JUVENTUD, TRABAJO Y MIGRACIÓN EN EL TRIÁNGULO NORTE

 

JOSÉ R. REYES ÁVILA

Un millón de jóvenes han salido de Honduras, El Salvador y Guatemala (el triángulo norte) con destino a los Estados Unidos de América en los últimos años, en su gran mayoría en busca del mal llamado "sueño americano".
Los chicos dejan su tierra y su entorno próximo, simplemente para buscar un lugar donde "vivir mejor", un lugar donde creer, crecer y trabajar. El país que abandonan no provee lo suficiente para su adecuada subsistencia y tienen que abandonarlo todo para inventarse "otra vida" en algún lugar.
La migración de los jóvenes es generada por diversas causas: violencia, catástrofes naturales, maras, persecución política y violaciones de derechos humanos, entre otras. El sustrato del problema migratorio es casi siempre económico-social, pero rara vez se plantea el problema como lo que es: ¡un desastre compartido por varios países! Los jóvenes que emigran lo hacen por una mera cuestión de supervivencia y desarrollo personal, ante la falta de condiciones laborales y vitales que existen en nuestros países. La ruta empleada es la de siempre: una caravana, un coyote o un amigo para cruzar la frontera y poder llegar "al gabacho".
La odisea de cruzar México se convierte en una anécdota de viaje para los jóvenes migrantes que logran llegar al otro lado del río... en el viaje no importan las maras, tampoco importan las extorsiones o los grupos armados, los sobornos a la policía, o subirse a "la bestia": el migrante tiene que vencer estos y muchos otros obstáculos y llegar a su tierra prometida; es una cuestión de vida o muerte. No existe garantía alguna de llegar "al otro lado" cuando se migra, todo el proceso es complejo y arriesgado: migrar es cosa de valientes.
El país que dejan ¡a lo mejor resiente su marcha o tal vez no! Nadie habla de la fuga de estos jóvenes cerebros, de la pérdida de mano de obra juvenil y del peligro que esto representa para nuestros países, ya de por sí empobrecidos y mal administrados. Los jóvenes migrantes parece que únicamente interesan como "remesas" que engrosan el producto interior bruto de las naciones.                                                                                           ¡Nadie quiere dejar el país y la familia voluntariamente! Los que migran son empujados a dejar su tierra por culpa de un sistema corrupto hasta la médula y una clase política deplorable incapaces de generar empleo digno para los más jóvenes. La mano de obra en edad de trabajar se marcha, para ser "funcional" en otro sitio; el país que dejan se desangra.
La migración de los jóvenes es un problema tanto para el país de origen como para el de acogida. Esos jóvenes, son la fuerza que colaborará en el desarrollo de una sociedad que, curiosamente, necesita de la migración para su subsistencia; sin migración también están perdidos. La fuerza laboral disminuye a un lado de la frontera y al otro lado alguien obtiene beneficio... la variedad de jóvenes que migran y que son utilizados para "trabajos" no conoce de edades. Los jóvenes en general sufren este mal.
La tragedia de la migración es más dramática cuando observamos las edades de las personas que emigran. Según el académico Miguel Orozco, de la Universidad de Harvard, miembro del "Centro de Desarrollo Internacional" y especialista en migración, "muy poco se habla de la migración de menores". Una de cada 20 personas migrantes es un menor no acompañado, que salen de todo el mundo con destino a la frontera entre México y Estados Unidos, y ¡tres cuartas partes! de ellos provienen de los países centroamericanos, en especial del llamado "Triángulo Norte", precisamente los que están experimentando el mayor número de menores migrantes no acompañados.
No hay que ser muy imaginativo para advertir cuales son los problemas de los jóvenes y menores en este contexto. Cuando se migra la edad no es excusa para sufrir explotación laboral o de otra naturaleza. Tampoco hay
que ser muy ducho en ciencias sociales para entender que un país desangrado por la migración forzada de sus jóvenes está condenado.
Migrantes jóvenes y muy jóvenes huyen de una realidad que no les permite desarrollarse como seres humanos plenos; el peligro, la violencia, la extorsión, el tráfico humano o la muerte, les aguardan en ese periplo migratorio. ¡Caminante, se hace camino al andar...! decía Machado... para un migrante el futuro es incierto, tiene que afrontar muchos riesgos y caminar mucho. Yo también soy migrante.