Elementos de espiritualidad en la revolución Bolivariana
Elementos de espiritualidad en la revolución Bolivariana
La luz del día ilumina la aurora
Marcelo Barros
Hablar de «espiritualidad bolivariana» no significa «sacralizar» un proceso que es y debe mantenerse laico y autónomo. Nada de atarnos a intereses religiosos o visiones mesiánicas. En este proceso social y político nuevo que emerge en varios países de América Latina, la expresión «espiritualidad bolivariana» apunta a una transformación más profunda de las estructuras y muestra cómo el propio camino social puede ayudar a las personas a acceder dentro de sí a lo mejor de sí mismas. La revolución no es sólo socio-económica y política. Une la dimensión social con el interior de cada ser humano y con una amorosidad comunitaria que atraviesa lo social y lo político, pero que va más allá. Una búsqueda presente en los caminos espirituales antiguos es el esfuerzo de unificación interior. En su tiempo, a su modo, Simón Bolívar lo retoma: «Alguien se vuelve verdaderamente revolucionario cuando su pensamiento, sus palabras y su modo de vivir coinciden». La búsqueda de esta unidad, vivida en el proceso revolucionario, abre a las personas a una nueva ética de justicia y de cuidado para con la vida, a la igualdad en la relación de género, a la sensibilidad ecológica, a la dimensión del placer y del arte. Con razón, algunos verán este fenómeno como expresión cultural. Hay movimientos populares que lo llaman mística. Las tradiciones indígenas y afro-descendientes ven la presencia del Espíritu en los elementos de la naturaleza, en las personas y en todo lo que une las comunidades para una vida más viva. En un lenguaje antiguo que necesita renovación, diversas tradiciones religiosas hablan de «espiritualidad», como manifestación del Espíritu, fuente de todo amor. Otros simplemente atribuyen este proceso a la energía amorosa de la humanidad misma y del Universo.
1. Qué es el bolivarianismo
Aquí, denominamos «proceso bolivariano» al camino social y político que, en varios países de América Latina, parte de las comunidades y movimientos populares y los integra en la lucha pacífica y democrática por la liberación integral de los pueblos del Continente. En Ecuador, se habla de «revolución ciudadana». En Bolivia, se acentúa más el protagonismo indígena. En otros países, como Paraguay, Uruguay, El Salvador y Nicaragua, importantes cambios sociales y políticos, de alguna forma, son vinculados al sueño del libertador Simón Bolívar, al inicio del siglo XIX. En Venezuela, a lo largo de la historia de los últimos dos siglos, la figura de Bolívar y los objetivos por los que él luchó y dio la vida han inspirado muchos movimientos libertarios. En los últimos años, han sido la mística laica y humanista del proceso político y social los que, con razón, se han llamado «revolución bolivariana». Hay quien ve el bolivarianismo sólo a partir del poder. Sería la conquista de gobiernos más de izquierda o alineados con un nuevo tipo de socialismo para el siglo XXI. El hecho de que, en estos países, personas ligadas a los sectores populares conquistaron el gobierno ha sido fundamental. Pero no es lo más importante. Las conquistas sociales y políticas se han llevado a cabo justamente porque se han afirmado en las culturas indígenas y en las luchas de los sectores populares por su liberación.
2. Las raíces de la espiritualidad bolivariana
Antes de indicar elementos para un camino espiritual bolivariano es fundamental abrirnos a lo que ya existe. En la experiencia ya vivida en estos países, se revela una rica fuente de espiritualidad que puede alimentar a las personas y comunidades involucradas en el proceso.
Este camino revolucionario se alimenta de la confianza de las personas en el rumbo seguido, de una profunda esperanza de que este proceso está grávido de una novedad mayor (el nuevo mundo posible) y principalmente de la energía amorosa para garantizar la victoria de este sueño.
