Instrumentos del Imperio

Instrumentos del Imperio

Aldo Etchegoyen


Es para mi un gran privilegio y gran responsabilidad representar al Consejo Mundial de Iglesias (CMI) en lo que voy a decir. Sus Iglesias representan 400 millones de creyentes en el mundo, de los cuales la mayoría están sufriendo bajo el nivel de pobreza.

En 1982 Francois Miterrand decía “Vamos hacia un mundo de islotes de prosperidad en un mar de miseria”

Lamentablemente aquellas palabras se han cumplido y aun aquellos organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) que fueron creados para favorecer el desarrollo de las naciones, han fracasado en sus objetivos. Uno de los objetivos del FMI es : «Facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado del comercio internacional y contribuir de ese modo, a la promoción y el mantenimiento de altos niveles de empleo y de ingreso real; y al desarrollo de los recursos productivos de todos sus miembros como principal objetivo de política económica».

Hoy no son organismos que sirvan al desarrollo humano sino a un continuo y mayor crecimiento de la riqueza y poder de las 8 naciones más poderosas del mundo, mientras las naciones dependientes y pobres continúan empobreciéndose a través de la transferencia de sus recursos económicos puestos al servicio de la deuda externa como también al éxodo de millones de personas que hoy ofrecen su capacitación y trabajo en el norte. Miles de ellas son altamente capacitadas en el campo de la ciencia y tecnología.

Desde la perspectiva de la fe cristiana, el injusto y desigual orden económico internacional que ciertamente, tiene graves consecuencias humanas para millones de personas, para las Iglesias miembros del CMI tiene implicaciones teológicas y se constituye en un desafío a favor de un cambio profundo de estos organismos que comienza por su forma de composición, estructura y decisiones.

Vengo de América Latina donde aproximadamente 250 millones de personas sufren exclusión y pobreza, una Región del mundo donde la mitad de los muertos son niños y niñas menores de cinco años que murieron por hambre, desnutrición y enfermedad. Por otro lado, es una Región sumamente rica en recursos naturales de los cuales se benefician las más ricas naciones del mundo.

Esta situación no es casual sino resultado de un bien elaborado plan político-económico-militar (al comienzo del gobierno militar 1976 en Argentina la deuda era de 5.500 millones de dólares, al finalizar en 1983 había llegado a 42.800) que ha llevado a nuestros países a una esclavizadora dependencia especialmente mediante el reprobable sistema de la deuda externa.

En 1975 la deuda externa de A.L. era de 69 mil millones de dólares (mmd), desde entonces fueron pagados 795 mmd hasta 1990. Hoy la deuda supera 800 mmd.

Incomprensible matemáticamente hablando: cuanto más pagamos, tanto más debemos y más pobres somos. Esto no es sólo un problema financiero sino una estructura inhumana que produce exclusión y muerte especialmente para niños, mujeres, comunidades indígenas y negras.

Hoy el mundo nos muestra este panorama, los organismos no gubernamentales y los organismos religiosos vienen sirviendo desde décadas atrás en programas de nutrición y apoyo a las personas excluidas que sufren las consecuencias de las decisiones que son tomadas en los centros de poder económico mundial.

Los centros del poder económico toman sus decisiones basándose en intereses financiero-económicos, y los organismos religiosos y sociales procuran sanar a los heridos del sistema.

¿Hasta cuándo seguirá esta muy grave situación de injusticia que permite además concentración sin límite de riquezas y continuo empobrecimiento de países? Desde el Sur reclamamos un cambio en las estructuras del FMI y BM por varios tipos de razones:

1. Humanas: La situación actual significa vida o muerte para millones de personas. 250 millones (aproximadamente el 50% de la población, como resultado del bajo nivel de empleo e ingreso, viven en el nivel de pobreza y miseria. Graves consecuencias de esto son la violencia, el deterioro de la educación, de la salud, del desarrollo y de las relaciones familiares.

2. Éticas: Una gran mayoría de las deudas han sido resultado de préstamos concedidos a gobiernos ilegítimos como fueron los militares en las décadas 70 y 80, que sirvieron a poderosos intereses económicos internacionales, causaron más de 120.000 personas desaparecidas en la Región y se beneficiaron con los préstamos recibidos, que hoy los gobiernos democráticos deben seguir pagando. Este mecanismo es éticamente reprochable. La condonación de la deuda sería una decisión importante a tomar por esos gobiernos con el acuerdo del FMI y BM.

