José Martí

Los Padres de la Patria Grande
José Martí


En 1853, el 28 de enero, nace en La Habana José Martí, hijo de españoles humildes a quienes la necesidad había arrojado a la «siempre y fidelísima Isla de Cuba», donde se conocieron y se casaron. Siete hijas tendría después el matrimonio. Fueron, dirá Martí, «pobres, muy pobres».

Cuba era entonces, con Puerto Rico, la última colonia española en el Nuevo Mundo.

El 10 de octubre de 1868 estalla, en el poblado de Yara, la primera guerra cubana contra España, que habrá de extenderse por diez años. Aunque hijo de españoles, Martí, con 15 años, se adhiere desde el primer momento a «la Causa de Yara». Publica clandestinamente su soneto «El diez de octubre». Por defender el derecho de Cuba a la independencia, es condenado a seis años de prisión, es llevado a trabajos forzados en canteras y después enviado a la isla de Pinos. Se le conmuta más tarde la pena por un destierro a España, en 1871. Va a cumplir dieciocho años y ya ha estado uno en prisión. Horas antes de tomar el barco escribe: «Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir». En el viaje redacta su primera obra de envergadura: El presidio político en Cuba.

En España (187-1074), mientras se gana la vida dando clases, estudia derecho, y filosofía y letras en Madrid y Zaragoza. Abandona España en el 74, pasa por Francia y marcha a México, Guatemala y Venezuela. Es deportado por segunda vez a España en 1879. A partir de 1881 fija su estancia en Nueva York, desde donde luego realizará rápidos viajes a México, Santo Domingo, Jamaica, Centroamérica… entregado de lleno a la preparación de la guerra contra España.

En las varias repúblicas latinoamericanas que visita se abre a la comprensión de una unidad mayor, que él denominará «Nuestra América». En EEUU se familiariza con lo que él llamará «la América europea», y ratifica la diferencia de estructura y espíritu entre las dos Américas. En su primera estancia en Nueva York, en 1880, ha presidido el Comité Revolucionario Cubano de Nueva York, intento frustrado de llevar de nuevo la guerra al país. Hasta 1887 permanecerá voluntariamente apartado de las tareas en favor de la guerra.

Para ese tiempo Martí ya se había convertido en el escritor de lengua castellana más leído y admirado en el Continente. Rubén Darío dirá de él en 1888: «a nuestro modo de juzgar, escribe más brillantemente que ninguno de España o de América». Martí había hecho periodismo ya en EEUU, pero fue gracias a su colaboración en periódicos de lengua española, una vez fijado en Nueva York, cuando su fama creció por Hispanoamérica. Sus trabajos son difundidos por más de una veintena de periódicos del Continente. Su fama continental crece, y es nombrado representante en EEUU de la Asociación de la Prensa de Buenos Aires.

A finales de los 80 los temores de Martí sobre la actitud norteamericana en relación con la otra América empiezan a hacerse visibles. En 1899 Washington convoca la Primera Conferencia de Naciones Americanas. Martí asiste lleno de ansiedad a aquel cónclave del que saldrá en el futuro la política del panamericanismo, la Organización de Estados Americanos…

En 1890 la pluralidad de tareas de Martí es asombrosa: es cónsul en Nueva York de Argentina, Uruguay y Paraguay; es elegido presidente de la Sociedad Literaria Hispanoamericana, y presidente honorario de la Liga, sociedad de negros, en la que servirá también como maestro; da además clase de español; Uruguay lo nombra su representante en la Conferencia Monetaria Internacional Americana, que tendrá también lugar en Washington…

En 1891 las condiciones internas de Cuba anuncian la proximidad de un nuevo estallido bélico. Es menester encontrarle cauce a la «guerra necesaria», o ésta será de nuevo infructuosa. Martí va a consagrarse enteramente a la tarea revolucionaria. Renuncia a los consulados de Argentina, Uruguay y Paraguay, y a la presidencia de la Sociedad Literaria hispanoamericana. Conserva, para vivir, sus clases nocturnas de español.

Los emigrados cubanos lo llaman al exterior a animar su lucha, en Tampa, Cayo Hueso… Queda decidido que los diversos clubes de emigrados cubanos que han ido surgiendo al calor de la revolución se integren en un organismo unificador. Martí redacta las Bases del Partido Revolucionario Cubano, en el que moderados y radicales se unen en torno a la tarea inmediata de independizar a Cuba. El partido es proclamado el 10 de abril. Martí es elegido delegado del partido y lo será hasta su muerte.

Para dotar al partido de un vocero oficioso, Martí funda ese año el periódico Patria. Hasta su muerte Martí llevará anónimamente el peso mayor de la redacción de este órgano, que constituye uno de los más singulares ejemplos de periodismo.

Su tarea organizativa no hace más que aumentar. El 24 de febrero de 1895 estalla la guerra. El 15 de abril es nombrado mayor general. En su Diario anota: «Llegué al fin a mi plena naturaleza». El 19 de mayo, cerca de Dos Ríos, una escaramuza los sorprende. Martí, en contra de la orden de quedar a la retaguardia, avanza hasta primera línea. Cae herido de muerte. Los españoles lo llevan a enterrar lejos. La tropa no puede recuperar su cadáver. Había muerto, como quería, «de cara al sol».

Cuando murió Emerson, escribió esta frase, que merece escribirse también en su tumba: «En él fue enteramente digno el ser humano».