Entrevista a Mons. Romelus
Entrevista a Mons. Romelus
Jean-Claude Noyé
Única voz clara contra los dictadores, Willy Romelus, obispo de Jeremie,Haití, 63 años, es una de las más importantes figuras de la resistencia a la dictadura militar en Haití, oficialmente presentado como candidato al premio Nobel de la paz. Conocido por su compromiso en favor de los derechos humanos, tras el golpe contra Aristide, ha sido objeto de hostigamiento y de varios atentados.
- ¿Cuál es hoy la esperanza de Haití?
- No se ven signos de cambio que vengan del poder. Humanamente hablando, no se ve una salida para el futuro próximo.
-¿Qué hace la Iglesia de Haití?
- Tras el golpe de Estado, la Iglesia jerárquica, el episcopado y la nunciatura, no han emprendido ninguna acción seria para solucionar la crisis económica. Sin embargo, existen voces de oposición, como el Comité Haitiano de Religiosos y la Comisión episcopal Justicia y Paz. La mayoría de los sacerdotes están con el pueblo.
- La pasividad de los obispos ¿responde al juicio que les merece la persona de Aristide?
- Sí, ahí está el problema. Ellos adoptaron un lenguaje más moderado tras su candidatura a las elecciones presidenciales. Pero yo subrayo fuertemente que los siete meses durante los que Aristide ejerció el poder han sido positivos. Los partidarios del golpe dicen lo contrario: es falso; aquello fue como un oásis, no hubo ya muertes, la corrupción fue combatida, el dinero empezó a entrar en las arcas del Estado.
- ¿Es perseguida la Iglesia?
- Sí. Es difícil celebrar las ceremonias religiosas, calificadas como manifestaciones políticas. El día de las ordenaciones sacerdotales, en enero del 93, los militares vinieron a atacar a la gente. Algunos de nuestros seminaristas fueron arrestados. De modo general, los campesinos, los jóvenes y las organizaciones de solidaridad son su blanco.
- El padre Aristide ¿puede realmente salvar al país con la difícil situación económica que atraviesa?
- El no es un político, pero su balance es positivo. Si está bien asesorado, ¿por qué no? Y sé que hay haitianos capaces. El pueblo, en todo caso, ve en él a su líder. Él no tiene intereses personales: ni dinero, ni poder. Se mueve por sus ideales.
- ¿Y el silencio del Papa?
- Sin duda, está motivado por el Derecho canónico, que impide a un sacerdote someterse al sufragio popular. Sin embargo, una excepción a favor de Aristide está plenamente justificada. Pienso también que el Santo Padre tiene informaciones parciales, incluso falseadas, transmitidas por los obispos y la nunciatura.
- ¿Qué hay precisamente sobre la división de la Iglesia haitiana?
- Si todo el mundo marchara en la misma dirección, el problema se solucionaría. En realidad, la unidad es difícil. Se logrará si los que han tomado el mal camino retornan al bueno... De hecho, estoy muy solo como obispo.
- ¿Y su posible candidatura al premio Nobel?
- Si eso pudiera ayudar al país, a aquello que creo, es lo esencial. Si no, me es indiferente.
- ¿Está usted amenazado?
- Sí, pero eso no me impide hablar. Me han cortado el teléfono con el pretexto de que está averiado. En realidad, es para impedir las comunicaciones con el exterior. Sin embargo, todavía hablo.
- ¿Cuál es para usted la solución de futuro?
- El regreso de Aristide. El pueblo lo espera. Es la única solución para la democracia y su futuro. Pero no será fácil; los militares controlan todo y tienen mucho dinero. Ellos se imponen brutalmente, no dudan en matar. A pesar de todo, son sensibles a las campañas de prensa. Si estoy vivo, es sin duda gracias a eso.
Antonio Calvo, España
y Ronie Zamor, Haití