Grito de la Tierra, grito de los pobres
Grito de la Tierra, grito de los pobres
Conjugando gritos: teología de la liberación y ecología
Ezequiel SiLVA
Hace tiempo ya en América Latina, Leonardo Boff se encargaba de recordar a la Teología de la Liberación (TdL) la urgencia de la temática ecológica, planteada originalmente por teólogos norteamericanos y europeos. Su obra -Grito de la tierra, grito de los pobres hizo foco en la actualidad de la cuestión ambiental para la teología en nuestro contexto latinoamericano. Allí mencionaba, entre otras cosas, lo que de común tienen la TdL y la ecología: ambas parten de un clamor, de un grito. La primera, del grito de los pobres por la vida digna. La segunda, del grito de la Tierra, explotada y oprimida de diversos modos por los seres humanos.
Frente al estado actual de nuestro ecosistema planetario y de cara a su futuro, ¿qué papel le toca a la TdL? ¿Puede realizar algún aporte para fecundar la praxis y reflexión ecológica?
Podemos considerar tres brechas para introducirnos en esta relación posible (y necesaria) entre TdL y ecología. Primero, porque la TdL acompaña el caminar de nuestros pueblos latinoamericanos profundamente marcados en su identidad por su relación con la tierra, la naturaleza. Es la brecha histórico-cultural. Segundo, porque la TdL ha precedido y excedido prácticas que han conjugado gozosa y dolorosamente preocupación ecológica y opción por los pobres. Se trata de la brecha martirial. Por último, porque la TdL, desde su método y notas particulares, puede ser una instancia crítica saludable para la ecología. Es la brecha metodológica. Ahondemos brevemente en cada una.
La tradición cultural latinoamericana
Desde una perspectiva histórica, observamos que la TdL ha hundido sus raíces en el caminar de los pueblos latinoamericanos al ritmo de sus procesos liberadores en búsqueda de vida abundante y felicidad plena. Pueblos que están vinculados a la tierra desde las fibras hondas de su identidad, su cultura y su historia milenaria: la Pacha Mama, Madre Tierra. Para ellos la tierra, el ambiente, es constitutivo de su identidad. Sin ella no pueden comprenderse, narrarse, proyectarse, desarrollarse o soñarse.
La sabiduría de estos pueblos nos recuerda que no podemos violar a la Pacha, que generosa y gratuitamente nos da los frutos de su vientre. Estamos llamados a cuidarla, tratarla con respeto, responsabilidad y hasta veneración. La «razón instrumental» del mundo occidental nos llevó a objetivar a la Pacha, a manipularla y explotarla al punto de arrinconarla en su agonía. La riqueza de la tradición cultural de los pueblos originarios latinoamericanos nos habla de la Pacha no como algo, como una cosa, un objeto inerte; sino como alguien, con vida, que reparte su vida abundante «a mano abierta».
El pueblo de Israel, del mismo modo, también percibió que Dios regalaba la vida gratuitamente y con generosidad por medio de la Tierra. Su experiencia sintoniza, al mismo tiempo, con nuestros pueblos originarios en aquella intuición religiosa primigenia que ve en la tierra una hondura y una profundidad vinculada al misterio divino. De aquí que la TdL puede seguir abriendo esta brecha histórico-cultural en su reflexión y articulación con la ecología.
Dorothy Stang, mártir de los pobres y de la tierra
La tradición bíblico-jesuánica en América Latina ha heredado en los tiempos recientes un icono martirial que nos habla a las claras de la relación entre preocupación ecológica y opción por los pobres: la Hna Dorothy Stang. Asesinada el 12 de febrero de 2005 en la- floresta amazónica. Recibió seis cobardes disparos que le arrancaron la vida a los 73 años. Fue el intento violento de los poderosos por callar su compromiso en defensa de la vida de los pueblos originarios que habitan la Amazonia. Fue la reacción fraticida que no soportó la denuncia a los terratenientes que explotan impúdicamente a los trabajadores rurales. En el amazónico Estado de Pará (Brasil) en los últimos 33 años, hubo 772 asesinatos de trabajadores rurales y de personas que los apoyaban. Dorothy es un testimonio actual de cómo la preocupación por la conservación y el cuidado de la floresta se conjuga con la lucha por los derechos de los pobres a la tierra y el trabajo digno para su vida abundante y ciudadanía plena. Desde esta brecha testimonial –de la Hna Dorothy y de tantos compañeros y compañeras- la TdL halla cauce para su reflexión y articulación con la ecología.
