Introducción: Nuestras Causas de cada día
A manera de introducción fraterna. Nuestras Causas de cada día
Pedro CASALDÁLIGA
Somos las Causas que asumimos, las que vivimos, por las que luchamos, y por las que estamos dispuestos a morir. Yo soy yo y mis causas. Mi vida valdrá lo que mis Causas valgan.
América Latina es el Continente más consciente de su comunitaria identidad. Por su unidad histórico-militante, de sangre y utopía, de muerte y esperanza, ella puede hablar colectivamente de unas Causas propias.
Y esas Causas, en cuanto latinoamericanas y en cuanto asumidas como desafío existencial y como proceso político, entrañan tres constantes, tan utópicas como necesarias, y complementarias entre sí: a) la opción por los pobres, opción por el pueblo; b) la liberación integral; c) la solidaridad fraterna.
Cuatro son las grandes Causas de la Patria Grande que esta Agenda privilegia, por creerlas fundamentales en la contextura social y espiritual de esta su «hora».
1. Las culturas raíz y testimonio; perseguidas y hasta prohibidas; marginadas y hasta masacradas. La cultura indígena, la cultura negra, la cultura mestiza, la cultura migrante. Cada una de ellas con su especificidad; más o menos conflictiva, según los tiempos y las latitudes. Hoy, las cuatro esqueleto y carne, sangre y piel de Nuestra América se ven enfrentadas con esa niveladora «cultura adveniente», que niega las identidades, prohibe la alteridad y sojuzga neocolonizadoramente.
Las cuatro defienden su autoctonía. Y, para sobrevivir y, particularmente, para contribuir con su originalidad, deben hacer alianza fraterna y defenderse de los nuevos invasores, como una sola América plural. India, negra, mestiza, migrante, sea cada vez más ella misma, esta Nuestra América singular.
2. Lo popular alternativo, el socialismo latinoamericano, la democracia integral, la civilización de la pobreza compartida pero militante, la lucha por los derechos humanos y por las transformaciones sociales juntamente con la gratuidad y la fiesta.
Muerto «el socialismo real», ¡viva el socialismo utópico! ¡Viva la democracia popular! y que se vaya muriendo la democracia neoliberal que se considera única salida de la sociedad humana y «fin de la historia».
Lo popular, y por ser popular, «alternativo» diferente de lo que se nos da, contrario a lo que se nos impone, creativo frente al fatalismo rutinario , es el programa más realista y el desafío histórico más eficaz para los Pueblos latinoamericanos; para sus líderes y políticos, para sus partidos y sindicatos, para las Iglesias que quieran ser latinoamericanamente cristianas y para ese nuevo sujeto emergente colectivo que es el Movimiento Popular.
3. La Mujer. Ella, ni menos ni más. Secularmente marginada, en casi todas las culturas; también, cómo no, en esta machista América Latina que, de por sí, es más Matria que Patria Grande, Abia Yala tierra virgen madre en constante fecundidad .
Las mujeres, todas las mujeres también las negras, también, y las indias, también, y las pobres y las utilizadas y las sometidas se están poniendo en pie de conciencia colectiva y organizada, y son, con mucha frecuencia, soporte y mayoría en las diferentes esferas del movimiento popular. Y lo serán cada vez más. Y no sólo en la praxis sino también en el pensamiento; no sólo en la militancia, sino también en el liderazgo. Y los hombres y la Sociedad y la Iglesia habrán de reconocer y respetar y dialogar, porque ya la mujer latinoamericana se reconoce altivamente, exige el respeto de la igualdad y dialoga a altura fraterna. Ni quiere los privilegios ñoños de cierto feminismo primermundista, ni aceptará fácilmente que la Sociedad o la Iglesia sigan declarando como dogma de fe la presencia y la acción de la mujer en un segundo plano sometido.
4. La ecología integral. La comunión armoniosa con la Naturaleza, madre y esposa, hábitat y vehículo. Una ecología contemplativa al mismo tiempo que funcional. Sin las distancias interesadas con que fácilmente el Primer Mundo defiende la ecología lejana… En intersolidaridad ecológica, de los diferentes Pueblos del Continente, de los Continentes entre sí y hasta en la cotidianidad del vecindario.
Herencia ancestral de los Pueblos indígenas que tan bien han sabido amar y respetar la Naturaleza, América Latina puede y debe dar al mundo esta lección actualísima de la ecología integral. Ni queremos la Tierra como un museo intocable, ni aceptamos la técnica, la industria, el mercado como la ley y el futuro omnipotentes. El primer elemento esencial para nuestra ecología es el propio ser humano, la especie viva más amenazada de extinción por la ambición de la propia especie.
Nosotros mismos queremos ser ecología consciente, convivencia pacífica, tierra cultivada y soñada utopía.
Si América Latina es nuestra Causa, estas grandes Causas de la Patria Grande, habrán de ser, diariamente, nuestras grandes Causas a lo largo del año 1993, que sigue al 1992 famoso. La vivencia entusiasmada, la defensa militante y la diaria utopía de esas cuatro grandes Causas nos posibilitará vivir otros 500 años, pero muy «otros»…; quinientos y miles… Y seremos mañana el ayer mártir ya florecido, «y seremos millones»…
Así, desde nuestra alteridad asumida y respetada, podremos dar la contribución específica que de nosotros espera el único Mundo Humano, ya sin primero ni tercero.
Y esa convivencia de América Latina con los otros Pueblos de la Tierra Humana se irá pareciendo cada vez más al Reino de Dios.
¡Sauidi, Axé, Shalom!