Los datos demográficos de la «Conquista»

Los datos demográficos de la «Conquista»

 

Ante la falta de estadísticas contemporáneas, la cuestión del número de indios aniquilados podría ser objeto de una simple especulación, que implicara las respuestas más contradictorias. Cierto es que los autores antiguos proponen cifras; pero, en términos generales, cuando, por ejemplo, Bernal Díaz o Las Casas dicen “cien mil”o “un millón”, podemos dudar de que hayan tenido alguna vez la posibilidad de contar, y si esas cifras finalmente quieren decir algo, ese algo es muy impreciso: “muchos”. Por eso no se tomaron en serio los “millones”de Las Casas, en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, cuando trata de especificar el número de indios desaparecidos.

Sin embargo las cosas cambiaron por completo desde que algunos historiadores actuales, empleando métodos ingeniosos, llegaron a calcular en forma bastante verosímil la población del continente americano en vísperas de la conquista, para compararla con la que se registra cincuenta años más tarde, sobre la base de los censos españoles. No se ha podido dar ningún argumento serio en contra de esas cifras y aquellos que, hoy en día, las siguen rechazando lo hacen porque el asunto causa un profundo escándalo. De hecho, esas cifras dan la razón a Las Casas: no es que sus cálculos sean confiables, sino que la magnitud de sus cifras es del mismo orden que las determinadas en la actualidad.

Sin entrar en detalles, y para dar sólo una idea general, diremos que en el año 1500 la población mundial debía ser de unos 400 millones, de los cuales 80 estaban en las Américas. A mediados del siglo XVI, de esos 80 millones quedan 10. Por ejemplo en México: en vísperas de la conquista su población es de unos 25 millones; en el año 1600 es de un millón.

Si alguna vez se ha aplicado con precisión a un caso la palabra “genocidio”, es a éste. Me parece que es un récord, no sólo en términos relativos (una destrucción del orden del 90% y más), sino también absolutos, puesto que hablamos de una disminución de la población estimada en 70 millones de seres humanos. Ninguna de las grandes matanzas del siglo XX puede compararse con esta hecatombe. Se entiende hasta qué punto son vanos los esfuerzos de ciertos autores para desacreditar lo que se llama la “leyenda negra”, que establece la responsabilidad de España en este genocidio y empaña así su reputación. Lo negro está ahí, aunque no haya leyenda. No es que los españoles sean peores que otros colonizadores: ocurre simplemente que fueron ellos los que entonces ocuparon América, y que ningún otro colonizador tuvo la oportunidad, ni antes ni después, de hacer morir a tanta gente al mismo tiempo. Los ingleses o los franceses, en la misma época, no se portan de otra manera; sólo que su expansión no se lleva a cabo en la misma escala, y tampoco los destrozos que pueden ocasionar.

Pero se podría decir que no tiene sentido buscar responsabilidades, o siquiera hablar de genocidio en vez de catástrofe natural. Los españoles no procedieron a un exterminio directo de esos millones de indios, y no podían hacerlo. Si examinamos las formas que adopta la disminución de la población, vemos que son tres, y que la responsabilidad de los españoles en ellas es inversamente proporcional al número de víctimas que produce cada una:

1. Por homicidio directo, durante las guerras o fuera de ellas: número elevado, aunque relativamente bajo; responsabilidad directa.

2. Como consecuencia de malos tratos: número más elevado; responsabilidad (apenas) menos directa.

3. Por enfermedades, debido al “choque microbiano”: la mayor parte de la población; responsabilidad difusa e indirecta.

Todorov Tzvetan, La conquista de América. La cuestión del otro, Siglo XXI, México 1987, 143ss.

El testimonio del cronista González de Oviedo

  Un cuadro que expresa claramente la situación dramática y angustiosa de los indios es el que describe con gráfico realismo el célebre cronista de los primeros años de la colonización, el capitán Don Gonzalo Fernández de Oviedo. Habla, en primer término de la espantosa disminución de la población indígena durante estos años, la cual pasó de un millón de indios que tenía La Española según «la opinión de muchos que lo vieron y hablan de ello como testigos de vista» a la de 500 personas entre chicos y grandes que sean naturales o estirpe de aquellos primeros».

Analiza luego las causas que pudieron determinar tal mortandad y entre ellas enumera la crueldad de los españoles, «pues como las minas eran muy ricas y la codicia de los hombres insaciable, trabajaron algunos excesivamente a los indios; otros no les dieron de comer como convenía... Dieron, así mismo gran causa a la muerte de estas gentes las mudanzas que los Gobernadores y repartidores hicieron de estos indios; porque andando de amo en amo y de señor en señor y pasando los de un codicioso a otro mayor, todo esto fue unos aparejos e instrumentos evidentes para la total definición de esta gente y para que, por las causas que he dicho o por cualquiera de ellas, muriesen los indios. Y llegó a tanto el negocio, que no solamente fueron repartidos los indios a los pobladores, pero también se dieron a caballeros privados, personas aceptas y que estaban cerca de la persona del Rey Católico, que eran del Consejo de Castilla y de Indias».

«Yo no absuelvo a los cristianos que se han enriquecido y gozado del trabajo de estos indios, si los maltrataron o no hicieron su diligencia para que se salvasen..

Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, I, 71-73.

  Los historiadores demógrafos que han transformado nuestras ideas sobre la población indígena antes y después de la conquista suelen designarse con el nombre de «escuela de Berkeley». Véanse en particular las obras de S. Cook y W. W. Borah, The Indian population of Central Mexico (1531-1610), Berkeley-Los Angeles-Londres, University of California Press, 1960; Ensayos sobre historia de la población: México y el Caribe, Siglo XXI Editores, México1977.

 

Las masacres contra los indígenas continúan hoy día. El caso más conocido es quizá el de los Yano–mami. Pero hay otros, como el de los Macuxi, o el de los Kayapó del río Araguaia. Los siguientes números, por ejemplo, demuestran qué pasó con los Kayapó:

 

1903

6-8.000 indios

1918

500 indios

1929

27 indios

1958

una mujer

Hoy

exterminados.

Conrado Berning

 

Sólo en este siglo, 60 grupos indígenas fueron exterminados en Brasil.

Pablo Suess.