El destino de nuestros pueblos de Abya Yala
Leonardo Boff, Brasil
La conciencia de que el futuro de la vida, especialmente de la vida humana, depende del factor ecológico crece cada vez más en la humanidad. El sistema industrial, hoy dominante en todo el mundo, está poniendo en peligro vorazmente el sistema vida y el sistema tierra. Este sistema ha ocupado, devastando, casi todos los espacios terrestres, siempre en busca de más riquezas apropiadas por unos pocos grupos multimillonarios, dejando a las grandes mayorías humanas en la pobreza y la miseria.
El aumento del calentamiento global impone límites a su pretensión. Ha llegado a un punto más allá del punto crítico y se ha vuelto irreversible. Las consecuencias que se observan en todo el mundo son grandes calamidades, cada vez más frecuentes y dañinas. Este hecho está alarmando a la humanidad. En palabras del Papa Francisco, en Fratelli Tutti: "estamos en el mismo barco, o nos salvamos todos o no se salva nadie". O en palabras del secretario de la ONU, Antonio Guteres, en 2022 en Berlín: "sólo tenemos esta elección: acción colectiva para salvar la vida o suicidio colectivo".
Por mucho desarrollo tecnológico que se produzca, no podemos prescindir de la naturaleza. Casi todos los países han devastado sus ecosistemas y hacen que sus sociedades sean insostenibles. ¿De dónde sacar los bienes y servicios indispensables para la continuidad de la vida y del proyecto civilizador dominante?
De ahí la importancia de Abya Yala. Todos los países ricos, al límite de su autorreproducción, tienen los ojos puestos en Abya Yala. Aquí residen las grandes reservas de agua dulce, los grandes bosques húmedos que equilibran los climas, la inmensa biodiversidad que garantiza la reproducción de las especies, aquí están las ricas tierras que contienen los metales indispensables para las nuevas tecnologías, los grandes espacios de cultivo de alimentos para gran parte de la humanidad.
Así que las grandes corporaciones de los países ricos que antes colonizaron Abya Yala, robaron nuestras riquezas en oro, plata y maderas duras. Sobre la base de esta rapiña, crearon riqueza para sí mismos y sentaron las bases del capitalismo mundial. Quieren volver a colonizarnos. Su estrategia es liquidar nuestra industria y convertirnos en grandes granjas productoras y expor-tadoras de alimentos al mundo. El capital internacional se alía con el capital nacional de los respectivos países de Abya Yala para consolidar la recolonización.
Del otro lado, hay fuerzas de los pueblos originarios, movimientos sociales populares y gobiernos nacionalistas que buscan la descolonización. No se trata de encerrarse en sí mismos, sino de garantizar la soberanía de los pueblos originarios y nuestros bienes naturales. Nunca debemos olvidar que son las actuales potencias, otrora colonialistas, las que hoy persiguen el mismo propósito. Ellas produjeron, en el pasado, uno de los mayores genocidios de la historia. Unos 70 millones de representantes de Abya Yala fueron asesinados por guerras de exterminio o por enfermedades traídas por los blancos, por trabajos forzados y mestizajes forzados.
Peor aún fue la esclavitud. Las Américas fueron las grandes importadoras de personas de África que fueron esclavizadas aquí. Entre 1500-1867 la cifra es asombrosa: 12.521.337 hicieron la travesía transatlántica, de los cuales 1.818.680 murieron en el camino y fueron arrojados al mar. Brasil fue el campeón de la esclavitud. Sólo él trajo, a partir de 1538, cerca de 4,9 millones de africanos que fueron esclavizados. De los 36.000 viajes transatlánticos, 14.910 tenían como destino puertos brasileños.
Esta tragedia nunca puede ser olvidada. Debemos exigir a los países esclavistas y colonizadores las reparaciones que siempre se han negado a hacer. Ahora pretenden imponer la misma lógica de sumisión. De ahí la importancia de la resistencia, de la denuncia y de la oposición a estas formas modernas de dominación neocolonizadora.
La adopción del nombre común Abya Yala forma parte de la construcción de una identidad común en la diversidad de culturas. También es una expresión de las articulaciones que los distintos pueblos están organizando en un gran movimiento que va del norte al sur del continente americano. En 2007 crearon la Cumbre de los Pueblos de Abya Yala. De esta forma se refuerzan mutuamente, recuperan la sabiduría ancestral de los chamanes, las tradiciones y las memorias, y se oponen poderosamente a las fuerzas de dominación. La articulación de los movimientos, junto con las políticas sociales de los gobiernos nacionalistas, puede impedir la recolonización. Debemos alimentar la conciencia de los pueblos de Abya Yala. De ellos depende en gran medida el futuro de la vida en todo el planeta.