Misa de la Tierra sin males

Misa de la Tierra sin males

Pedro Casaldáliga y Pedro Tierra


 
Yo tenía una cultura de milenios,
antigua como el sol,
como los montes y los ríos
de la gran Lacta-Mama.
Yo plantaba los hijos y las palabras.
Plantaba el maíz y la mandioca.
Cantaba con la lengua de las flautas.
Danzaba vestido de claro de luna,
adornado con pájaros y palmas.
Yo era Cultura en armonía
con la Madre Naturaleza.

Y nosotros la destruimos,
llenos de prepotencia,
negando la identidad
de los Pueblos diferentes,
todos Familia Humana.

Yo era la Paz conmigo y con la Tierra...

Y nosotros te violamos
al filo de las espadas;
con fuego de arcabuz
quemamos tu sosiego.

Yo conocía el oro, el diamante, la plata,
la noble madera de las selvas,
pero eran para mí los afeites sagrados
del cuerpo de la Madre Tierra.
Yo respetaba la Naturaleza
como se respeta a la propia esposa.

Carabelas del Lucro,
vinimos navegando,
para vender la Tierra,
para explotar lucrando.

Yo vivía en pura desnudez,
brincando, plantando, amando,
engendrando, naciendo, creciendo,
en la desnudez pura de la Vida...

Y nosotros te revestimos
con ropas de malicia.
Violamos a tus hijas.
Y por moral te dimos
nuestra hipocresía.

Tenía, sí, mis pecados,
hice mis guerras...
Pero yo no conocía
la Ley hecha mentira
o Lucro hecho Dios.

Y nosotros te revestimos
con ropas de malicia.

Yo era la Libertad
no una simple estatua ,
Moara en carne humana,
la Libertad viviente.
Yo era la Dignidad,
sin miedo y sin orgullo,
la Dignidad Humana.

Y nosotros te esclavizamos
y te sepultamos
en la oscuridad de las minas.
Bajo los cañaverales
encorvamos tu cuerpo,
y te lanzamos contra los árboles amados,
para cortar madera
talando tu espíritu,
la entraña de tu Pueblo.

Mi tiempo era el Día y la Noche,
el Sol y la Luz,
las Lluvias y los Vientos generales;
mi tiempo era el Tiempo, sin horas.

Y nosotros te amarramos
al tiempo del reloj,
a nuestro poco tiempo
de prisas e intereses,
al tiempo-competencia.

Yo adoraba a Dios,
Maíra en toda materia,
Tupá de todo gesto,
Razón de toda hora.
Conocía la ciencia
del Bien y del Mal primeros.
La Vida era mi culto,
la Danza era mi culto,
la Tierra era mi culto,
la Muerte era mi culto,
¡yo era un culto vivo!

Y nosotros te misionamos,
infieles al Evangelio,
clavando en tu vida
la espada de una Cruz.
¡Campanas de Buena Nueva
tocando a muerto!
Infieles al Evangelio,
del Verbo Encarnado,
te dimos por mensaje
cultura forastera.
Partimos en mitades
la paz de tu vida,
constantemente adoradora.

El amor del Padre de todos
me bautizó con agua
de Vida y de Conciencia
y sembró en mí la Gracia de su Verbo,
Semilla universal de Salvación.

Cuando a fuego te marcamos
con un bautismo impuesto,
divisa de reses humanas,
blasfemia de Bautismo,
violación de la Gracia
y negación de Cristo.

Yo era un Pueblo de millones de vivos,
de millones y millones de Gente Humana,
millones de imágenes vivas del Dios vivo.

Y nosotros te diezmamos,
portadores de la Muerte,
misioneros de la Nada.

Yo os di la belleza del mar y sus playas,
yo os di mi tierra y sus secretos,
los pájaros, los peces,
los animales amigos, servidores.
El maíz de espiga abierta y repartida,
el generoso bulbo de la mandioca
el pan de cada día ,
el guaraná oloroso del monte,
el caldo apaciguante de cimarrón del Sur,
la medicina de la tierra enfermera.
Y también la canoa,
voladora en las aguas...

Nosotros te depredamos,
desnudando tus bosques,
calcinando tus campos,
sembrando veneno
en los ríos y el aire.
Cercamos con alambre
la tierra generosa,
separando con las cercas
a unos hombres contra otros hombres:
para engordar el ganado
con el hambre nacional;
para plantar la soya
de exportación esclava.

Yo era la Tierra libre,
era el Agua limpia,
era el Viento puro,
fecundos de abundancia,
repletos de canciones.

Y nosotros te dividimos
en reglas y fronteras.
A golpes de ganancia
repartimos la Tierra.
Invadimos las chacras,
invadimos los poblados,
invadimos al Hombre

Yo trazaba un camino
cada vez que pasaba.
La Tierra era el camino.
El camino era el Hombre.

Nosotros abrimos carreteras,
carreteras de mentira,
carreteras de miseria,
caminos sin salida.
E hicimos del Lucro
el camino cerrado
para el Pueblo de la tierra.

Yo era la Tierra entera,
yo era el Hombre Libre.

Y nosotros te reducimos
a Vitrina y a Reserva,
a Parque zoológico,
a Archivo empolvado.

Yo era la Salud de los ojos
penetrantes como flechas ,
de los oídos prontos,
de los músculos armoniosos,
del alma en sosiego.
Y nosotros te sumergimos
en los virus, bacilos y pestes importadas.
Redujimos tu Pueblo
a un Pueblo de enfermos,
a un Pueblo de difuntos.

Vivía yo embriagado de Alegría.
La aldea era una rueda de amistad.
Mis Jefes mandaban,
servidores del Pueblo,
con la sabiduría y el respeto
de quien se reconoce igual al otro.

Nosotros te embriagamos
con licor y desprecio.
Te hicimos objeto
del Turismo imprudente.
Hicimos de tus Pueblos
un rótulo de calle
de tu saber antiguo,
tutela de menores.
Pusimos los grilletes
de nuestros Estatutos
sobre tu Libertad.
Confinamos tu Lengua
en las cuevas del silencio,
y a tus sobrevivientes
a la cuneta del camino,
al margen de los vivientes...
mano de obra barata
en haciendas y minas
en burdeles y fábricas;
mendigos de los suburbios
de las ciudades sin alma;
restos del Continente
de la gran Lacta-Mama...

Yo era toda América,
soy todavía América,
¡Yo soy la nueva América!

Y nosotros somos ahora
todavía y ya por siempre,
la herencia de tu Sangre,
los hijos de tus Muertos,
la alianza en tu Causa,
Memoria rediviva,
en la Alianza de esta Pascua.