El mayor fraude en la historia del capitalismo
DEUDA EXTERNA:
EL MAYOR FRAUDE DE LA HISTORIA DEL CAPITALISMO
PAULO R. SCHILLING
Centenares de libros han sido escritos sobre la Deuda Externa del
Tercer Mundo. Aquí, en el limitado espacio disponible, nos limitaremos a
destacar algunos aspectos del catastrófico (para los países deudores)
problema.
1. La deuda externa brasileña y la dictadura militar
El 1 de abril de 1964, con ocasión del golpe militar, la deuda externa
brasileña llegaba a los US$ 3,2 mil millones. En 1985, en los últimos días
de la dictadura, era de US$ 100 mil millones. Es decir, treinta veces
superior a la acumulada por todos los gobiernos anteriores, desde la
Independencia (1822). Las varias constituciones brasileñas siempre
determinaron que los préstamos externos tendrían que ser previamente
autorizados por el Senado. Durante la dictadura, los contratos fueron
autorizados por los famosos “decretos confidenciales”. Es decir, el
endeudamiento brasileño en ese período fue rigurosamente clandestino y
totalmente ilegal, inconstitucional.
2. Los intereses variables
Los banqueros internacionales impusieron, en los contratos de la deuda, la
cláusula de los “intereses variables”. En 1976, los intereses en el
mercado internacional eran de 6,25%, y en 1981 (debido a la inflación
norteamericana) llegaron a 21,5%. Tal aumento, con efecto retroactivo,
sólo en el caso de Brasil significó un costo adicional de por lo menos US$
50 mil millones.
3. La abdicación de la soberanía
Brasil aceptó la imposición de que los asuntos relativos a la deuda fueran
juzgados en los foros de Londres y Nueva York. El gran jurista Seabra
Fagundes denunció de la siguiente forma la vergonzosa capitulación: el
hecho de que Brasil renuncie explícitamente a alegar su soberanía, hace
que este documento quizás sea el más triste de la historia del país.
4. La fuga de capitales
Según publicación del “Morgan Guaranty Trust Compa-ny” (1986), era enorme
la fuga de capitales de los países deudores. Argentina, por ejemplo, que
había acumulado una deuda externa de US$ 50 mil millones, desvió US% 49
mil millones al exterior. David Mulford, secretario-adjunto del Tesoro
norteamericano, afirmaba en 1989: “La deuda externa de los 30 más grandes
deudores en el Tercer Mundo ya estaría prácticamente pagada, si todo el
dinero resultante de la fuga de capitales de esos países volviera a sus
cofres”.
5. El deterioro en los términos de intercambio
Datos de CEPAL muestran que América Latina/Caribe han pagado, en las
últimas dos décadas, un promedio anual de US$ 35 mil millones a título de
“servicio de la deuda externa y transferencia de lucros de las
transnacionales”. Para pagar tales cargas, nuestros países son obligados a
aumentar de forma drástica sus exportaciones. Ello significa, además de
serios daños al abastecimiento interno, una constante devaluación en los
términos de intercambio. Según CEPAL, ésta fue de 21,9% en el periodo
1981/90, y de más 18,1% en el trienio 1991/93. Los precios FOB bajaron del
índice 100 para 64. Considerando una exportación anual media de US$ 127
mil millones (1991/93), la pérdida promedio fue de 45 mil millones/año. El
organismo de Naciones Unidas calculó - modestamente - la fuga de capitales
de Latinoamérica en 20 mil millones de dólares/año. Si sumamos las tres
pérdidas/fugas, obtendremos un total de US$ 100 mil millones al año.
6. El abismo entre los pueblos
La inmensa sangría sufrida por los países periféricos contribuye de forma
sustancial para el aumento cada vez más grande de la diferencia entre
países ricos y pobres. Datos del “Instituto de Investigaciones Económicas”
de Munich muestran que, en 1980, el 26,2% de la población mundial (la
radicada en los países ricos) usufructuaba del 77,3% de los ingresos
globales. En 1990, dicha población se había reducido a 24,2%, pero se
adueñaba del 83,1% del producto mundial. Los habitantes de los países
pobres aumentaron del 73,8% al 75,8% del total, pero su participación en
el producto había disminuido del 22,7% al 16,9%. Ésta es la globalización
neoliberal...
7. Cómo Brasil refinanció su deuda externa
En función de la intensa campaña por el cancelamiento del pago de la Deuda
Externa protagonizada por las Iglesias, partidos políticos, centrales
sindicales, organizaciones como el Colegio de Abogados de Brasil, la
Asociación Brasileña de Prensa y ONGs, en función también de las
crecientes dificultades del gobierno para seguir pagando los servicios de
la deuda y del miedo a la moratoria, los títulos de la deuda brasileña
llegaron a ser vendidos, en el mercado paralelo de Nueva York, por 18% de
su valor nominal.
Y, si no se hubiesen realizado las negociaciones con los últimos gobiernos
brasileños, en particular el acuerdo firmado por Fernando Henrique Cardoso,
por entonces ministro de Economía del gobierno Itamar Franco, los títulos
de la deuda seguirían en baja (como en los años anteriores),
convirtiéndose en certificados (“papers”) sin ningún valor, de esos que
colocamos en las paredes. Debido al acuerdo (homologado por el Senado) y a
la “securitización” (cambio de los títulos antiguos, ilegales, por
nuevos), los “C-BONDs” valían, el 15/7/97, en el mercado de Nueva York,
US$ 82,99 (82,99% del valor nominal). Así, gracias a la tramoya, los
banqueros acreedores de Brasil, además de dejar de lado el fantasma de la
moratoria y de la falta de pago, evitaron perjuicios / realizaron lucros
de varios billones de dólares.
La Deuda Externa brasileña, que podría haber sido cancelada, siguió
aumentando de forma acelerada durante el gobierno del presidente Cardoso.
En 1994, llegaba a los US$ 148,3 mil millones; actualmente, ya es de US$
235 mil millones. Con los préstamos que han sido programados con el FMI,
terminaremos el siglo con una deuda no inferior a los US$ 300 mil
millones.
El aumento de la deuda interna (sobre la cual el gobierno paga 41% de
intereses/año) todavía es más vertiginoso: R$ 193 mil millones en 1997 y
389 mil millones en 1998. El pronóstico para este año es de R$ 506 mil
millones.
Esta catastrófica situación comprueba que las definiciones del Cardenal
Paulo Evaristo Arns (“Los cinco puntos del Cardenal” - 26/7/1985) siguen
en vigor:
“El tema de la deuda, antes de financiero, es fundamentalmente político y,
como tal, tiene que ser encarado. Lo que está en juego no son las cuentas
de los acreedores internacionales, sino la vida de millones de personas
que no pueden sufrir la permanente amenaza de medidas recesivas y del
desempleo, que traen la miseria y la muerte.
Los derechos humanos exigen que todos los hombres de buena voluntad del
Continente, todos los sectores responsables, se unan en la urgente
búsqueda de una solución realista para la cuestión de la deuda externa,
para preservar la soberanía de nuestras naciones y resguardar el principio
de que el compromiso esencial de nuestros gobiernos no es con los
acreedores, sino con los pueblos que representan”.
Traducción Claudia SCHILLING
PAULO R. SCHILLING
Brasil