Hacia el socialismo cuántico

Hacia el socialismo cuántico

Rolando Araya Monge


El fracaso del materialismo y el nuevo paradigma

Descubrimientos recientes, como la segunda ley de la termodinámica, la relatividad, la física cuántica y la mecánica ondulatoria, han posibilitado una cosmovisión diferente al materialismo y a la cosmovisión mecanicista, que hacía énfasis en el individualismo, la separación y la competencia. La nueva ciencia cuántica, ecológica y relativista, parte de otras premisas, y proyecta verdades sobre las cuales construir nuevas interpretaciones del fenómeno social. A partir de un mundo en el cual se puede convertir la no-materia en materia, el tiempo en espacio, la masa en energía y el pensamiento en moléculas, no es difícil comprender cómo educación, armonía social, belleza, solidaridad, valores, creencias y cultura pueden transformarse en bienestar material y, por supuesto, espiritual. Con estas nociones es posible pensar en un modelo social más armónico, basado en una libertad auténtica, como base del camino del Socialismo Cuántico, que no pretende ser un nuevo planteamiento o programa ideológico, aunque aspira a dar respuesta a muchas preguntas.

Los sistemas sociales y políticos más avanzados no son sólo el producto de revoluciones ni decretos, sino, principalmente, el resultado de la evolución de la mente y el espíritu. La forma de lograr el ascenso hacia un orden social superior, regido por valores como la justicia, la libertad y la solidaridad, habrá de venir mediante un cambio en las personas, dando paso así a un ser humano nuevo. La transformación social se conseguirá, gracias a un cambio de adentro hacia fuera; no necesariamente impuesto por leyes, decretos o revoluciones, pues las puertas del cambio sólo se abren por dentro, desde la transformación del individuo mismo.

El economicismo dominante presume la racionalidad del hecho económico, la teoría de que los mercados tienden al equilibrio, y la creencia de que dedicar la vida a generar ganancias es lo racional, lo natural. Pero estas son premisas falsas. La implantación de las ideas materialistas nunca llegará a producir el equilibrio en las personas ni en las naciones, pues la conducta de los humanos depende de una complejísima gama de factores subjetivos no predecibles ni sujetos al determi-nismo materialista. Lo económico es sólo una parte de la cultura, y el progreso sólo puede ser fruto del crecimiento humano, visto como una experiencia mental y espiritual.

El cambio tecnológico, ideológico, institucional y económico, no tendrá efectos sostenibles en el despliegue de la historia si es llevado a cabo prescindiendo de la dimensión espiritual. Las verdaderas revoluciones se han gestado en el corazón y la mente de los pueblos antes que en las calles. Cuando comprendamos que en realidad el protagonista debe ser el pueblo, uno mismo como individuo, y no las superestructuras políticas, cuando nos demos cuenta de que nuestra individualidad está tejida en un continuo de vida, en donde cada uno constituye una fibra de esa red, en ese instante se perderá nuestra habilidad para actuar de manera dañina para los demás, para la naturaleza y para nosotros mismos. Ahí renacerá la esperanza y recobrará sentido la lucha política.

El orden implicado social

La noción de «orden implicado» social, planteada a partir de la obra de David Bohm, permite ubicar una de las bases constitutivas de esta propuesta, la cual diverge de la mayor parte del trabajo de los políticos y sus partidos, centrado en trabajar en el orden explicado de una realidad social formada por los sistemas políticos, los modelos económicos, las instituciones, las leyes y las ideologías en general. Pero la tesis básica del Socialismo Cuántico consiste en mostrar precisamente cómo los hechos, los fenómenos sociales y la historia son manifestaciones de un orden implicado, el crisol donde los valores, las creencias, las ideas, las tradiciones y otros factores semejantes, se funden para manifestarse luego en los factores que marcan el rumbo histórico. De ahí nuestra insistencia en la necesidad de entender el cambio y la transformación de las sociedades humanas más como producto de la dinámica dentro de este orden que como resultado de las decisiones racionales dirigidas a incidir sobre los problemas.

La humanidad ha dado varios saltos cuánticos: la aparición del lenguaje, la invención de la escritura, la revolución científica de la era moderna en el mundo occidental, etc. Y ahora está a las puertas de otro cambio, basado en la trascendencia consciente de su propia mente. El avance duradero habrá de venir como efecto de la evolución de la conciencia, como saltos de paradigma que sólo pueden gestarse en lo más profundo de la conciencia de los pueblos. Serán socialistas los países habitados por pueblos solidarios, no los que tengan leyes socialistas.

