los bienes de la naturaleza y de la producción. Para llegar a ello, evidentemente, será necesario que sea bien sacudido y desmenuzado el egoísmo del capital, los privilegios de minorías, la explotación del hombre por el hombre. ¿Que esto es utópico? Aún lo sería más el Evangelio”.