Garantizar el acceso mundial a internet

 

Reconocido como derecho humano y obligación moral

Laura Morral -iwith.org, Barcelona, España

 

La brecha digital aún afecta a millones de habitantes en nuestro planeta. Si seguimos así, el objetivo de la ONU de que el 90% de la población tenga acceso a internet en 2050 está lejos de cumplirse.

Este es el gran reto que todavía queda por alcanzar y que agrava, aún más, las desigualdades económicas, sociales y educativas que existen entre territorios del planeta.

Según la ONU, 3.900 millones de personas estaban conectadas a internet al finalizar el 2018. Esta cifra representa un 51,2% de la población mundial y significa un avance respecto al 48,6% de 2017. Aun así, todavía hay una gran brecha de penetración de internet entre unas regiones y otras del mundo.

Por esta razón, los estados, las administraciones y todos los agentes implicados deben priorizar las inversiones en educación, alfabetización en línea e infraestructuras de banda ancha.

El retraso a la hora de extender una red de acceso mundial abrirá, todavía más, la brecha entre los que aprovechan internet y sus beneficios, y los que no tienen acceso a la red y están marginados, porque viven en una región sin conexión. Si no se pone una solución, las personas o territorios que no tienen internet podrían quedar condenadas a un estado de marginación mayor del que viven ahora.

Uno de los problemas es que la mayoría de los lugares que permanecen fuera de línea son rurales y remotos y los costes de instalación de internet móvil y otras tecnologías son cinco veces más altos que los costes de instalación en las áreas urbanas.

Por esta razón, las empresas de telecomunicaciones necesitan incentivos para conectar esas zonas, y hasta el momento, los estados y los responsables de este ámbito están mirando para otro lado mientras ¡la mitad del mundo sigue sin conexión!

Los altos costes son una de las principales causas de la brecha digital. El objetivo de la ONU de tener una internet asequible es que el coste de 1 giga de datos no supere el 2% de los ingresos. En Sudáfrica, uno de los países más avanzados de su continente, sólo el 20% de la población puede permitírselo. En Mozambique, uno de los países más pobres del mundo, internet es impensable para casi todos.

El problema es que la inversión de los operadores de telecomunicaciones se ha estancado o ha disminuido en los últimos años, y la inversión es a menudo ineficiente, con fondos mal asignados para llegar a la mayoría de las personas. Pero cuando se trata de reducir la brecha digital, las excusas no deberían existir. Es una obligación moral no dejar a nadie atrás.

No sólo eso. Garantizar la conexión de los desfavorecidos forma parte también de sus derechos humanos. Así, al menos, lo considera Naciones Unidas, que defiende que el acceso a la red sea un derecho fundamental. La resolución aboga por aumentar el acceso a internet, ya que facilita muchas oportunidades para una educación asequible e inclusiva a nivel mundial, y proporciona otros recursos para la educación.

La decisión de la ONU es particularmente relevante cuando tenemos en cuenta que algunos gobiernos han comenzado a utilizar internet y el corte de acceso como medio de controlar a los ciudadanos, incluso para cuestiones que pueden considerarse menores.

Además, centrarse en el acceso y el precio puede distraer de otro problema importante. En todo el mundo, el uso de internet está estrechamente vinculado a la educación, y muchas personas que no están conectadas carecen de educación básica y de habilidades digitales. La falta de habilidades también podría generar una crisis en un mundo actual, hiperdigitalizado.

Estar desconectados significa no poder beneficiarse de los importantes recursos socioeconómicos que ofrece el mundo digital y todos sus avances. Cuando los gobiernos y las empresas privadas buscan instalar infraestructura, también deben invertir en capacitación y educación. 

La alfabetización es un gran obstáculo: si las personas no pueden leer y escribir, si no tienen las habilidades necesarias incluso cuando internet sea asequible, no se beneficiarán de ello. Hoy en día, casi todos los servicios se pueden proporcionar a través de internet. Y la brecha está creciendo porque más servicios se están moviendo en línea.

Para ello, se han fijado siete ambiciosas metas para ampliar la infraestructura de banda ancha y el acceso y utilización de internet para todos los habitantes del planeta, con el fin de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por Naciones Unidas. Éstos fueron establecidos en septiembre de 2015 para mejorar la vida y la economía de las personas sin acceso, evitando así que la mitad del mundo estuviera desconectado.

Hacemos un resumen para internet en 2025:

• En 2025, todos los países deben disponer de un plan o estrategia de banda ancha financiada, o incluir la banda ancha en sus definiciones de acceso y servicio universales.

• En 2025, los servicios de banda ancha básicos deben ser asequibles en los países en desarrollo, representando menos del 2% de la renta nacional bruta mensual per cápita.

• En 2025, el índice de penetración de la banda ancha/usuarios de internet debe alcanzar: 75% mundial, 65% en los países en desarrollo y 35% en los países menos adelantados.

• En 2025, el 60% de los jóvenes y adultos debe haber logrado al menos un mínimo nivel de competencias en aptitudes digitales sostenibles.

• En 2025, el 40% de la población mundial debe utilizar servicios financieros digitales.

• En 2025, el porcentaje de microempresas y pequeñas y medianas empresas desconectadas debe haberse reducido un 50% por sector.

• En 2025, debe haberse logrado la igualdad de género en todas las metas. Las conclusiones son claras. Internet Universal, sí, pero reducir desigualdades económicas, sociales, educativas y de todo tipo entre las regiones sigue siendo una obligación planetaria. Porque si no, de nada sirve conectar al mundo en el entorno digital.

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