MUJERES CON CORAZÓN DE PAZ

 

MIREIA TORDERA

En octubre de 2023 se celebró un cinefórum sobre el documental centrado en Palestina, “Woman daring Peace” (Mujeres con coraje para la paz), en el que se habló del impacto que tiene la comunicación noviolenta (CNV) en la transformación social.
En él participaron un jefe de la policía israelí, una profesora palestina que trabaja para la ONU, un psicólogo experto en justicia restaurativa, la directora del documental (Geneviève Roger) y sus protagonistas (Nadia y Anat). Desgraciadamente, dos días
después, estallaba la guerra entre Israel y Palestina.
A pesar de que Jerusalén es la "ciudad de la paz" según su significado hebreo, el conflicto entre árabes y judíos se perpetúa constantemente y parece, que cada cierto tiempo tiende a reavivarse con furia. Tantos años de luchas y guerra han hecho que, en cada bando, se viva con miedo, rabia y odio contra el enemigo que ha asesinado vecinos, compatriotas y familiares.
El deseo de paz de sus habitantes, empero, está bien vivo, según se nos muestra en el documental, y hay personas comprometidas en resolver el conflicto sin violencia. Tal es el caso de las dos protagonistas del filme: Anat -israelí- y Nadia -palestina-. El documental gira en torno del proyecto de CNV que tienen en común para llevar paz entre sus pueblos. En medio del malestar político y los conflictos, se nos muestra como la CNV es una herramienta eficaz para acercar bandos y hacer que la empatía por el otro sea mayor que el odio o el rencor.
Pero, ¿qué es la CNV?. Marshall Rosenberg (1934-2015), su creador, explica que es un lenguaje de vida más cercano a la verdad, una comunicación empática. Una técnica para ayudar a la gente a comunicar, para crear más cooperación y compasión. Lo contrario sería una comunicación con juicios que, para Marshall, son una trágica expresión de una necesidad insatisfecha. "Trágica" porque una conversación con juicios suele acabar con distanciamiento de los interlocutores, todo lo contrario que se busca en una comunicación: la unión y lo común. La empatía, en cambio, es una comprensión respetuosa de lo que están experimentando los otros.
Nadia y Anat realizan encuentros restaurativos en casa de una familia, de manera rotativa, con personas judías y palestinas dispuestas a escuchar y conectar con la otra desde la compasión. La familia que acoge presenta su historia y sus orígenes y después hablan de como se sienten. Los otros, escuchan y ofrecen empatía, porque detrás de cada historia familiar hay un gran dolor, por tanta violencia que padecen.
Y, ¿cómo funciona el proceso de la CNV? Empieza por la escucha. A menudo no escuchamos. Especialmente cuando sabemos que el otro nos hablará desde un punto de vista que no compartimos, desde una premisa falsa o bien cuando la persona o sus ideas atacan a nuestra comunidad o a nuestros valores (nuestra cultura). En vez de escuchar que nos dice, tenemos activado el modo de contraataque, ya sea interrumpiendo la explicación o, simplemente, llenando nuestra mente de justificaciones que acrediten lo contrario. Por esto, muchos diálogos entre posturas políticas son tan pesados y estériles, porque nadie tiene previsto cambiar de opinión y, en los casos más intelectualizados, se puede aspirar a una batalla dialéctica que tiene por ganador el que mejor argumenta (o el que más conmueve).
Este despropósito sucede, según la CNV, por el juicio y la suposición. Si los eliminamos de las conversaciones y nos centramos, en primer lugar, en los hechos (por ejemplo: una bomba ha matado a 43 personas en una escuela), facilitamos el poder llegar a un consenso con el otro. Este sería el primer paso. El siguiente ya es un poco más difícil, y comporta entrar en el registro de las emociones, para lo que estamos poco educados, en general. Supondría decir, por ejemplo: "Cuando mi vecino me explica que los israelíes pusisteis una bomba en una escuela que mató a 43 palestinos, siento rabia, odio, impotencia, tristeza, desesperación y mucho miedo por si pasa en la escuela de mis hijos". Después de leer esta frase, aunque cambiaseis los bandos, ¿creéis que mientras os la dijese os sentiríais juzgados o necesitaríais buscar argumentos?. No, porque no nos habla en unos términos discutibles, sino descriptivos: hechos que son contrastables, emociones que son personales y que no involucran al otro. Diferente habría sido si hubiese dicho que se siente traicionado, violado, atacado o que siente injusticia. Estos serían unos ejemplos de sentimientos que conllevan un juicio y que, según la CNV no conviene utilizar porque nos alejan del otro, hacen que el interlocutor se sienta violentado, esté en desacuerdo y entre en la rueda de la defensa, la acusación, la justificación, etc.
