Las monjas verdes

 

Las monjas verdes, Judith Ress , Chile

Intentos por forjar comunidades sustentables y la vez post-patriarcales están brotando alrededor del globo en la medida que más y más gente se da cuenta que la humanidad debe encontrar maneras alternativas y sustentables para sobrevivir. Aunque la extensión de estas comunidades es tan variada como las personas que las integran, me gustaría subrayar el increíble crecimiento de “centros de educación ecológica”—o a veces llamados “centros de eco-espiritualidad” o incluso “eco-monaste-rios”—que están siendo establecidos más y más por grupos de religiosas católicas.

Algunas congregaciones religiosas femeninas parecen ser el grupo más susceptible para abrazar este anhelo emergente de formar eco-comunidades. Influenciadas especialmente por el pensamiento del geólogo Thomas Berry (1914-2009) y su invi-tación para “rehabitar la tierra”, aprendiendo de la misma tierra. Las monjas se están convirtiendo rápidamente en agricultoras orgánicas, horticultoras, cocineras vegetarianas, maestras de Reiki y practicantes de la salud holística, botánicas de base, astrónomas aficionadas, y maestras/líderes de ecología y cosmología todo dentro de los nuevos centros que están fundando (que muchas veces son sus propias Casas Madres (Motherhouses) recicladas). Adonde quiera que voy, veo ramificaciones de estos centros de educación ecológica: existen tres (de lo que yo sé) en mi estado natal de Ohio en los Estados Unidos. He visitado tales centros en Brasil, Nicaragua y Costa Rica. Una de las más famosas está en la selva panameña del Darién fundada por las religiosas de Maryknoll (ver su programa ecológico, the web of life: Melinda Roper cpastoralsantafe@gmail.com).

Estas monjas están tremendamente atraídas por lo que Berry llamó “la nueva cosmología”. Berry enseñó que la humanidad, después de haber destruido el planeta por generaciones, está despertando a una nueva manera de ser parte de la comunidad de la tierra que sería mucho más interdependiente. El pensamiento de Berry está moldeando su espiritualidad, su manera de rezar y hacer rituales. Pero también son mujeres prácticas: tienen una gran atracción para aprender sobre tratamientos naturales para sanar a aquellos con quienes trabajan, sean estas víctimas de violencia, los moribundos, los niños malnutridos o las perso-nas indigentes y ancianas. Hay un buen número de religiosas que se han autoeducado calladamente como “médicas” para tratar enfermedades específicas.

Aunque no necesariamente pueden estar de acuerdo con que se les llame así, están asumiendo un rol antiguo y reverenciado entre los pueblos indígenas latinoamericanos: el de la curandera, o machi. Así como aquellas mujeres de la antigüedad, también saben que la sanación involucra al cuerpo tanto como al espíritu. No sólo aplican sus talentos de matrona y remedios a base de hierbas, sino también su preparación en psicología y consejería para ofrecer una integralidad a las personas que sirven.

Mucha de la inspiración para estos centros viene de “Genesis Farm” (Granja Génesis), un centro de educación ecológica ubicado en el estado de Nueva Jersey y fundado en 1980 por la religiosa Dominica Sister Miriam Therese MacGillis. Una discípula apasionada de Tomás Berry, MacGillis no solamente tiene una granja orgánica viable, sino que ha inspirado proyectos como huertos comunitarios, una escuela primaria local donde se enseña “la nueva cosmología”, un programa de maestría universitaria sobre sustentabilidad ecológica, y un movimiento para aprender sobre los ecosistemas de la región y luego protegerlos. También realiza rituales para marcar los cambios de las estaciones. (Participé en el ritual del solsticio de verano, donde MacGillis unió a Juan El Bautista con aquella personalidad que viene de los márgenes para invitar a la comunidad para que adquiera un nuevo sentido de sí misma. Como parte del ritual, cada una de nosotras hicimos nuestras propias coronas de flores del verano y bailamos la danza espiral liderada por Miriam Therese.)

MacGillis está invitando a toda una generación de religiosas para volver a enraizarse. Citando a Berry, que dice que trabajar en un huerto es activar los misterios más profundos del universo, ella ve esta actividad como “una invitación dentro de la trayectoria del cosmos a medida que se despliega y revela a sí mismo en una coliflor. Al entrar en los espacios interiores del mundo natural es confrontar nuestra propia arrogancia. Debemos desarmar en nosotros mucha de estas actitudes de dominación interior o de indiferencia si queremos descubrir lo divino”.

Estos centros de eco-espiritualidad también están inspirados con un sentido renovado del significado de los votos de pobreza, castidad y obediencia.

El voto de pobreza pasa a ser el llamado para estar satisfecha con la comunidad de vida y el papel de los humanos dentro de ella: Estaremos contentas y gozosas cuando reconozcamos nuestro propio lugar en esa comunidad. Así, seremos capaces de frenar nuestra adicción al consumo, que se está comiendo vivo al planeta. Desde esta perspectiva, seremos capaces de tocar la energía necesaria para crear las nuevas formas de sustentabilidad que tanto necesitamos en estos tiempos.

El voto de castidad está visto como la necesidad humana para conectarse. MacGillis nota que hoy en día existe una tremenda herida en la construcción del Yo. El lado oscuro de esto es que a menudo manipulamos a otros en función de nuestra propia autoestima. El llamado aquí para los humanos es "ser puros de corazón", ser "castos" - lo que es una manera de ver. Ello tiene que ver racismo y militarismo. "Estamos llamadas a testimoniar en contra del hecho que todo el planeta ha sido llevado hacia una objetivación pornográfica. Para MacGillis, una falta de castidad da como resultado el sexismo, el racismo y el militarismo. Y ahora todo el planeta tendrá que ser "casto" para sobrevivir - tendrá que vernos a todos como sujetos no como objetos, dice ella.

Finalmente, el voto de obediencia está visto como un llamada de responder a la creatividad en el corazón del universo, que exige una profunda escucha. Acá, prácticas de meditación colectiva y poner atención a nuestra intuición están a la orden del día. y debemos ser obedientes a ese proceso.

MacGillis ve este entendimiento de la pobreza, la castidad y la obediencia como una llamada para todos los humanos. Los votos ahora deben ser vistos como una alianza con la tierra para protegerla, defenderla y cultivarla. Ella añade: "Estamos invitadas a ser una presencia en nuestra bioregión. A desarrollar la capacidad de escuchar las voces de esta comunidad sagrada. A escuhar las escrituras del mundo natural a formar nuevas comunidades en nuestras bioregiones. Debemos recordar que la tierra es primaria; los seres humanos derivados"

De hecho, desde 1994 ha existidouna red informal de mujeres que comparten una profunda preocupación por la crisis ecológica y espiritual de nuestros tiempos y que quieren apoyarse en la gran tarea de sanar el espíritu humano restaurar el tejido de la tierra. Son maestras, jardineras, artistas, escritoras, administardoas, directoras de retiros y talleres, madres, contemplativas y activistas... Esta red para compartir y apoyarse está abierta a todas las mujeres cuyas vidas y trabajo permite identificarse como "Hermanas de la Tierra". Yacasi somos 300 en todo el planeta. ¡Quizás también estás llamada a ser una "hermana de la tierra"!