La desigualdad social en Brasil

La desigualdad social en Brasil

Frei José Fernandes Alves


Acaba de ser presentado en Brasil este estudio sobre la desigualdad social, publicado por la Conferencia Episcopal católica (Brasília 2015).

Presentamos a continuación una brevísima selección de afirmaciones mayores de este documento, con la numeración original del texto, cuyo epígrafe es: “los pobres son los jueces de la vida democrática de una nación”.

1. Brasil nació desigual por la escasez institucionalizada, socialmente creada, de la tierra y por la esclavitud de la mano de obra indígena y negra. Así se creó el paradigma socio-geográfico de la sociedad brasileña, presente hasta hoy bajo la forma de “casa grande y senzala”.

2. Esta mentalidad de la sociedad colonial, todavía predominante, continúa siendo un problema para Brasil.

4. En el debate sobre la desigualdad en Brasil, se dan diferentes análisis: de un lado, evidenciando en estos doce últimos años su disminución y un cambio en el cuadro social y económico del país; por otro lado, minimizando los resultados presentados por la debilidad de los datos, poco seguros.

5. La desigualdad de la propiedad es mucho mayor que la desigualdad medida a través del flujo de renta del trabajo o de beneficios de políticas públicas. Considerando otras fuentes de renta y no sólo la del trabajo, se perciben mejor las grandes desigualdades sociales.

9. Las 15 familias más ricas del país tienen un patrimonio equivalente a 270 mil millones de reales, el doble de los recursos destinados a 40 millones de personas atendidas por el programa “Bolsa-Familia” con una inversión de R$ 137.300 millones, en los últimos 11 años.

21. Si se dio una pequeña inclusión en el mercado de consumo, no hubo, ni hay todavía, cambios de orden estructural que garanticen esa conquista en términos de ciudadanía, con acceso a servicios y bienes públicos para las poblaciones de las “senzalas” de hoy.

24. El conflicto distributivo está latente y el signo de reversión de esas políticas redistributivas viene dado por la agenda conservadora de reformas en los fundamentos del Estado de bien-estar social. Esa agenda persigue el recorte de derechos sociales y la desvinculación tributaria a esos derechos sociales de manera persistente. Disociar derechos sociales de deberes fiscales es el principal proyecto del campo conservador, con evidentes consecuencias negativas para el tímido ensayo redistributivo inaugurado por la Constitución de 1988.

26. Las políticas sociales y agrarias son cruciales para disminuir la desigualdad social. Dependen sustancialmente de la redistribución de la renta y de la riqueza social, que solamente pueden llevar a cabo las políticas públicas bien estructuradas.

31. El desarrollo de la actividad financiera sigue una lógica vuelta sobre sí misma, que considera el lucro como el valor supremo, sin preocuparse por el bien común, sin criterios éticos que orienten las actividades económicas y financieras, de tal modo que “los pobres siempre se vuelven cada vez más pobres y los ricos, cada vez más ricos”.

33. El protagonismo de la sociedad civil en las transformaciones estructurales fortalece la democracia participativa y redefine el papel del Estado en la implementación de políticas públicas más justas, que puedan revertir situaciones de desigualdad social.

40. Una nueva mentalidad que priorice la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos, es imprescindible para el ejercicio concreto de una solidaridad que “reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. (...) Estas convicciones y prácticas de solidaridad, cuando se hacen realidad concreta, abren el camino a otras trasformaciones estructurales y las hacen más probables”. Oír el clamor del pueblo, sobre todo de los más pobres, es hacer justicia no sólo a los derechos humanos, sino sobre todo, a los derechos del pueblo que garantizan la paz verdadera.

 

Frei José Fernandes Alves OP

Goiânia, GO, Brasil