HOY ES NAVIDAD, TENGO ESPERANZA
Nacho - Colibrí
Patria Grande
Hoy es fecha patria en mi país, se está realizando el desfile. Caminamos por la plaza, gran parte del pueblo miraba hacia la calle lo que el desfile quiere mostrar y había que aplaudir para reconocerse patriota.
Entre los que miraban y aplaudían fervorosamente había una familia. Papá, mamá, su hija menor y la abuela. El padre estaba fervoroso, excitado, su hijo realizaba su primer desfile uniformado como soldado.
La niña estaba cansada y aburrida de ver pasar gente, con distintos uniformes, casi todos marcando el paso. Justo al final se nos ofrecía la frutilla de la torta: el desfile militar. La madre aguantaba en silencio con la mirada hacia abajo.
Entre los soldados obligaron a estar a los que querían ser jugadores de fútbol, músicos, maestros, doctores… pero la Patria no les ha dado las mismas posibilidades que otros hemos tenido y ahí están cumpliendo lo que otros quieren. También desfilaban ordenando a todos marcar el paso, algún jerarca que sí está ahí, por vocación familiar o ideológica.
Que distinto es pertenecer a un grupo, vestir un uniforme por: “no haber podido estar donde se soñó estar, a estar por convencimiento, por vocación”. Los cuarteles, las oficinas públicas, las grandes empresas, las iglesias, y los prostíbulos, tienen trabajadores y trabajadoras por necesidad de sustento, otros con deseo de mando y unos pocos con vocación de servicio. Dicen que en los países vecinos también hay estos mismos desfiles, con esas mismas armas, compradas en las mismas fábricas, para defenderse de otros países, si no respetamos las fronteras creadas en los días de fiesta patria. Divide y armas venderás.
No sé cuántos choclos, cuántas vacas, cuántos sueldos de educador o de trabajador de la salud… cuestan cada una de esas herramientas que no siembran ni cosechan, no educan y son hechas para matar.
Dicen que algunas de estas armas son piezas dignas de un museo, pelearon en guerras de verdad. Dicen que otras de estas armas ya no pueden ir a la guerra, pero han sido cambiadas a precio de “amigos”, intercambiadas por materia prima, saqueada, de nosotros los del sur.
Hoy día del desfile, parece que no quiso salir el sol. En el palco están todas nuestras autoridades, que obedecen a otros; que conocemos sus nombres como exitosos o compitiendo por ser los primeros en riquezas acumuladas. Sin faltar ahí arriba, alguna sotana, algún pastor, que, por tradición o interés, están ahí tejidos a los poderes. También en el palco hay uno o dos, con corazón en el pueblo… HAY ESPERANZA
La niña de aquella familia con alas de libertad, cansada, aburrida, se escapó a la plaza. Ve que una mujer india con uno de sus hijos en brazos, preparaba jugos naturales para calmar la sed del pueblo. Ve a un anciano leyendo un libro. La niña ve y hace suyo en su memoria lo que ve.
La niña camina hacia adelante y ve a dos jóvenes mujeres tomando mate y compartiendo una misma torta frita. Ve que alrededor hay palomas blancas, negras, grises. Ve palomas diferentes ahí en la plaza, junto a otros pájaros.
El padre de la niña se da cuenta que su hija no está a su lado aplaudiendo el desfile. Con dolor, desesperado, saca su mirada de los uniformados, y busca impacientemente a su hija atrás del palco de las autoridades.
Descubre a la niña en medio de la plaza. La distingue jugando con los pájaros de distinto plumaje y uno de los hijos de la mujer indígena. El abuelo cerró el libro y aplaude. Las jóvenes mujeres que se miraban con amor, observan y reconocen el amor, en aquellos niños diferentes, en el mismo juego.
El padre tironea a quien ha elegido como su mujer, ordenándole bruscamente, como siempre lo hizo, recuperar a la niña, que según el hombre, corría peligro en medio de aquella otra realidad distinta a la uniformidad del desfile, peligrosa por ser diversa.
La joven madre, fue educada para ser buena esposa y cuidar de los niños. Una vez más la mujer obedece y va hacia la plaza, su cuerpo sabe cuál es la expresión del enojo, del dueño de casa si ella no obedece callada…
Fue navidad aquel día, la mujer siguió de largo, en búsqueda de la libertad, tomó a su hija en sus brazos y se perdió en medio del pueblo. Fue navidad porque aquella joven madre dejó nacer a Jesús en ella, el Jesús que nos presentó la voluntad del Padre: liberador de los oprimidos, que da vista a los ciegos que quieren ver…
La mujer con fe o sin saberlo, estaba viviendo la voluntad del Dios de Jesús de Nazaret, voluntad que es vivir en el amor, y el amor nunca es sometimiento ni posesión, de uno a otro. El amor es liberador.
Donde hay violencia, esclavitud o dependencia, no hay amor, no lo quiere Dios, aunque lo diga el cura, el pastor o algún señor. El amor es la decisión de dos o más libertades, de caminar juntas, con un horizonte común de fecundidad.
Terminado el desfile, el padre desesperado, por haber perdido a la que consideraba “su mujer”, busca a su hijo soldado y le ordena que vaya a buscar a su madre y a su hermana menor, para que vuelvan bajo su mando.
Hoy es navidad, aunque no sea la fecha litúrgica. El soldadito se encontró con su madre, la vio resucitada, se sacó el uniforme, devolvió su arma a los que hasta ese día lo mandaban, y los tres se animaron a escapar, y recomenzar una vida verdadera, nueva en libertad.
La abuela, respiró profundamente, retirándose de su ex yerno, que se parecía a su difunto marido. Respiró con alegría, desprendiendo una lágrima, porque sentía que su hija y sus nietos se animaron a lo que ella deseó , pero no se animó.
El cambio de mirada de una niña, la liberación de una madre, transformó a un soldado en verdadero hombre de paz y logró que la abuela ahora vea que es posible ser mujer y hombres libres.
El sol nos regaló unos rayos de luz, confirmando que la decisión de la mujer y el ex soldado, fue la correcta. Por ahí andan predicando con su vida: el apartarse del poder, dejar las armas, y volar en verdad, amor, en libertad. Las palomas ahora sí volaron en paz. Aunque el padre estaba decepcionado de su hijo y enojado con su ex esposa…
El macho quedó solo, afirmado en una de las armas de los uniformados, que siempre son usadas por los débiles, los deseosos de poder y carentes de amor, utilizando a los que se tienen que prostituir por necesidad.