El proceso bolivariano surgió y se desarrolló en un contexto de culturas consideradas cristianas. Aparte de que muchos de sus líderes y luchadores se reconocen cristianos (Hugo Chávez, Rafael Correa y otros), la mayoría de las comunidades empeñadas en este proceso son cristianas. Desde los años 60, las comunidades eclesiales de base, grupos evangélicos populares y corrientes de la Teología de la Liberación han contribuido a que, cada vez más, este proyecto sea visto como instrumento de actualización del que teológicamente puede ser visto como etapa de realización, aunque parcial, de mitos e ideales indígenas, como la Tierra sin Males, el Buen Vivir, etc. En lenguaje bíblico, este proyecto indica y anticipa algo del proyecto divino para el mundo. El camino de la espiritualidad es acentuar este aspecto del proceso, ayudar a que sea permanentemente revisado y perfeccionado, a partir de este modelo. En los años 80, la Teología de la Liberación insistía en una «mística del Reino». La espiritualidad bolivariana puede concretizar este concepto, haciéndolo más macro-ecuménico (a partir de las tradiciones indígenas y afro-descendientes) y más secular (no como algo sobrenatural o transcendente en el sentido tradicional de la palabra).
3. Pistas para profundizar en este camino
Nadie jamás tuvo que enseñar a un joven cómo cortejar a su amada, o cómo expresar su amor. Igualmente, el camino espiritual no tiene recetas generales ni reglas estrictas. Pero, como decía Erick Fromm, el amor es un arte. Más aún: el amor comunitario y revolucionario no es instintivo y exige una educación mayor. Por eso, algunas pistas pueden ayudar:
3.1 Proceso de conversión y sensibilización amorosa
Los antiguos caminos espirituales insisten en la necesidad de una etapa de iniciación o noviciado. Paulo Freire hablaba de «proceso de concientización». No se trata de un aprendizaje intelectual, sino de un entrenamiento para la propia conversión y mejora interior. En la lucha por la liberación de la India, Mahatma Gandhi decía: «Comienza por ti el cambio que propones al mundo». No presupongas que ya estás preparado, o que eso se dará espontáneamente, sin métodos. Sé humilde y exígete el cuidado permanente de recomenzar y avanzar en el camino.
3.2 Inserción de vida y convivencia con los pobres
No basta prestar asesoría a grupos de base o «atender» personas necesitadas, para dejarse tocar por esta sensibilidad solidaria. La inserción supone cierta capacidad de convivir, de «perder tiempo» con los empobrecidos, y de alguna forma, de experimentar la vida junto a ellos. No se trata de canonizar el basismo, sino de no perder el vínculo real con el pueblo a través del cual se puede alimentar esta mística. Forma parte de esta inserción el interés por la cultura de los pobres, por la forma de orar y de celebrar de las comunidades, sea en las tradiciones autóctonas, sea en las expresiones de la religión cristiana popular.
3.3 Un camino que no se recorre solo
Esta transformación de espíritu (los evangelios hablan de metanoia, cambio de la mente) sólo se consigue a través de una educación para el diálogo. Éste presupone una apertura real a la amistad interpersonal como valor y camino espiritual. Los/as compañeros pueden ser más que simples camaradas de trabajo y de lucha. En ese compartir en amistad como experiencia de gracia, es bueno profundizar relaciones privilegiadas con alguien (compañero o compañera) con quien puedas compartir más profundamente la vida y abrirte a la escucha más profunda de la opinión del otro. Es preciso siempre estar abierto a la crítica de los compañeros y ejercer consigo mismo una autocrítica permanente. En la Rusia de la década de los 80, Mijaíl Gorbachov hablaba de perestroika (proceso de rectificación) y glasnost (transparencia).
3.4 La integración de las tres místicas
Hoy conviven en el mundo la mística del cuidado del cuerpo, de la salud y del bienestar personal. En tantos tratados de auto-ayuda que el capitalismo ayuda a divulgar, existe el riesgo de cierto egocentrismo espiritualista. Si se evita eso, se encuentra una tradición útil y fecunda. La espiritualidad bolivariana reintegra el cuerpo y la eroticidad espiritual en el camino revolucionario. Otra dimensión, que viene de las tradiciones negras e indígenas, es la cósmica, hoy tan fundamental para el cuidado ecológico.
Finalmente, la apertura al Misterio que en nuestro Continente se expresa en la pluralidad de muchas confesiones religiosas y el Bolivarianismo pueden articular un rico camino de diálogo y de colaboración. En el fondo, es la opción por la vida de la que Jesús dijo: «He venido para que todos tengan vida y vida en abundancia» (Jn 10,10).
Marcelo Barros
Recife, PE, Brasil