Los rasgos del ser humano nuevo

Los rasgos del ser humano nuevo

Pedro Casaldáliga

Extracto
 


Con mayor o menor lucidez, con lógica vital más o menos consecuente, ya hemos descubierto la Sociedad hecha Sistema, dentro de la Estructura que nos envuelve y condiciona, bajo la inevitable solicitación de la Coyuntura diaria.

(La Iglesia, perita en Eternidad y menos perita en Historia, durante siglos, muchas veces, fácilmente sólo veía personas; o individuos, sólo; o más dicotómicamente aún, a veces solamente veía almas...).

Sin dejar de enfrentar nunca esa globalidad estructural, en la cual se forja la Historia humana y dentro de la cual acontece el Reino, deberíamos ahora redescubrir, comprometidamente, la Persona, el Ser Humano, miembro de la Sociedad y protagonista de la Historia y del Reino.

El Ser Humano –el varón y la mujer– es un ser estructurado y estructurante. La Historia, el Sistema y el Reino lo hacen, pero, a su vez, él hace el Sistema, la Historia y el Reino.

El Ser Humano Nuevo es una utopía universal. Y los cristianos –que creemos en esa utopía como hecha realidad en Jesús de Nazaret– no tenemos la exclusiva de esa pasión avasalladora, sembrada por el Dios Vivo en el corazón de cada ser humano y en la Historia de cada Pueblo.

La reflexión y la vivencia de una Espiritualidad de la Liberación, en América Latina (en el Tercer Mundo, en el Mundo, más en general, pienso yo sinceramente), deberán tener como consideración y exigencia básicas la utopía necesaria del Ser Humano Nuevo. Ser cristiano, en cualquier parte del Mundo, en cualquier hora histórica, es ser un Ser Humano Nuevo, como aquel Ser Humano Nuevo, Jesús; pero ser cristianos, hoy, en nuestra América Latina, donde el Espíritu y la Sangre apremian, sólo puede ser empeñarse apasionadamente en ser de verdad, libremente, ante el escándalo del Mundo y de la Iglesia, Seres Humanos Nuevos, en una Iglesia Nueva, para el Mundo Nuevo.

Hace días que intento delinear, para mis adentros, los Rasgos fundamentales del Hombre Nuevo. Y ese intento es lo que ofrezco ahora, como una contribución balbuciente, al libro del DEI sobre “Espiritualidad y Liberación en América Latina”.

Nuestros teólogos, nuestros sociólogos, nuestros sicólogos y nuestros pastoralistas dirán su palabra mayor, científicamente. Y nuestros santos y nuestros mártires harán verdad –lo hacen ya, con caudalosa efusión– el rostro latinoamericano del Ser Humano Nuevo.

1. La lucidez crítica

Una actitud de crítica «total» frente a supuestos valores, medios de comunicación, consumo, estructuras, tratados, leyes, códigos, conformismo, rutina...

Una actitud de alerta, insobornable. La pasión por la Verdad.

2. La gratuidad admirada, deslumbrada

La gratuidad contemplativa, abierta a la Trascendencia y acogedora del Espíritu.

La gratuidad de la Fe, la vivencia de la Gracia.
Vivir en estado de Oración.


La capacidad de asombrarse, de descubrir, de agradecer.

Amanecer cada día.
La humildad y la ternura de la Infancia Evangélica.

El perdón mayor, sin mezquindades y sin servilismos.

3. La libertad desinteresada

Ser Pobres, para ser Libres frente a los Poderes y a las Seducciones.

La libre austeridad de los que peregrinan siempre.

Una morigerada vida de combate.


La Libertad total de los que están dispuestos a morir por el Reino.


4. La creatividad en fiesta

La creatividad intuitiva, desembarazada, humorada, lúdica, artística.

Vivir en estado de Alegría, de Poesía y de Ecología.

La afirmación de la Autoctonía.
Sin repeticiones, sin esquematismos, sin dependencias.

5. La conflictividad asumida como milicia.

La pasión por la Justicia, en espíritu de lucha, por la verdadera Paz.

La terquedad incansable.


La denuncia profética.


La Política, como misión y como servicio.


Estar siempre definido, ideológica y vivencialmente, del lado de los Pobres.

La Revolución diaria.

6. La fraternidad igualitaria

O la igualdad fraterna.

El Ecumenismo, por encima de razas y de edades y de sexos y de credos.

Conjugar la más generosa comunión con la salvaguarda de la propia identidad étnica, cultural y personal.

La Socialización, sin privilegios.

La real superación, económica y social, de las Clases, que están ahí, en orden al surgimiento de la sola «Clase» Humana.

7. El testimonio coherente

Ser lo que se es.

Hablar lo que se cree.

Creer lo que se predica.

Vivir lo que se proclama.

Hasta las últimas consecuencias y en las menudencias diarias.

La disposición habitual para el Martirio.

8. La esperanza utópica

Histórica y Escatológica. Desde el Hoy para el Mañana.

La Esperanza creíble de los testigos y constructores de la Resurrección y del Reino.

Se trata de Utopía, la Utopía del Evangelio.

El Hombre Nuevo no vive sólo de pan. Vive de Pan y de Utopía.

Solamente Seres Humanos Nuevos pueden hacer el Mundo Nuevo.

Pienso que estos rasgos corresponden a los rasgos de aquel Ser Humano Nuevo que fue Jesús.

 

Pedro Casaldáliga

São Félix do Araguaia, MT, Brasil