Elementos mayores del conjunto
Elementos mayores de la coyuntura
Alejandro VON RECHNITZ
Este texto presenta un resumen sencillo pero amplio; apto para ser tratado y reelaborado en trabajo de grupo. En internet lo ponemos bastante más amplio.
1. Las cifras mismas del empobrecimiento. Mil doscientos millones de personas “viven” en el mundo con un dólar diario. En América Latina, los pobres eran, en 1985, el 41% de la población; en 1990 eran ya el 46%. Se calcula que en este momento los pobres de América Latina son ya más del 60%. Si las cifras, como tales, no nos dicen nada, quizá nos “diga” un poco más o nos lo “diga” en voz un poco más alta la diaria visión de los miles de latinoamericanos, adultos y niños, que vemos en todas las calles de nuestras ciudades, durmiendo o rompiendo bolsas de basura para encontrar algo que comer.
2. Pero es que, además, hay nuevos empobrecidos. La crisis económica, denominada cosméticamente como “desaceleración económica” y, sobre todo, los ajustes estructurales consecuentes, han arrastrado hacia la pobreza a amplios sectores de la clase media y a los trabajadores de los sectores industrial y de servicios; nada digamos del desastre que ha caído encima de los agricultores de nuestros países, como efecto de la “globalización” neoliberal. Todos los grupos de ingresos bajos y medianos se han visto claramente arrastrados por esta marea que evidentemente está en contra de sus esfuerzos por sobrevivir.
3. La desigualdad crece. Crece, casi hasta convertirse en definitivamente insalvable, la brecha entre los ricos que lo tienen todo y los pobres que no tienen nada. La distribución de la riqueza es un verdadero desastre. Antes, cuando un pobre ganaba un dólar, un rico ganaba 31; ahora, en casi toda América Latina, cuando un pobre gana un dólar, un rico gana 61. Brasil, México y Panamá se pelean en el “ranking” de la peor distribución de la riqueza quién se va a llevar los tres peores lugares.
La desigualdad crece no sólo entre las personas de un mismo país, sino entre países pobres y países ricos. Las 400 personas más ricas de EEUU poseen activos por valor de un billón de dólares (cada uno, desde luego).
Precisamente con mecanismos como el de la tan traída y llevada (¡pero no aliviada!) deuda externa, la desigualdad se va convirtiendo en terrible e irremediable. Sobra decir, una vez más, que la tal deuda no la contrajeron nuestros actuales pueblos o gobiernos; que la tal deuda ya la hemos pagado un montón de veces; que la tal deuda se está pagando a costa de recortar todos los presupuestos de salud, de educación y de bienestar del pueblo-pueblo. James Wolfhenson, presidente del Banco Mundial, acaba de declarar que la deuda de los 62 países más empobrecidos no se puede anular porque ello obligaría al Banco Mundial a cerrar sus puertas. En buen castellano eso significa simplemente que el capital de los 62 países más empobrecidos del mundo constituye el fondo del Banco Mundial. El, el Banco Mundial, es rico porque nosotros somos pobres o, peor, nosotros somos pobres para que el Banco Mundial tenga fondos. ¿Hay una forma más honrosa para cerrar las puertas del Banco Mundial que condonando las deudas de los 62 países más empobrecidos y haciendo, con ello, posible que esos 62 países salgan de su pobreza?
4. Estamos en la mayor crisis de desempleo desde los años 30. El neoliberalismo piensa que una buena parte de los seres humanos simplemente sobra o es “desechable”. ¿Para qué mantener con salud o dar educación a gente que no va a encontrar empleo o, con otras palabras, no va a producir ganancias a los empresarios? ¿Por qué emplear a mujeres si ellas tienen derecho a prestaciones especiales por maternidad o lactancia? Hay algo en esta forma de funcionar del neoliberalismo que nos recuerda, lamentablemente, la práctica de aquel gran político romano que “liberaba” a sus esclavos cuando éstos quedaban inútiles por accidente o vejez. Una vez más: cuando lo único que importa es el dinero, lo primero que no importa es la gente. Y el neoliberalismo lo tiene claro: lo único que le importa es el lucro, la ganancia, el dinero.
