La novedad del socialismo nuevo

La novedad del socialismo nuevo

François Houtart


El concepto de «socialismo nuevo» implica, como punto de partida, la necesidad de deslegitimar el capitalismo y de cambiar la lógica de la organización económica, social, política y cultural del mundo; y en segundo lugar, necesita encontrar nuevas orientaciones sobre la base de los logros, errores y graves fallas del socialismo realizado anteriormente.

1. Deslegitimar el capitalismo

Asistimos a un proceso inédito en la historia de destrucción del ambiente y de desigualdad humana. El clima está en peligro. Los gases de efecto invernadero, especialmente el CO2 (dióxido de carbono) crecen en la atmósfera, consecuencia de la actividad industrial, del transporte, del hiperconsumo. La Tierra se está calentando: 0’7 grados centígrados durante el siglo 20, y podría ser que de 1 a 4 durante el siglo 21. La biodiversidad se está destruyendo a gran velocidad. Dentro de 40 años, si no se toman las medidas oportunas, entre el 20 y el 40 % de las especies vivientes, vegetales y animales podrían desaparecer. El problema del agua ya es serio en varias partes del mundo, y el modelo de crecimiento la contamina gravemente en el subsuelo. Los efectos económicos y sociales del calentamiento de la Tierra empiezan a revestir proporciones inquietantes.

Por otra parte, las desigualdades sociales continúan creciendo. Jamás se ha producido tanta riqueza en el mundo, y nunca hemos tenido un número tan elevado de pobres. Más de 800 millones de personas viven bajo de la línea de pobreza (2 dólares al día). En América Latina, el número de ellas aumentó en 10 millones entre 1990 y 2000.

Esta situación es el resultado de la lógica del capitalismo, con efectos acelerados durante el período neoliberal. El aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera, y de la temperatura de la Tierra, registran un ritmo mucho más alto a partir de los años 70, cuando comenzó la orientación neoliberal de la economía mundial, que implicó una utilización mayor de recursos naturales, sobre todo en el campo de la energía.

El crecimiento económico espectacular del período fue absorbido por el 20% de la población mundial, que utiliza el 84% de todos los recursos, mientras el 20% inferior comparte solamente el 1’4% de la riqueza mundial. Este 20% forma parte de la «muchedumbre inútil» para el capital, porque no produce valor agregado, ni posee poder de compra. En verdad, en la lógica del capitalismo, todo debe contribuir a la acumulación de capital, y por eso todo tiene de convertirse en mercancía, la única fuente de ganancia. De ahí el afán por privatizarlo todo, hasta de los bienes esenciales de la vida, como el agua, la salud o la educación.

Frente a esta situación, totalmente irracional desde el punto de la vida de la Humanidad, podemos concluir que jamás en la historia hemos conocido sistema más ineficaz. Ésta es la base de la deslegitimación del capitalismo: no corresponde a las exigencias de la economía, ni tampoco a una ética de la vida. El capitalismo produce muerte.

2. Construir un socialismo

El socialismo «nuevo» es a veces llamado el «socialismo del siglo 21». No puede ser nuevo en el sentido de no contradecir la lógica del capitalismo... Se trata necesariamente de una lógica postcapitalista. Por eso, debe quedar muy claro que los compromisos de la llamada «tercia vía» o de la social democracia, no corresponden a la noción de “socialismo nuevo”. Representan un esfuerzo por humanizar el sistema, pero no por cambiarlo en profundidad. Las consecuencias del capitalismo son tales, que no se puede aceptar una política económica tan destructiva.

Aunque un período de transición es necesario, hay que tomar medidas inmediatas, porque la gente no sufre o muere de hambre mañana, sino hoy. Pero esas medidas tienen que inscribirse en la perspectiva general de la construcción del postcapitalismo, y no ser solamente iniciativas de adaptación.

Así, el «socialismo» nuevo consiste en construir una verdadera alternativa al capitalismo, afirmando que los recursos de la Tierra, que pertenecen a todos, deben ser protegidos, y que la solidaridad entre los seres humanos debe prevalecer sobre el individualismo. Si decimos socialismo «nuevo», significa que reconocemos tanto los logros como los errores y aun los crímenes del socialismo del pasado, y que queremos aprovechar el pensamiento y las experiencias socialistas para dar un paso adelante.

