LA NOVIOLENCIA ES EL CAMINO
GEMA FOUCE FERNÁNDEZ, ANTONIO MARÍA MARTÍNEZ GÓMEZ, JUAN CARLOS MARTÍNEZ HERRÁIZ
Los humanos somos mucho más hermanos y parecidos de lo que creemos. Las palabras de otros/as fueron un bálsamo muchas veces para nosotros, otras un trampolín, una palanca para mover y cambiar el mundo… Se preguntaba Gloria Steinem (y nos preguntamos): “¿Qué pasaría si tan solo una generación fuera criada con respeto, y sin violencia?” Y si añadimos además el diálogo, la combinación perfecta está servida.
A menudo pensamos en la juventud con mucha melancolía creyendo que cualquier tiempo pasado fue mejor, cuando en realidad es el espejo de nuestras acciones y omisiones. Somos, y no podemos dejar de serlo, el reflejo de la educación que nos hemos brindado. Pasamos el testimonio a unos seres humanos llenos de vida y de iniciativa que deben ser incluidos en el tejido social para crear un mundo más habitable.
Hoy en día prendemos el televisor y los “medios de desinformación” nos acribillan con escenas del mundo donde la violencia parece un gigante invencible. Llegamos a normalizarlo y nos sentimos pequeños e indefensos ante tantas situaciones realmente desgarradoras. ¿Qué podemos hacer nosotros ante tanta barbarie? Es un mecanismo perverso para dejarnos inmovilizados. Podemos hacer mucho. Más de lo que creemos. Y lo mejor es que no estamos solos. “Mucha gente pequeña, en lugares diversos de la geografía, haciendo cosas pequeñas, está cambiando el mundo”, como apuntaba Eduardo Galeano (aunque hay autores que aseguran que este es un proverbio africano).
Para nosotros la respuesta está en la Noviolencia. Una forma de vivir, de estar aquí, de respirar… De sentir que nada de lo humano y del mundo nos es ajeno. De rechazar cualquier acción violenta, porque la violencia engendra más violencia; de buscar una alternativa para crear una humanidad compartida donde los problemas son globales y donde nos reconocemos como hermanos a pesar de nuestras diferencias, de perdonar desde prácticas restaurativas que traen sanidad al corazón, de restablecer la justicia social, de desobedecer mandatos injustos que llenan a los más vulnerables de fragilidad.
No nos gusta pensar en las personas que encarnaron la Noviolencia en sus vidas como héroes o heroínas. Eso nos aleja de la posibilidad real de poder andar su camino y ensancharlo. Eran y son personas como nosotras, con sus miedos y sus inseguridades, pero firmes en la idea de la paz como su ancla. Conocemos a Gandhi, Luther King, César Chávez, Rosa Parks, Malala, Irene Sendler…. Grandes que nos pueden hacer pensar que no estamos a la altura. Sin embargo, y aunque parezca increíble creerlo, nuestro mundo está lleno de solidaridad real. De gestos aparentemente pequeños que constituyen una verdadera revolución y están cambiando el mundo. Gestos que todos podemos llevar a cabo en nuestra vida cotidiana y que van construyendo una historia de bondad entre los seres humanos. Estos gestos pueden unirse e ir creando una red y a partir de ahí gestar un grupo no violento que nos permita avanzar juntos en el camino. Dedicarnos, implicarnos con lo que somos y tenemos, y hacerlo con otros. Esa es la clave.
Si empezamos a practicar la Noviolencia en nuestro ámbito más cercano, donde también es muy necesaria, podemos ir dando pequeños pasos a acciones más grandes. ¡Cuánta necesidad de Noviolencia en lo cotidiano! De diálogos serenos, de escuchar al semejante, de perder algo yo para que ganemos todos, de empatía, de dar espacio, de promover el empoderamiento de quienes viven como si fueran inferiores, de dejar de querer tener siempre la razón, de perdonar las pequeñas y grandes ofensas que nos hieren… Dejar que estas aparentemente irrelevantes acciones nos calen de tal forma que sean una parte de nosotros mismos, e irnos encontrando para construir juntos la Noviolencia, esa forma de vivir que implica el amor hacia todos los seres vivientes, hacia toda forma de vida. Esa manera de relacionarse que rompe con la espiral de violencia y que nos hace tomar partido por los que son aplastados por las injusticias.
