Movimientos de solidaridad en Estados Unidos
Movimientos de Solidaridad en Estados Unidos
Navegando a contracorriente
Gail Phares e Ignacio Franco
Las manifestaciones: punta del iceberg
Las ruidosas protestas de manifestantes contra la Organización Mundial del Comercio (WTO) en Seattle, y más recientemente en Washington, en las que se pedía la cancelación de la deuda externa de los países del Sur, además de llamar a cuentas al FMI y al Banco Mundial, fueron un indicio de que los movimientos de solidaridad en este país gozan de buena salud y van en ascenso.
Llama la atención que estas protestas se estén llevando a cabo en una época en que Estados Unidos (EEUU) está gozando su “máxima prosperidad en la historia” -según palabras del mismo Clinton-, lo cual haría suponer que nadie debiera salir a la calle a demostrar su inconformidad, porque se disfruta de una “pax americana” y una felicidad sin precedentes. Pero no es así, y aquellas protestas provocaron un dolor de cabeza a la policía de ambas ciudades y pusieron los pelos de punta a quienes dirigen la economía mundial. “Es imposible no sentirse afectado por esto”, declaró molesto el presidente del Banco Mundial.
En realidad, esas demostraciones son sólo la “punta del iceberg” de una realidad minoritaria pero dinámica en la sociedad estadounidense: grupos disidentes de todo tipo que se organizan para tratar de revertir el deterioro ambiental del planeta, para conquistar la plena igualdad de la mujer ante el hombre en el hogar y en todos los ámbitos de la sociedad, para mostrar su solidaridad con un Tercer Mundo del que se sabe que su pobreza se debe en parte a las políticas que se deciden en este “corazón del Imperio”... para luchar por un comercio internacional justo donde no haya ganadores y perdedores, para acabar con la fabricación de armas y proveer de pan a todos los habitantes del planeta...
Ciertamente la “cultura americana” invade al mundo con Hollywood y los McDonalds, con el placer de un consumismo desenfrenado e irresponsable, con la imagen del típico “ugly american” -o sea el gringo bobo y superficial, incapaz de valorar otras culturas diferentes a la suya-, con el arrogante “cow-boy” estilo Reagan, que se empeña en matar a todos los comunistas y en “luchar por la libertad”... ciertamente todo eso existe y sin duda predomina, pero afortunadamente también abundan grupos e individuos pensantes y solidarios por las causas de la vida, y es justo reconocerlo y trabajar unidos en ese mismo empeño de las utopías transformadoras.
La voz de la conciencia
EEUU es posiblemente el país humanamente más diverso del planeta, y esa pluralidad se muestra también en los grupos disidentes que, especialmente desde el tiempo de la guerra de Vietnam, salieron a mostrar su descontento por las políticas de su gobierno. Es bien sabido que esa guerra la perdió EEUU en la opinión pública de su propio país, más que en las trincheras de Indochi-na. Fue la época de los “hippies” y los pacifistas que empezaron a cuestionar al sistema desde dentro, creando una conciencia incipiente de que la “lucha contra el comunismo” llevaba ocultos otros intereses mezquinos. Manifestaciones contra el racismo encabezadas por Martin Luther King o contra la injusticia de los campesinos hispanos por César Chávez, comenzaron a dar cuerpo a grupos solidarios contra todo tipo de injusticia.
Mano con mano por América Latina
Los años 80 aceleraron la creación de grupos contra las armas nucleares, como reacción a la demencial carrera armamentista de Reagan. Al mismo tiempo, el apoyo de EEUU a las dictaduras latinoamericanas despertó un movimiento solidario sin precedentes hacia las causas justas del Continente, sobre todo hacia América Central. El asesinato de 4 religiosas en El Salvador gal--va-nizó también la conciencia de las iglesias, al darse cuenta de que el martirologio de América Latina empezaba a teñirse de rojo con la sangre de norteamericanos que daban su vida al lado de los pobres. Muchos fueron a la cárcel por desafiar las políticas de su país contra Nicaragua, Chile, El Salvador, Gua-temala... surgiendo en esa época el movimiento “Santuario”, una red ecumé-nica de esfuerzos por traer al país a miles de centroamericanos en abierto desafío a la política inmigratoria de EEUU, quien por otra parte mucho tenía que ver en esas guerras.
