Neuroderechos

 

 

Los recientes avances en neurotecnología e inteligencia artificial están permitiendo un mayor acceso a la información acumulada en el cerebro de animales y de personas. Estamos al comienzo de una revolución en la neurociencia y en la biotecnología. Ya está siendo posible conectar el cerebro a computadoras, lo cual podría utilizarse para leer nuestros pensamientos, controlar la mente, manipular nuestra conducta, o en fabricar individuos mejorados (transhumanismo). Hoy día hay más de 150.000 pacientes en el mundo que tienen electrodos implantados en su cerebro; con ellos, la interfaz cerebro-computadora lee la actividad de sus neuronas, y mueve brazos y piernas robóticas, por ejemplo en enfermos de parálisis. Estamos en un momento de la historia en el que tecnologías nada invasivas, como estas interfaces van a poder ser utilizadas también en la vida diaria normal, para aumentar y mejorar nuestras capacidades físicas, mentales y cognitivas.

lo que va a significar un salto cualitativo, una transformación de gran calado y grandes implicaciones éticas. Están surgiendo como las setas empresas que buscan la conjunción de biología y tecnología, para desarrollar esos interfaces no invasivos para conectar el cerebro con el computador y en definitiva con la red. Conectado nuestro cerebro a internet, se puede leer su actividad neuronal, controlarla, estimularla, borrarla... y no hablamos sólo de pensamientos conscientes, sino de sentimientos o recuerdos inconscientes, que constituyen el substrato psicológico más profundo del yo, de mi identidad personal. Los científicos más avanzados están pidiendo que ante estas nuevas posibilidades, se establezcan y reconozcan ciertos «neuroderechos», nuevos derechos humanos en este campo (privacidad de la información cerebral, derecho a la identidad personal, al libre albedrío...) como un desarrollo de la Declaración de los DDHH de la ONU, avanzando hacia una ética más compleja que todavía hemos de crear.