JUVENTUD SANGRE DE LA HISTORIA

 

ORLANDO BENÍTEZ

Hace muchos siglos, en el marco del Imperio Romano, en un lugar llamado Nazaret, un joven abrazó un ideal con fe y compromiso teniendo la inspiración, el apoyo y el acompañamiento de mujeres y hombres jóvenes que creían y asumían el llamado de las exigencias de la coyuntura histórica de su momento. El compromiso de este joven nazareno lo llevó a enfrentar
y cuestionar las normas establecidas de la época, porque la mujer, los más pobres, los considerados “diferentes” a los estándares de la sociedad, tenían que cargar con el peso de lo establecido por las autoridades según sus criterios. Desde entonces podemos observar que en cada contexto, con normas de estado y normas religiosas, siempre hay un sector privilegiado y hay otro sector generalmente mayoritario que carga con el peso de la cruz de la vida en sus espaldas.
Así pues, este joven de Nazaret abrazaba su ideal con tanto anhelo que soñaba que otro mundo es posible donde todos los mundos puedan coexistir y aprender de sus diferencias. Fue este ideal, este compromiso, lo que llevó al nazareno al madero; en ese momento no solo abrazaba ese ideal sino también a todas las generaciones pasadas, presentes y las generaciones venideras. 
Esa historia ha sido repetida de diferentes maneras a lo largo de la historia, teniendo como protagonista a la juventud tanto en la música, deportes, modas y luchas políticas y sociales. Es decir, que desde el inicio de los tiempos la juventud con su sangre ha dado vida a la historia y así ha enfrentado y ha asumido los desafíos de ésta. Por ejemplo, la juventud se unió a la Revolución Francesa que promulgó el ideal de Libertad, Igualdad y Fraternidad; en las dos guerras mundiales las juventudes tiñeron de sangre los campos y ciudades de Europa luchando contra la instauración de una sola potencia hegemónica. También la juventud se puso a soñar hombro a hombro con Martín Luther King con “I have a dream”, imaginando junto a John Lennon con “Imagine”, debatiendo a la par de Roque Dalton con “El Turno del Ofendido” y “Poema de Amor”, agradeciendo con Violeta Parra con “Gracias a la Vida” y “volver a los diecisiete”, abrazando el canto comprometido de Víctor Jara que invitó a desalambrar porque la tierra es de quien la trabaja. Esta juventud también sintió la indignación e inició un grito en España de “sino nos dejan soñar, no les dejaremos dormir”; esta es la juventud que resucita con Romero, cuando Romero resucita en el
pueblo.
En esta dinámica llegamos a este momento histórico del siglo XXI, donde se ha instaurado muy inteligentemente un Estado de Mercado que cosifica la vida (todo tiene precio, es descartable, es desechable) por ende cosifica a la juventud también. Este “Mercado-Estado” hace uso de todos los aparatos de información y comunicación (desinformación y aislamiento) para vender
una realidad, especialmente a la juventud que se va alejando de la compleja verdad que vive la humanidad, como la crisis del medio ambiente, el retroceso en las políticas de equidad de género, el cierre a la diversidad; prevaleciendo la imposición de una sociedad de consumo donde somos consumidos y en esa línea nos volvemos más individualistas. Los temas de migración, el acceso a la canasta básica, el resurgir de guerras (en Ucrania, Palestina), la falta de oportunidades reales, integrales, para las juventudes que son la mayor parte de la población en Centro América, no son vistos, menos discutidos, mucho menos analizados.
Estas líneas, pues, son un tributo a todas las juventudes que han venido abrazando y asumiendo los desafíos de sus ideales con fe y compromiso y para ello quiero resaltar Mesoamérica donde la juventud en los tiempos de dictaduras militares (años 70s y 80s) ofrendaron sus vidas como catequistas, celebradoras/es de la palabra, agentes pastorales, pastoras/es, educadoras/es, religiosas/os, promotoras/es sociales, deportistas, artistas, promotoras/es de salud, estudiantes, juventud que igual al nazareno volvieron la mirada misericordiosa a las/os más pequeñas/os de las diferentes comunidades donde vivían y convivían y así también cuestionaron el orden social de su momento histórico.
Hoy sin duda alguna, la juventud tiene nuevos y desafiantes retos, pero la juventud también tiene la capacidad implícita de crearse y recrearse en las diferentes coyunturas de la historia que espera su momento para resurgir como un volcán encendido para purificar, dignificar y ser luz en los tiempos de oscuridad; acompañando así a las generaciones pasadas y avivando las luchas de las generaciones actuales y futuras con fe, esperanza y amor.