Hemos sobrepasado demasiados umbrales

 

Arcadi Oliveres Cataluña, España

 

En el momento de escribir estas páginas –abril de 2020- parece existir una opinión consensuada sobre la necesidad de reflexionar acerca de la sociedad en la que nos encontramos y qué cambios parecería oportuno introducir. Evidentemente, dos páginas de un artículo nos permiten tan solo formular unas breves propuestas esquemáticas, que limitaremos al ámbito social y económico.

Primera propuesta: RENUNCIEMOS AL CAPITALISMO

Un sistema económico, completamente desprestigiado y mortífero que es capaz de sacrificar cada día unas 25000 vidas humanas en razón del hambre, y que, como muy bien afirmó la FAO en Roma en el año 2008, podría ser erradicada con una inversión anual de 50.000 millones de dólares. A título comparativo habría que decir que el “rescate bancario” llevado a cabo a raiz de la crisis financiera del mismo año 2008, supuso entre ayudas públicas y avales estatales un gasto de 10 billones (10.000.000 de millones de dólares) es decir, 200 veces más.

Un sistema económico generador de diferencias cada vez mayores entre los más ricos y los más pobres. Constatación de diferencias que ha permitido a Oxfam-Intermón afirmar, en uno de sus últimos informes, que las 26 personas con mayor poder adquisitivo de la Tierra, disponen de los mismos ingresos que 3750 millones de personas, es decir, la mitad de la Humanidad.

Un sistema económico destructor del Planeta en el que resulta constatable un calentamiento global creciente, una extensa y perniciosa contaminación, un agotamiento acelerado de los recursos básicos y una progresiva desaparición de especies.

Un sistema económico, en resumen, que tiene como a únicos hilos conductores el lucro especulativo y el crecimiento material mediante complejos productos financieros, fraude fiscal permanente, información privilegiada y corrupción, objetivos éstos que, desgraciadamente siguen siendo vigentes en buena medida en la facultades de economía y en las escuelas de negocios de muchos países del mundo.

Segunda propuesta: CAMBIEMOS RADICALMENTE EL CONCEPTO DE SEGURIDAD

En el año 1994 el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) y coincidiendo con el final de la Guerra Fría, propuso que la idea de seguridad militar fuese sustituida por el de seguridad humana (de protección social, de vivienda, ambiental, sanitaria, educativa, viaria, etc.),

Precisamente desde aquel momento se ha estado haciendo justo lo contrario, de manera que el gasto militar se ha multiplicado en más de dos veces y media, los sistemas de armamento se han sofisticado e, inclusive, una parte de la seguridad ha escapado de manos de los estados para ser privatizada.

Los resultados están bien a la vista: conflictos bélicos constantes, insuficiente investigaron en salud, instalaciones sanitarias deficientes en contraposición a una sobreabundancia de material y de personal militar, casi siempre inútiles, pese a que su validez quiera esconderse con el calificativo de “emergencia”.

En conciencia, los ciudadanos no podemos seguir participando en la financiación de unas propuestas inhumanas y sin sentido y de ahí, la imprescindible puesta en práctica de la objeción de conciencia de carácter fiscal al gasto militar.

Tercera propuesta: ESTABLEZCAMOS UN MUNDO SIN FRONTERAS

Los movimientos de población son históricamente permanentes y no interrumpibles. Responden a la necesidad de vivir mejor en el caso de que hablemos de migraciones y en la necesidad de proteger la propia vida cuando hablemos de refugio. Desde el llamado “Norte” explotamos y empobrecemos a estos países. Véase, por ejemplo, el dato según el cual lo que les cobramos en concepto de servicio de la deuda externa (pago abusivo de intereses y devolución de unos capitales frecuentemente mal utilizados –por deudores y acreedores– supone, aproximadamente, siete veces más que las transferencias resultantes de la llamada “Ayuda Oficial al Desarollo”. Al mismo tiempo, y desde otra óptica, les vendemos armas para emprender gueArcadi Oliveres Cataluña, España 235 rras en las qurras en las que ellos mismos serán las victimas mayoritarias. Cuando y como consecuencia de lo antedicho, los afectados quieren escapar hacia el Norte, les cerramos las puertas, les ahogamos en el Mediterraneo, les confinamos en los CIES (Centros de Internamiento de Extranjeros) o les establecemos múltiples tipos de muros. La Unión Europea, practica en este sentido, y mediante el llamado sistema Frontex, una política ilícita que destruye una considerable cantidad de vidas humanas”.

Para rectificar lo que estamos diciendo hace falta que la opinión pública llegue a captar el enorme beneficio que para los países, ya de por sí enriquecidos, se desprende de los movimientos de población: rejuvenecimiento de la pirámide de edad, transferencias dinerarias y tributarias favorables a los receptores y, fundamentalmente, enriquecimiento cultural como el que se ha dado a lo largo de la historia humana. Rechazar la llegada de los que desean establecerse en nuestros países resulta totalmente inaceptable en esta sociedad de cambio a la que aspiramos.

Cuarta propuesta : NO ACEPTEMOS EL CONTROL SOCIAL

Probablemente no es sencillo rechazar este control con los instrumentos informáticos de los que el poder -y detrás de él las compañías privadas– disponen. Pero hay que decir que una parte de sus prerrogativas derivan de nuestra aquiescencia, y falta de rechazo y de denuncias por nuestra parte. Facilitar más datos personales de los imprescindibles y practicar la incontinencia en las redes sociales, es en buena medida fruto de nuestra comodidad y despreocupación.

Pensemos que información es poder –y no hablemos de las “fake news”– y más todavía del poder concentrado en pocos medios de comunicación, y démonos cuenta de como, con nuestros datos, damos a sus poseedores la capacidad de presión directa y seguramente también sutilmente indirecta sobre nosotros, tanto a nivel personal como social. No se trata, ni de lejos, de mi especialidad, pero resulta necesario estudiarlo a fondo y poner en marcha sistemas jurídicos, hoy en día casi inexistentes, para poder seguir defendiendo nuestros derechos. No vayamos a caer en el falso dilema, tan publicitado en las últimas semanas, entre la seguridad –evidentemente falsa– y la libertad.