Ningún sistema social avanzado puede imponerse si ha sido estructurado conforme a un modelo extraño a la mentalidad colectiva. El pensamiento decanta la realidad. Los cambios en el espíritu, las ideas y las creencias de las personas, en otras palabras, en el orden implicado social, deben anteceder a todo cambio en los sistemas. El resultado será duradero en la medida en que la solidaridad derrote al egoísmo. Si la solidaridad no ha derrotado al egoísmo, el resultado no perdurará.

Una de las claves del Socialismo Cuántico radica en la concepción de un socialismo de sujetos, de individuos libres que al ejercitar su libertad interpreten una danza colectiva y armoniosa, nacida de la expresión de la conciencia y no de mercados manipulados ni de la imposición estatal. El «principio de complementariedad», uno de los pilares de la física cuántica nos permite pensar que esta danza de individuos libres puede describirse con elementos supuestamente contradictorios, como sería hablar de socialismo individualista, o individualismo socialista. Lo que resulta una contradicción dentro del materialismo mecanicista, se convierte en una complementariedad en el paradigma cuántico. Como nos revela el hecho de que la luz se manifiesta en forma tanto de partículas (fotones) como de ondas.

Abundancia sin solidaridad no puede producir felicidad. Una vez más, valores espirituales como el amor, la verdad, la solidaridad, la unidad pueden lograr la plenitud y la felicidad. Sólo puede considerarse próspera aquella sociedad que goce a la vez de abundancia material y disfrute espiritual. La verdadera vía para la felicidad es el amor. El amor está en la base de la escala de valores del Socialismo Cuántico, y con la libertad y la paz, es la base ética de un nuevo orden social.

Democracia radical, Ecología Profunda y Transformación Educativa

El camino del Socialismo Cuántico lleva a combatir toda concentración de poder pública o privada. Distribuir el poder, político, económico, burocrático o informativo es la ruta más segura para alcanzar un orden más justo. La democracia radical es la respuesta al desafío del capitalismo global y constituye la faz de un nuevo concepto de socialismo, sin burocratismo, e implica la diseminación del poder en los intersticios de la sociedad, inserto en el todo social, y no acaparado por sujetos ontológicamente predeterminados, ni nomenclaturas, ni jerarquías privadas. Esto describe el concepto de Estado holográfico u holístico, no centrado en lo institucional, sino como sociedad organizada a través de comunidades, instituciones abiertas, redes sociales de todos los estratos, etc. Se trata de la evolución de la democracia representativa a la holocracia.

Más que una bandera ideológica, el socialismo es una categoría ética. Por eso, lo más contrario al socialismo no es necesariamente el capitalismo en su expresión económica, sino la quiebra de los valores que han mantenido la unidad y la cohesión entre los seres humanos. De todas formas, el capitalismo es la expresión más próxima a esa declinación espiritual, que permite la destrucción del tejido social a través de la obtención de la energía de cada quien, en la forma de riqueza, poder, prestigio, libertad, tiempo y seguridad, previamente arrebatados a los demás.

Sólo la transformación de la mentalidad, el imperio de una nueva escala de valores, hará posible el salto hacia un orden social superior. La crisis política de hoy es esencialmente una crisis espiritual, y no tendrá cura con los remedios que sólo atacan los síntomas. La nueva escala de valores actuará en lo más profundo de la conciencia, en el orden implicado social, para generar las fuerzas capaces de iluminar otros horizontes. Ahí arrancan las condiciones básicas. Así se produce la argamasa con la cual se puede construir un orden social más feliz. La solidaridad, la hermandad, la igualdad, la paz interior y el amor son los principios básicos, las condiciones inexcusables en todas las realidades históricas o las premisas culturales para mover el carro de la historia hacia un orden social más justo.

La ecuación con que más se identifica a Einstein -quien inspira la propuesta del socialismo cuántico-, E=mc2, tiene un valor simbólico o emblemático con respecto a la revolución científica que produjo. Queremos cerrar esta reflexión diciendo: Socialismo Cuántico = Democracia radical por amor2. Sc = Dr . A 2

Socialismo es un estado del espíritu humano. Nunca podrá lograrse por la vía del materialismo. Florecerá de cien maneras distintas, según la realidad cultural e histórica de cada sociedad, mas siempre habrá de ser el producto de una relación entre democracia y amor.

 

Rolando Araya Monge

San José, Costa Rica