5. La “globalización”. De hecho, es el capital financiero internacional el que gobierna al mundo, dictando las políticas que han de adoptar los países pobres, dirigiendo claramente sus economías con los tan famosos “ajustes estructurales”. La “soberanía” se ha quedado, de hecho, sólo para relucir en la impresión de nuestras Constituciones nacionales. Los dictámenes del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de la Organización Mundial del Comercio mantienen la dominación real sobre nuestros países. Se glorifica el “propio interés” como motor supremo de la actividad económica. Todo debe quedar supeditado al “dios-mercado”.
Con estos presupuestos, el Estado debe reducirse a gran “convidado de piedra” y desresponsabilizarse de la salud, de la educación, la alimentación o la vivienda de la comunidad. Se entierra, sin certificado público de defunción, a la sociedad, y pasa a predominar todo lo privado, la ley de la selva de la despiadada competencia de los intereses privados. La propiedad pasa de ser “privada”, a ser privativa (un privilegio de pocos); y de privativa pasa a ser privadora de la propiedad. En aras de la competitividad y de la rentabilidad del capital, deben destruirse, opina el neoliberalismo, todas las ventajas laborales conquistadas en los últimos siglos. El capital se ha vuelto timorato en extremo y no está dispuesto a invertir sino en donde se le garanticen todas las posibilidades de ganancia segura... porque sólo él, el capital, es lo que importa.
El neoliberalismo causa, de hecho, más muertes que las dictaduras militares o enfermedades como el sida. La economía está de tal manera “organizada” que produce, cada veinticuatro horas, por lo menos 70.000 muertos. El neoliberalismo promueve activamente el materialismo, el consumismo de los ricos y los pobres, el individualismo, la competitividad.
Teóricamente, la globalización podría tener efectos positivos y hasta crear riqueza, pero, de hecho, la riqueza que está creando esta globalización orientada neoliberalmente, se hace a base de aumentar la pobreza y la brecha entre los ricos y los pobres. Que nos quede claro: la vida de los pobres, diga lo que diga el sistema imperante, debe estar por encima de las exigencias de la competitividad y del mercado. Un sistema que excluye, como sobrantes, a inmensas mayorías de seres humanos es y será siempre un sistema inhumano, anticristiano, antievangélico. Una utopía sin modelo es preferible al “modelo sin utopía” que nos predica todos los días el neoliberalismo. Las maquilas, tan buscadas por nuestros gobiernos, son el ejemplo perfecto de lo que todos podemos esperar de la empresa ideal del sistema neoliberal.
6. Los militantes cristianos desertan de la Iglesia. En los últimos veinte años los pobres sienten claramente cómo se les hace retroceder en el interés de las estructuras de la Iglesia. La pastoral de la Iglesia se ha centrado o limitado a proyectos chiquitos de simple acompañamiento, en vez de apoyar las acciones más estructurales. La pastoral de la Iglesia se ha centrado en temas que tienen que ver con la interioridad, con los métodos de oración, con la autoestima, con el manejo de los sentimientos. Se ha silenciado toda mención de temas que hablen de la liberación; se hace callar a los profetas cristianos desde dentro de la misma Iglesia. Se habla continuamente de inculturación y de ecumenismo, pero no se deja mover a quienes quieren vivirlos realmente. La Iglesia se considera la madre y defensora de los pobres, pero aparece, en todos los medios de comunicación, continuamente, justificando y bendiciendo el sistema que los produce y los explota. El día en que la Iglesia deje de presentarse al mundo como pobre y aliada natural de los pobres, es que ha traicionado a Jesucristo y al anuncio del Reino de Dios.
7. Hegemonía cultural del neoliberalismo sobre los medios de comunicación. A juzgar por lo que vemos todos los días y a toda hora a través de los medios masivos de comunicación, todo está en venta, todo tiene precio. Cuando se habla de “valor” lo que prioritariamente debe tenerse en cuenta es el “valor” económico. Los medios entretienen vendiendo o venden entreteniendo. En cualquiera de los casos se trata de distraer a los ciudadanos de los hechos y de la realidad. Se “informa” para desinformar. Se predica, con todos los medios posibles, que lo único que importa es el dinero y el sistema neoliberal que lo impulsa.
8. Desmoronamiento de las organizaciones populares. Se ha desprestigiado, intencionalmente, toda organización popular, al mismo tiempo, que se ha desprestigiado (con bastantes más razones) a las organizaciones políticas partidistas. El neoliberalismo se burla continuamente de todas las utopías y de todo proyecto histórico. Se le presenta al pueblo como única meta solamente el sobrevivir. Si uno quiere resumir la situación, tendría que decir: los sectores populares de América Latina están en este momento pasando por una situación de depresión psicológica colectiva.