3. Los cuatro ejes fundamentales del socialismo nuevo

Las metas del socialismo nuevo, o su «utopía», en el sentido positivo de la palabra, pueden expresarse en cuatro grandes ejes.

El primero es la utilización renovable de los recursos naturales. Eso significa una filosofía de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza completamente diferente de la que orientó el capitalismo. Hemos de pasar del concepto de «explotación» al de «simbiosis». La lógica capitalista se apoyó sobre la idea de un progreso lineal posibilitado gracias a una fuente ilimitada de materias primas para satisfacer las necesidades humanas. Por otra parte los procesos de producción y de distribución no tomaban en cuenta los daños ecológicos, considerando que caían fuera de los cálculos del mercado. El resultado ha sido lo que sabemos hoy.

Al contrario, el respeto a la naturaleza significa el reconocimiento de que los seres humanos formamos parte de ella, y que el concepto tradicional de la “Pachamama” corresponde a una exigencia de sabiduría mucho más adecuada para la situación del mundo contemporáneo. Es por eso por lo que el carácter de «renovable» debe ser respetado estrictamente, en el sentido más amplio, desde la utilización de los recursos hasta la realización del equilibrio ecológico y climático. El uso de los recursos no renovables tendrá que ser controlado colectivamente en función de una racionalidad adecuada.

En verdad, el socialismo del siglo pasado provocó también catástrofes naturales enormes, y es también por eso por lo que debemos hablar de un socialismo «nuevo», que toma sus distancias frente a una modernidad definida como un proyecto antropocéntrico sin límites.

El segundo consiste en privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio, es decir las necesidades humanas sobre la ganancia. El capitalismo valora de manera casi exclusiva el valor de cambio, porque sólo puede producirse una ganancia -que es la base de la acumulación del capital- cuando un bien o un servicio se transforma en mercancía. El capital está considerado como el actor clave del crecimiento. Dar el predominio al valor de uso tiene consecuencias practicas considerables, tanto sobre la producción como sobre la distribución de los bienes y servicios. Produciremos bienes más duraderos. Se utilizará menos el transporte. Así consumiremos menos recursos naturales, y la producción de gases de efecto invernadero será menor. Eso significará también un control colectivo de la producción y de la distribución, según fórmulas que no se reducen a la estatalización. Se trata pues de una lógica de organización económica opuesta al pensamiento del capitalismo, y regida por el reconocimiento de que la economía es la actividad destinada a producir las bases de la vida física, cultural y espiritual de todos los seres humanos en el universo.

En este sentido el socialismo del pasado había tenido logros reales, que se podrían recordar aquí...

El tercer eje es la democracia generalizada, extendida a todas las relaciones humanas. En el plano político, evidentemente, con una democracia participativa que completa una democracia parlamentaria (no corrompida por el capital). En el campo de la economía, el proceso antidemocrático de la toma de decisiones en la lógica de la hegemonía del capital, debe ser cambiado. La democracia debe afectar también, profundamente, a todas las instituciones políticas, sociales, culturales, religiosas, y a las relaciones de género.

Sin duda, el socialismo del siglo pasado, a pesar de su insistencia inicial en la participación popular, se transformó, por varias razones, tanto internas (burocracia) como externas (guerras frías o calientes), en un sistema autoritario y de privilegios. Un socialismo nuevo será democrático o no será.

El cuarto eje es la multiculturalidad, que significa dar posibilidad a todas las culturas, -incluidas las de los pueblos indígenas-, a todos los saberes, todas las filosofías, todas las religiones... de participar en este proceso. La cultura occidental no puede seguir siendo la única valiosa y hegemónica, imponiendo modelos de pensar y de consumir. El capitalismo ha sido el principal medio de transmisión de esta superioridad. El socialismo del pasado ha sufrido la misma herencia, y tendrá que reorientar su meta en este campo.

Sobre esta base, las estrategias de lucha se precisarán y los actores del proceso se definirán.

 

François Houtart

Bélgica – América Latina