Mi corazón pide una victoria

MI CORAZÓN PIDE UNA VICTORIA

Darcy RIBEIRO


El desafío del Tercer Milenio para Amerindia es tan grande como para Amerchola o Amermestiza. Nosotros los mestizos también estamos mal, pues América Latina está amenazada por una recolonización. Una nueva civilización con una tecnología revolucionaria está en curso. Nosotros, que hemos vivido novedades increíbles, con transistores, computadoras, energía nuclear, teléfonos, televisión, cine... vamos a ver aún cosas más prodigiosas. El riesgo mayor es que entremos otra vez por el camino de la modernización histórica. Modernización es entrar en una nueva civilización como consumidores, comprando trenes y enriqueciendo a los otros, organizándonos para poner trenes aquí con la finalidad de enviar mercancías hacia afuera, y después comprar motores eléctricos y a vapor.

Norteamérica está cumpliendo su papel, con enorme eficiencia, en el sentido de que busca complementariedades que nos harán dependientes de ella permanentemente. La teoría llega al punto de suponer que los verdaderos patriotas de América Latina son los gerentes de las multinacionales, porque nos traen una nueva tecnología, o sea, que su fidelidad, su interés por nuestros pueblos nos va a salvar.

América Latina va a vivir una o dos décadas de grandes amenazas, y tiene por delante el desafío de formular un proyecto propio. ¿Cuál será el destino de Amerindia en todo ello? Si nuestro destino, el de los latinos, es muy feo, el de los indígenas también lo es. Sólo que creo que los indígenas -utilizando la apertura que la nueva civilización está dando a los pueblos oprimidos para mostrar su cara, para hacer su propio proyecto y luchar por él- pueden conseguir inmediatamente los reordenamientos nacionales capaces de crear sociedades más solidarias.

Lo lindo de la herencia indígena -algo que me apasionó por los indígenas durante diez años- es la capacidad de convivencia humana, la profundidad de su solidaridad, el sentido de reciprocidad y de responsabilidad social. Después de 40 años con estos problemas, viendo esta nueva civilización y todas sus amenazas, tengo miedo de que otra vez seamos pueblos que no se acicalen, o que no agraden, que a pesar de todas sus posibilidades continúen siendo pueblos de segunda clase.

Con todo, veo también muchas líneas por las que se puede abrir rupturas. Muchos de nosotros fuimos desheredados en el último decenio por la pérdida de una de las formas de construcción de la sociedad socialista, la línea del socialismo real, del comunismo, de las guerrillas. Hoy sabemos que aquella lucha ya no está vigente, pero sí lo está la lucha democrática. El objetivo es ganar la población, con lo terrible que es luchar contra la televisión, la radio y todo lo demás. Esa es nuestra lucha, y precisamos urgentemente que la intelectualidad sea más responsable. Tenemos una intelectualidad fútil, más propensa a buscar las remuneraciones de las multinacionales o las prebendas del Estado, que a pensar y luchar para definir el proyecto latinoamericano. Algo de lo que carecemos hoy Amerindia y los mestizos -que somos el producto de 500 años de historia- es la lucidez, la claridad y el proyecto propio para proseguir en esta lucha, donde ya tuvimos tantas derrotas, y para la que mi corazón está pidiendo una victoria.