Las causas de tantos desastres ambientales
Las causas de tantos desastres ambientales
«Brasil de Fato»
En enero de 2011 hemos sufrido una nueva tragedia. Más de 600 personas han perdido la vida en la sierra de Rio de Janeiro. Y otras decenas de personas han pagado con su vida en São Paulo, Minas Gerais...
La televisión y los medios de comunicación de la burguesía están cumpliendo su papel: transformaron la desgracia ajena en un espectáculo permanente, en el que se asiste a todo, menos a lo más importante, que es el debate sobre por qué está ocurriendo todo eso.
A la televisión no le interesa debatir las causas. Su objetivo no es resolver los problemas sociales, sino solamente aumentar la audiencia, para aumentar sus ingresos por la publicidad que cobran de las empresas.
A la clase dominante, la burguesía brasileña y sus representantes en el Estado brasileño, tampoco le interesa debatir cuáles son las causas de estos desastres ambientales. Saben que un debate más profundo apuntaría seguramente hasta ellos incluso, como principales responsables y causadores de esas tragedias.
Pero, afortunadamente, han aparecido análisis serios, de estudiosos y especialistas ambientales, que nos llevan a entender y a explicar dónde están las verdaderas causas de esos «desastres naturales», provocados por la acción humana, que se han repetido sistemáticamente en el territorio brasileño. De esas evaluaciones, podemos entresacar las principales causas:
1. Estamos agrediendo permanentemente al bioma de la Amazonía y del Cerrado, destruyendo la vegetación nativa e introduciendo el monocultivo y la ganadería. Eso ha alterado el régimen de lluvias y ha creado un verdadero canal que trae lluvias torrenciales del Norte para el Sudeste.
2. Al no respetarse el medio ambiente alrededor de las ciudades se ha cometido una agresión, y ya no hay áreas de protección en las cumbres de las montañas, en las vaguadas ni en las márgenes de los ríos. De manera que cuando aumentan las lluvias, caen directamente sobre las zonas de vivienda y sobre la infraestructura social existente.
3. Se ha dado una impermeabilización de las ciudades en función del automóvil, para que pueda ir más veloz. Todo es asfaltado. Y cuando llueve, la velocidad de las aguas aumenta abruptamente, en tiempo y volumen.
4. Tenemos una especulación inmobiliaria perma-nente, que sólo busca lucro y empuja a los pobres hacia laderas, vaguadas, orillas de los ríos, arroyos y manglares.
5. El modelo de producción agrícola del agronegocio ha introducido el monocultivo extensivo, sobre todo con pasto, caña y soya, que han desequilibrado el medio ambiente al destruir la biodiversidad vegetal y animal. Esto altera el régimen de lluvias. O sea: lluvias torrenciales, concentradas en volumen y en determinados días. Se debe a un tipo de agricultura que ha roto el equilibrio que se daba en la biodiversidad natural. La agricultura familiar -que practica la agroecología y la agrofloresta- es fundamental para el equilibrio del régimen de lluvias, clima y temperaturas en todo el territorio nacional, incluso en las ciudades.
6. Las ciudades brasileñas están siendo organizadas sólo en función del transporte individual, del automóvil, que sólo da lucro para media docena de transnacionales instaladas en el país. Se invierten entonces voluminosos recursos en obras de vías públicas, se construyen puentes, túneles, viaductos, se entierran riachuelos, etc. Todo ello altera el equilibrio que había en los campos ahora urbanizados.
7. La población urbana ha perdido la costumbre de tener jardines, huertas familiares y más áreas verdes en las ciudades, que podrían regular el volumen de las lluvias y el equilibrio de las temperaturas. La gente es inducida a impermeabilizar los alrededores de sus casas.
8. Ningún gobernante o agencia estatal toma medidas preventivas que puedan avisar y desplazar las poblaciones a lugares seguros, como se hace en la mayoría de los países. Hace dos años Cuba sufrió un ciclón que arrasó su territorio, pero hubo apenas tres muertos en todo el país, porque antes desplazaron a millones de personas a refugios y el Estado les dio protección.
Todo esto forma parte de un modo capitalista de organizar la vida social sólo para el lucro, lo que representa el desastre, la desgracia y un alto costo de vidas humanas, cada vez mayor. Por tanto, mientras la sociedad y los gobernantes no se conciencien, asuman sus responsabilidades y tomen medidas concretas para afrontar las verdaderas causas, desgraciadamente veremos repetirse periódicamente las tragedias ambientales y sociales.
«Brasil de Fato»
Editorial de la edición 412, del 19/01/2011