A más de 20 años de la muerte de Romero, los movimientos solidarios con América Latina siguen vivos y crecen. El 16 de noviembre de 1999, diez años después del asesinato de los je-suitas y las dos mujeres en la UCA, unas 12 mil personas se reunieron en Fort Benning, Georgia, para demandar que la Escuela de las Américas, que entrena a militares latinoamericanos en la contrainsurgencia y es el “alma mater” de numerosos dictadores y torturadores, se clausure definitivamente. 4.408 personas “cruzaron la línea” en abierta desobediencia civil, muchos de ellos jóvenes universitarios y miembros de diversas iglesias.
Numerosas organizaciones de no-violencia activa como Witness for Peace, promueven un “turismo concientizador”, llevando delegaciones de norteamericanos a áreas de conflicto en México, Guatemala, Nicaragua, Colombia, Cuba o Haití, para que descubran la realidad “in situ” al hablar con representantes de todas las partes y, de regreso a este país, se comprometen a trabajar para cambiar la política de EEUU mediante el cabildeo en el Congreso y desarrollando en otros una conciencia crítica.
Estoy en red, luego existo
“I am network, therefore I exist”, decía una pinta en un muro de las oficinas centrales del FMI en Washington el pasado abril. Esa frase define a la perfección el éxito de todos esos grupos solidarios que han sabido aglutinarse a pesar de llevar agendas diferentes: gentes de la vieja y nueva izquierda, universitarios decepcionados de los partidos políticos, feministas, dirigentes obreros, ambientalistas, veteranos de la guerra de Vietnam, representantes de diversas iglesias, indígenas sobrevivientes de las masacres en Guatemala, más los líderes de todos estos grupos y muchos más, se van dando cuenta de que hay un enemigo común representado por el FMI, del BM o de la WTO, porque con sus decisiones sale perdiendo la mayoría de la humanidad y el planeta, nuestro hogar común...
El genio práctico anglosajón de “pensar globalmente pero actuar localmente” ha dado lugar a que esta maravillosa red de “Solidaridad Global”, como terminó llamándose, cristalizara en una realidad. “Donde quiera que ustedes tengan sus reuniones, allí nos encontrarán”, amenazaba eufórica una joven maestra cuando era detenida por la policía, y las céntricas calles de la capital norteamericana se cerraron por nueve días a causa de las protestas, obligando a muchos ejecutivos de esas corporaciones mundiales a dormir en sus oficinas. ¿Actos simbólicos con puras buenas intenciones? ¿Gentes ilusas sin verdaderas propuestas alternativas para la economía mundial?
Según la opinión pública de EEUU, la Solidaridad Global ganó en los medios y puso en evidencia a los gigantes de la economía mundial. El tiempo dirá, pero el hecho de haber puesto el dedo en la llaga ya es señal de resurrección en medio de tantos signos de muerte. Urge que Norte y Sur cons-truyamos la red de solidaridad mundial; es necesario que las personas del Sur comprometidas por el ser humano, la sociedad y un medio ambiente mejores, descubran que del Norte no sólo viene el “imperialismo”, sino también la solidaridad de muchas personas y grupos cuyo corazón palpita en sintonía con los muchos “sures” de nuestro mundo.
MOVIMIENTOS DE SOLIDARIDAD EN EEUU
www.nonviolence.org/links.htm (muchas organizaciones aquí)
Escuela de las Américas: www soaw.org
Pax Christi USA: www. nonviolenceorg/pcusa/
Catholic Worker: www. catholicworker.org
Fellowship of Reconciliation: www.forusa.org
Gail Phares e Ignacio Franco
Carolina del Norte y Delaware, EEUU. Nfrancoj@aol.com