Lo que pretende la CNV es conectar con el otro y, para hacerlo hace falta voluntad y apertura, estar dispuesto a recibir lo que dice la otra persona. La tecla clave que permite que la técnica funcione -ya que toca a los corazones y los activa para que se
armonicen- es el tercer paso, el reconocimiento dela necesidad o necesidades que no han sido satisfechas. Todos los seres humanos tenemos unas necesidades básicas que compartimos y nos igualan. Las más obvias para el bienestar son aquellas que
aseguran la supervivencia (el descanso, la alimentación...) pero después también las hay psicológicas o espirituales. Si las necesidades primeras no están cubiertas, difícilmente habrá disponibilidad para la apertura a cubrir necesidades más elevadas, como son las intelectuales, las de trascendencia o de sentido de comunidad.
Recapitulando: para una comunicación noviolenta nos hace falta: escuchar, exponer los hechos de manera objetiva, las emociones que comportan (sin juicio), las necesidades insatisfechas que provocan estas emociones y, finalmente, la estrategia para conseguir que las necesidades se cubran.                                                                                                              Anat dice que "la CNV es un remedio muy grande para el sufrimiento constante en que vivimos, ya que abre el corazón, hay paz, amor, amistad...". La CNV trabaja a nivel micro y "da lugar a una manera de vivir con paz interior que inspira a los otros", dice
Nadia.
Ahora bien, en una guerra, explica el psicólogo Héctor Valle, "hay cosas que no se pueden reparar. Una historia, una familia, severamente dañada no es fácil de sanar. Pero un proceso que nos puede acercar, es dotar los actos de significado. Saber que
otro nos escucha, conecta y habita tu dolor durante unos instantes repara la red relacional, sistémica, que contribuye a acompañar y poder sostener las historias de dolor". Es en este sentido que podemos decir que los círculos o reuniones de CNV son sanadores. Compartir las historias de dolor y tejer una relación de confianza, de escucha empática y de solidaridad proporciona paz y esperanza. En tiempos difíciles, estas redes son las que te pueden salvar de caer en el abismo interno, porque más allá de los que han muerto, están los que sobreviven y son la esperanza de un futuro de paz.
La paz y la protección de la vida son necesidades humanas que todos tenemos, pero, desgraciadamente, hay más presupuesto para la guerra que para la paz. Opino que las guerras, hoy en día, son un juego del “Monopoly” de las altas esferas. Una cuestión de ambición territorial debida a intereses geoestratégicos (económicos, al fin y al cabo), que tiene como fichas a las personas, territorios y vidas reales, y los dados son bombas más allá de las convenciones internacionales o acuerdos de paz. Los que dan las órdenes son los que quedan impunes, paradójicamente. Por debajo, está la población civil que es quien sufre y no gana nunca. 
La maquinaria de las guerras se engrasa a partir del odio, y el odio solo comporta sufrimiento. Manipulando las emociones y aprovechándose, a menudo, de la ignorancia, se generan los bandos. Pero Marshall Rosenberg declara que "la figura del enemigo puede desaparecer si incorporamos la CNV profundamente". Y me pregunto si puede haber guerra sin enemigo. Por eso, dice Anat, "la CNV se esparce por el mundo, porque aporta esperanza"; es una vía que muestra cómo (como) la unión y
el amor son más fuertes que las bombas de separación mental.