El nombre de América

El nombre de América


En 1507, en la ciudad lorenesa de Saint-Dié, el joven geógrafo Martín Waldsemüller publicó el breve tratado Cosmographiae introductio, acompañándolo con dos cartas de Amérigo Vespucio. Una de estas cartas Vespucio la dedicó a su tercera navegación, que, según él, hizo en los años 1501-1502. En este viaje Vespucio navegó muy lejos al sur, bordeando las costas brasileñas, recién descubiertas.

Al comentar la carta de Vespucio, Waldsemüller propuso dar a «la cuarta parte de la tierra, descubierta por Amérigo Vespucio, el nombre de Amérigo, o América».

En 1507, en Europa, nadie sabía que la costa brasileña formaba parte de un enorme continente, ni suponía que Colón, Caboto, Ojeda, Bastidas y Cabral habían descubierto la tierra de un mismo continente.

Durante algún tiempo a veces pero no siempre en los mapas se llamaba América tan sólo a la tierra firme austral del continente. En 1538, el gran cartógrafo flamenco Gerardo Mercator, bautizó con este nombre todas las tierras del Nuevo Mundo. Desde entonces, lleva el nombre que por pura casualidad salió de la pluma de un cosmógrafo lorenés. Por este nombre empezaron a llamar el nuevo continente en todas partes, menos en España, donde hasta fines del siglo XVIII decían «las Indias» o «Indias Occidentales».

Durante largo tiempo los historiadores acusaron a Amérigo Vespucio de usurpar la primacía del descubrimiento, pero hoy día prácticamente todos los científicos de peso comparten la opinión del gran sabio alemán Alejandro Humboldt, quien dijo que, aunque el nombre del nuevo continente es un monumento a la injusticia humana, apareció debido a una coincidencia de circunstancias fortuitas que eliminan cualquier sospecha contra Amérigo Vespucio.

En efecto, las cartas de Vespucio fueron publicadas en Saint-Dié sin el consentimiento de su autor y el navegante florentino, que tenía en gran estima a Colón, no sabía que Waldsemüller había denominado con su nombre la tierra austral del Nuevo Mundo.

Si la gota y las numerosas angustias no hubieran llevado al Almirante a la tumba a la edad de 56 años, si hubiera vivido ocho o diez años más, se habría convencido de que las tierras descubiertas no se hallaban en el extremo oriental de Asia, sino en un enorme macizo de tierra, tras el cual se extiende el océano ignoto.

En el cuarto viaje las naves de Colón rozaron la cintura del nuevo continente, pero tan sólo en 1513 Vasco Núñez de Balboa cruzó Panamá y llegó a la orilla del «Mar Meridional». En 1520 Magallanes encontró el estrecho que conduce a este mar, y en 1522 sus compañeros concluyeron el primer viaje en la historia alrededor del mundo y llegaron a las costas asiáticas por la vía de occidente. Y esta ruta resultó ser cinco veces más larga que la de la primera expedición colombina.

Por suerte, el Almirante no llegó a saberlo.


El nombre de Abya Yala


 

El Consejo Mundial de Pueblos Indígenas, que se reúne cada 4 años, desde 1977 en adelante admitió como nombre del Continente «ABIA YALA», del idioma kuna.

En idioma kuna «Yala» significa tierra, territorio. «Abia» significa «agujero de la sangre», «madre madura», «virgen madura», «tierra en plena madurez»...

Abya-Yala es el término con el que los indios Kuna denominan al continente americano en su totalidad. La elección de este nombre fue sugerida por el líder aymara Takir Mamani, quien propone que todos los indígenas lo utilicen en sus documentos y declaraciones.

“Llamar con un nombre extranjero nuestras ciudades, pueblos y continentes -argumenta él- equivale a someter nuestra identidad a la voluntad de nuestros invasores y a la de sus herederos”. La propuesta de Takir Mamani ha encontrado una favorable acogida.

 

En esta Agenda, por «América» nunca se entiende «Estados Unidos»,

ni se confunde a los estadounidenses con los norteamericanos,

ni se da a Estados Unidos los abusivos nombres de

«América del Norte», «Norteamérica» o «los Estados».

Haz tú lo mismo.