Algunas reservas críticas
La pregunta por la actualidad de la TdL no deja de resonar desde hace varios años. Ya sea formulada con intención constructiva o con ánimo malintencionado, sabemos que la pregunta por la actualidad de la TdL no se responde teniendo como parámetro su visibilidad editorial o actualidad académica. Lo importante no es que ella se perpetúe como teología hegemónica, sino más bien ver de qué modo a partir de su paso, toda teología pueda ser liberadora en América Latina o en el lugar que sea. En ello reside también su actualidad. En esta línea la TdL puede ser un gran aporte para la causa ecológica.
En la TdL se habla también de la -liberación de la teología (Juan Luis Segundo). De este modo se nos advierte sobre los dispositivos opresores y legitimadores propios de la narrativa teológica, que tienen que ver con la ambigüedad de la palabra y la intencionalidad del discurso. La TdL tiene que ser también- liberación de la teologíay favorecer, del mismo modo, la- liberación de la ecología. No son pocos los teólogos y teólogas que hoy se suben al caballo de la ecología y se enrolan de manera acrítica en sus filas. La TdL en tanto liberación de la teología, puede ayudar a la ecología a desactivar en ella el mismo dispositivo opresor que late también en el discurso teológico: el fundamentalismo. Se trata de un peligro que también amenaza a la ecología.
La ecología, ayudada por la TdL, puede estar más atenta frente a este riesgo. Nadie duda de la urgencia del cuidado de la Tierra. Los datos son alarmantes, el escenario futuro incierto, las acciones transformadoras escasas. Sin embargo, la urgencia de la causa ecológica no puede autolegitimarse por sí misma, cayendo en fundamentalismos –y autoerotismos intelectuales- que pierdan el horizonte evangélico principal: el ser humano en su condición histórica de oprimido.
Presentamos tres modos concretos en que la TdL puede articularse con la ecología desde lo que denominamos «brecha metodológica». Por supuesto que hay otros; indicamos los que consideramos más relevantes. La TdL puede articularse con la ecología:
a) Siendo memoria de la centralidad de los pobres: frente al peligro de un biocentrismo abstracto de algunos ecologismos que ponen al mismo nivel toda vida, desde un insecto hasta el ser humano. Aquí la TdL debe aportar todo su vigor crítico. Sería un horror metafísico y ético ponderar de modo indistinto la vida de la ballena franca austral y la vida de los pobres e injusticiados de la tierra. La TdL debe contribuir a desarrollar una ecología a la luz de la liberación de los pobres. Mientras se introduzca esta perspectiva, aporte valiosísimo de la TdL, puede haber diálogo y articulación entre ambas disciplinas.
b) Proponiendo una ecología histórica y política: frente al peligro de una ecología deshistorizada, la TdL puede contribuir a la liberación de la ecología incorporando la memoria de los procesos históricos donde se conjugaron ambientes y territorios con colectivos humanos y procesos políticos. La tierra, los lugares, los espacios y ambientes de nuestra América Latina están fuertemente atravesados por las luchas políticas y sociales. Recuperar los procesos, hacer memoria de los actores, resaltar lo socio-político del drama de la salvación humana puede ser un aporte liberador para la ecología. En medio de la preocupación ecológica la TdL puede reponer la importancia de las luchas territoriales, de la tenencia de la tierra, de lo básico para la sostenibilidad de la vida, de las biografías y testimonios que nutren los ambientes.
c) Introduciendo el «principio-sospecha»: Así como hay una teología que legitima lo que el mercado tiraniza y construye, también hay una ecología que puede responder a intereses extraños a la vida de los pobres. La ecología es especialmente sensible a este tipo de manipulaciones del mercado. Hay una ecología «políticamente» correcta que conecta fácilmente con la sensibilidad emocional de los sujetos, logrando un alto nivel de aceptación en el «mercado» y cuya finalidad es sostener y extender la dominación de los poderes fácticos. La sospecha activa puede ayudarnos a evitar el riesgo de canonizar automáticamente todo movimiento ecológico.
La TdL, desde la exploración en el cauce de estas tres brechas, realmente puede ser un aporte fecundo para el desarrollo de una ecología latinoamericana que se inserte en los procesos sociopolíticos de nuestros pueblos. Apostamos a la potencia de esa relación y a la posibilidad de conjugar ambos gritos, que son gritos de Dios.
Ezequiel SiLVA
Buenos Aires, Argentina