El multiforme compromiso político

El multiforme compromiso político

Frei Betto


En mi vida he tenido en muchos momentos una tentación muy fuerte a meterme en la clausura. Sólo no he cedido a la tentación, porque nunca llegué a imaginar cómo podría conciliar la clausura con mi responsabilidad política. Hoy, pienso incluso que la clausura debe tener una dimensión política. Pero tenía miedo de que pareciera como una incoherencia de testimonio: tener tantas oportunidades de participar en la vida política del país y, de repente, encerrarse en un lugar y abandonar la militancia política objetiva...

Hubo un momento –no hace mucho tiempo- en que decidí abandonar la militancia política e instalarme en un monasterio. Quería encontrar con ello otro tipo de militancia. En vez de seguir rodando por ahí –que es más fácil-, dedicaría mucho más tiempo a la militancia, pero escribiendo. El monasterio sería un lugar de acogida para grupos populares, sindicales, políticos, y así conseguiría combinar bien las dos cosas: satisfaría mi necesidad de una oración más intensa, y crearía a la vez un lugar de acogida para grupos militantes que sienten necesidad de un punto de referencia como ése.

Y comencé a poner en marcha el proyecto. Pero hubo un tropiezo ético grave de uno de los estudiantes, así como una maniobra eclesiástica del obispo de la región en la que íbamos a fundar el monasterio -se opuso a mi presencia-, y tuve que desistir.

Sí, la nostalgia por la contemplación es algo muy acentuado en mi vida. Pero va a la par con otra exigencia más fuerte e irresistible: tengo que dedicarme más a escribir. Estoy cerrando en mi vida un arco de militancia activa, para poder dedicarme más a la oración y a la literatura. Ésta va a acabar siendo para mí una forma de militancia activa. Porque la literatura no consiste sólo en producir textos; implica también participar en la lid literaria, que siempre ha sido una tribuna. Hoy lo es menos, porque los escritores ya no tienen el peso que tenían antes de la era de la televisión. En todo caso, la literatura es un lugar donde se produce opinión y se toma posición. Yo me siento en el derecho de ir dejando la militancia activa. Creo que otros pueden hacer eso, mientras que yo podría hacer algo que pocos están haciendo: producir una obra más consistente, obras que reflejen esa trayectoria, y profundizar más en mi vida de oración.

Quiero producir una obra que hable de una espiritualidad militante. No sé hablar de otra cosa cuando escribo. Es mi trabajo, a través de ese recurso que se llama literatura. A la izquierda, muchas veces, le cuesta entender esto. Pero ya lo entendió en los años treinta o cuarenta. Haciendo un balance, se puede ver la cantidad enorme de música, poesía, teatro, cine... que la izquierda produjo en aquel tiempo. El Partido Comunista le decía a Bertold Brecht: «Usted no se preocupe; usted, simplemente, escriba teatro». La militancia que le pedían era su misma producción artística. Y tenían razón. Hoy nadie recuerda aquellos comicios, pero nosotros estamos hablando de Brecht. El arte fue muy valorizado entonces por la izquierda. Con el actual pragmatismo de la militancia, la izquierda ha perdido resonancia para sus propuestas en un área fundamental: la de la formación de la cultura y la producción artística. Hoy no tiene influencia alguna en la cultura brasileña. Yo apuesto por la literatura y me comprometo con ella, dando cauce a una inquietud subjetiva muy fuerte que siento.

Todavía tengo muchos proyectos. He escrito cuatro libros sobre el período de la dictadura: «Cartas desde la prisión», «Desde las catacumbas», «El día de Ángel» y «Bautismo de sangre», aparte de «Canto de la hoguera», que es un libro colectivo. Pero tendría materia para escribir otros seis o siete. Dentro de cincuenta años va a haber gente lanzando libros sobre la dictadura militar de Brasil, y serán tan actuales como hoy. Cincuenta años después, todavía hay personas que lanzan libros sobre el nazismo, y son actuales. Yo no puedo morir sin crear esas obras. Necesito contar lo que sólo yo sé contar, porque sólo yo lo viví así.

Un escritor tiene dos etapas: una, la de la vanidad, en la que mira a ver si escribe mejor que otros... y otra en la que descubre que no se trata de escribir mejor o peor que otro... Yo escribo de una forma en la que nadie más escribe. La singularidad es más importante que la excelencia. Mi manera de decir las cosas es una manera solamente mía. El día en que me muera, muere conmigo, no hay otra.

 

Frei Betto

Religioso, activista político, escritor