3. Justas: La estructura y conformación del FMI y BM expresan una manifiesta desigualdad que impide una mayor participación especialmente de las Regiones del Sur, en la composición y en las decisiones tomadas. Por otro lado estos países son los más afectados en su economía, en su libertad política y situación social por las decisiones que los organismos económicos toman.

Afirmamos que son urgentes cambios que propugnen:

I. Democratización

Voz y voto no por la capacidad de riqueza y poder de los países, criterio contrario a la democracia y favorable al imperio del dinero, sino por el criterio de membrecía responsable en el organismo. Mucho hablamos de democracia en el mundo sin embargo cuando de intereses financieros se trata, prevalecen los valores del poder económico.

II. Participación

a) Igualdad en la constitución de los organismos directivos, lo cual permitiría una nueva dirección en las decisiones. Ciertamente las 8 naciones más ricas manejan y controlan todos los mecanismos del FMI y BM. De no haber un cambio en este esquema llegará el momento -si no ha llegado ya- en que esas naciones serán responsables de la más masiva violación a los derechos económicos, sociales y culturales de millones de personas tanto en las naciones pobres como en los bolsones de pobreza de las ricas.

b) Reclamamos algún mecanismo por el cual los deudores tengan voz y voto en las decisiones. Asimismo debe ser garantizada la opinión de los organismos religiosos y no gubernamentales, dado su muy importante lugar en el acompañamiento solidario a quienes sufren las consecuencias de esta desigual situación.

III. Equidad

La injusticia de la carencia de voto para la mayoría de las naciones dependientes se agrava por el hecho de que el país más rico del mundo tiene derecho al veto cuando sus intereses son afectados. Esto se transforma en un muy injusto privilegio que suele significar muy graves consecuencias. Asimismo la desigualdad se manifiesta en que Europa tiene exclusivo derecho a elegir el jefe del FMI y EEUU del BM. Esta decisión excluye la posibilidad democrática de que esos importantes funcionarios puedan ser elegidos mediante un proceso amplio y transparente en el que puedan todos los países miembros tener derecho a elección.

Esta carencia de equidad se manifiesta también en la constante presión que sufren los gobiernos democráticos para la implantación de sucesivos ajustes económicos.

Argentina, mi país, sufre constantemente esta presión y cada visita de alguna delegación del FMI se constituye en una directa amenaza a la ya insegura estabilidad económica lograda e indirecta intervención en los asuntos internos del país. La premisa de no intervenir en los asuntos internos de un país ha caído en el olvido.

Si miramos hacia A.L. en este momento todos los países estan siendo presionados para llegar a la creación del ALCA, propuesta que esconde detrás de la palabra “libertad” una carencia total de igualdad en el intercambio comercial. La dureza de EEUU en continuar manteniendo los subsidios a sus productos es un ejemplo.

IV. Transparencia

El FMI el BM mundial tienen “brazos” para cubrir áreas que están fuera de sus mandatos. Esto usurpa el mandato de otras instituciones multilaterales. Es necesario renegociar los acuerdos entre el BM, FMI y ONU.

Desde el CMI estamos vislumbrando una nueva forma de Instituciones Financieras, menos ideológicas, menos burocráticas, más flexibles y más pragmáticas. Con mayor atención al bienestar de las personas, a generar trabajo antes que hambre, y educación y desarrollo antes que exclusión. El desafío es adquirir una nueva visión en la que la vida tenga su valor real.

Respecto a la justicia económica, al CMI le preocupa la falta de compartir el poder por parte de las instituciones económicas y financieras poderosas del mundo. Cree que solamente una verdadera democratización puede hacer que el mercado, las instituciones financieras y otras relacionadas cumplan su papel. El movimiento ecuménico, por años, ha criticado la falta de la democracia económica, la flagrante desigualdad internacional en la distribución de ingresos, conocimiento, poder y riqueza. Así, el poder dentro de las Instituciones Financieras Internacionales debe ser distribuido con democracia.

Las Instituciones Financieras Internacionales exigen gobiernos responsables y democracia en las naciones en desarrollo. Ellas mismas deberían demostrar que son democráticas.

Obispo Aldo Etchegoyen

Iglesia Evangélica Metodista Argentina, Miembro del CMI, Presidente de la Asamblea Permanente por los DDHH.