9. Neodarwinismo social. Se trata de la sobrevivencia del más fuerte. Como el más fuerte es en este momento el gobierno de los Estados Unidos, él interviene, usando todos los pretextos imaginables, en la política, la economía y la cultura de nuestros pueblos. Detrás de cada uno de estos pretextos, aparece siempre el militarismo norteamericano. Antes el pretexto aducido era el peligro comunista, ahora son las drogas, después... El Plan Colombia es el ejemplo más evidente del intervencionismo norteamericano que busca readecuar su dominación en el hemisferio al terminar (¿pero no está recomenzando?) la guerra fría. En Panamá no han terminado de irse cuando ya están queriendo imponer de nuevo su presencia dominante; lo mismo pasa en Honduras y en Ecuador, en Perú o Bolivia.
10. El tráfico de drogas. Lo que a Estados Unidos le molesta es que el negocio de las drogas (para el único para el que el neoliberalismo no receta la solución de la libre empresa y la competencia) no esté controlado por ellos sino desde el Sur de los Estados Unidos. El negocio de las drogas está siendo manejado por una transnacional cuyos grandes empresarios son latinoamericanos. A las cárceles gringas nunca van a parar los “gatos gordos” del negocio de las drogas en los Estados Unidos, sino sólo los pobres. ¿Por qué no emplea el gobierno norteamericano todo ese poder militar y tecnológico para impedir la entrada y la venta de las drogas en su propio territorio? En estos momentos la marihuana es el tercer cultivo en importancia en los Estados Unidos (después del maíz y del trigo). ¿A qué no usan en esas tierras los hongos que destruyen esos cultivos en Colombia, fumigados desde un avión? El estado de California es el primer productor mundial de la marihuana, seguido por Oregon y Hawai, ¿por qué no usan un “Plan California”? ¿Por qué Estados Unidos no impide a las empresas norteamericanas que produzcan y vendan los químicos indispensables para la elaboración de la cocaína? ¿Por qué van a seguir nuestros países produciendo y vendiendo café, banano, azúcar, si Estados Unidos le pone precios cada vez más miserables a nuestros productos tradicionales y le ponen un precio cada vez más alto a la cocaína, por ejemplo?
11. El lavado de dinero. Desde siempre se ha lavado dinero: los dueños de prostíbulos, los países productores de armas (minas terrestres personales, por ejemplo), los países productores de armas químicas, siempre han “lavado” su dinero sucio invirtiéndolo en otras empresas socialmente aceptadas o aceptables. Los grandes bancos norteamericanos no imponen a sus clientes los controles que el gobierno norteamericano exige a nuestros bancos latinoamericanos. Ningún país del mundo “lava” tanto dinero como los Estados Unidos de América.
12. El daño a la ecología. La minería a cielo abierto o la industria más “sucia”, como también se la conoce causa daños ecológicos a veces irreversibles en muchos de nuestros países. Los grandes países, los países ricos, bloquean toda norma que limite su consumismo y la explotación antiecológica. La depredación del medio ambiente, a través de una industrialización, está destruyendo la vida del planeta. Estados Unidos se niega a firmar ningún compromiso que le impida seguir siendo el enemigo público número uno del ambiente natural del planeta Tierra; todo debe ser sacrificado en aras de la riqueza material norteamericana.
13. La inequidad de la justicia. Teóricamente todos somos iguales ante Dios y ante la ley, pero, como ya se sabe, siempre hay unos más iguales que otros. Las cárceles son para los pobres; sólo los pobres se pudren, jamás se regeneran, en nuestras vergonzosas e inhumanas cárceles latinoamericanas. Los poderosos se amnistían entre ellos, sobre todo si son militares, por muy asesinos que sean.
14. El desplazamiento y migración de grandes poblaciones de América Latina y Caribe. Por motivos de guerra, de necesidades económicas, de situaciones ecológicas, de persecución política. En esto, como en todo lo demás, se percibe, a simple vista, la segregación racial, sexista, social y hasta religiosa. Todo funciona hacia los pobres migrantes como si quien regulara su movimiento y arraigo fuera el Ku Kux Klan.
Alejandro VON RECHNITZ
Panamá