Quisiéramos recordar aquí también la letra de la canción “Desaprender la guerra” del querido amigo Luis Guitarra. Esas guerras que padecen miles de seres humanos, pero también las guerras más sutiles, más pequeñas, que nacen en cada uno de nuestros corazones: cuando odiamos, cuando mantenemos un rencor que nos hiere por dentro, cuando no sanamos las heridas, cuando nos negamos al perdón y a la reconciliación... Hagámoslo realidad: perdonemos y reconciliémonos.
Esa dimensión personal y política (entendiendo “política” en su sentido real: la búsqueda y construcción del bien común) que nos permite explorar soluciones creativas a los conflictos y que tiene cabida para cualquier persona.
Este ha sido nuestro caminar, y en nuestros pasos nos hemos encontrado con otros “soñadores” como diría John Lennon. Soñadores despiertos y activos, desobedientes y amantes de la verdad y de la justicia… En este caminar hemos encontrado al “Colectivo Noviolencia”, un espacio abierto y plural formado por personas de distintas creencias, religiones y razas, pero con el claro objetivo de impulsar juntos la Noviolencia en el mundo. Como colectivo realizamos diferentes acciones. Cada dos de octubre, Día Internacional de la Noviolencia, por ejemplo, hacemos una marcha por la Paz y la Noviolencia cuyo lema es “Transformar el Mundo con la Fuerza del Amor”, traducción libre del término sanscrito acuñado por Gandhi: “Ahimsa”; mientras recorremos las calles del centro de Madrid con pancartas con mensajes que invitan a la Noviolencia, repartimos octavillas entre las personas con frases inspiradoras, como la célebre de César Chávez: “Ayúdanos a amar a aquellos que nos odian. Así podremos cambiar el Mundo”, o ésta de John Dear: “La Noviolencia confronta la injusticia con amor activo”. Nos centramos en no ver al otro como enemigo, sino como persona, llegar hasta su corazón y ablandar el nuestro para que deje de ser considerado enemigo. Deconstruir este mito con la fuerza de la Noviolencia. Salvar al enemigo, salvarle de su propio mal, de la propia opresión que está ejerciendo sobre el oprimido.
También realizamos Encuentros, como el de “Educación y Noviolencia”, el de “Perdón y Reconciliación”, Encuentros de Verano para formarnos y seguir difundiendo la cultura de la Noviolencia, repensar acciones y nutrirnos unos con otros.
La Noviolencia ha ido ocupando en el corazón de las personas, de los pueblos y de las luchas sociales el lugar que siempre debió tener: una práctica, un estilo de vida, una forma de senti-pensar-actuar que toca todas las fibras y todas las dimensiones personal, familiar, social, educativa, política, económica, organizativa, religiosa…
Hay que seguir profundizando y dando a conocer (difusión en redes, en círculos cercanos y lejanos) lo que significa y es la Noviolencia. Si nos atreviéramos a hacer la experiencia de preguntar a 10 personas de nuestro entorno más o menos cercano “qué es la Noviolencia para ti?”, nos llevaríamos grandes sorpresas.
Durante años se entendió, y así les interesó a los grupos de poder, la Noviolencia más desde el “no” que desde el “sí”. Como una no acción, una no toma de postura, un no ser violento, como quien deja pasar las cosas, o disculpa y acepta todo: algo cándido y sin relevancia.
Lejos de eso la Noviolencia tiene mucho de provocación, orienta hacia un cambio radical y total de la persona y del entorno; implica creatividad, disciplina, desobediencia, planificación, estrategia y evaluación permanente.
A ti, que estás leyendo este artículo, te invitamos a conocer las experiencias noviolentas que distintas personas desarrollaron y siguen desarrollando por el mundo. Alzarte sobre tus pies para formar parte de esta familia constructora de Paz, de Justicia Social y Medioambiental, y de la verdadera humanidad.
Parafraseando a Thomas Merton, la idea de la compasión, bien entendida, no como una pena por el otro, sino un sentir con el otro se basa en un profundo conocimiento de la interdependencia de todos los seres vivos, que todos somos parte unos de otros. Amiga, amigo… “No hay camino para la paz, la paz es el camino” (Gandhi). Es nuestra única alternativa. Lo que realmente nos salvará de la barbarie y nos convierte en plenamente humanos. Deja que el amor sea tu fuerza y tu motor para cambiarte y cambiar el mundo.