No ecología ambiental, sino ecología integral

No ecología ambiental, sino ecología integral

Entender que todo está inter-relacionado y que somos parte de ese todo

Leonardo Boff


El Papa Francisco ha realizado un enorme cambio en el discurso ecológico al pasar de la ecología ambiental a la ecología integral. Ésta incluye la ecología político-social, la mental, la cultural, la educacional, la ética y la espiritualidad. Existe el peligro de que esta visión integral sea asimilada dentro del discurso ambiental habitual, no dándonos cuenta de que todas las cosas, saberes e instancias están interligadas. Por ejemplo: el calentamiento global tiene que ver con la furia industrialista; la pobreza de buena parte de la humanidad está relacionada con el modo de producción, distribución y consumo; la violencia contra la Tierra y los ecosistemas deriva del paradigma de dominación que está en la base de nuestra civilización dominante desde hace ya cuatro siglos; y el antropocentrismo es consecuencia de la ilusión de que somos dueños de las cosas y que éstas sólo tienen sentido en la medida en que nos sirven.

¿Cómo superar esa ruta peligrosa? El Papa responde: «con un cambio de rumbo», y con la disposición a «delinear grandes caminos de diálogo que nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos hundiendo» (Laudato Si’ 163). Si no hacemos nada, estamos yendo a lo peor.

Pero el Papa confía en la capacidad creativa de los seres humanos, que juntos podrán formular el gran ideal: «un solo mundo en un proyecto común» (164). Bien distinta es la visión imperante e imperial presente en la mente de quienes controlan las finanzas y los rumbos de las políticas mundiales: «un solo mundo y un solo imperio» (la globalización).

El Papa propone la ecología «integral». Y le da el fundamento correcto: «Dado que todo está íntimamente relacionado, y que los problemas actuales requieren una mirada que tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial, propongo que nos detengamos a pensar en los distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales» (137).

El presupuesto teórico se deriva de la nueva cosmología, de la física cuántica, de la nueva biología, en una palabra, del nuevo paradigma contemporáneo que implica la teoría de la complejidad y del caos (destructivo y generativo). En esa visión, lo repetía uno de los fundadores de la física cuántica, Werner Heisenberg: «todo tiene que ver con todo, en todos los puntos, y en todos los momentos; todo es relación, y nada existe fuera de la relación».

Esta lectura la repite el Papa innumerables veces, formando el tonus firmus de sus exposiciones. Seguramente la más bella y poética de las formulaciones la encontramos en el nº 92: «Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano Sol, a la hermana Luna, al hermano río y a la madre Tierra».

Esa visión existe desde hace ya casi un siglo, pero no ha conseguido imponerse ni en la política ni en la orientación de los problemas sociales y humanos. Seguimos siendo rehenes del viejo paradigma, que aísla los problemas y busca una solución aislada para cada uno de ellos, sin darse cuenta de que esa solución puede ser dañina para los demás problemas. Por ejemplo, tratar la infertilidad de los suelos con nutrientes químicos que penetran en la tierra y alcanzan el nivel freático de los acuíferos envenenándolos es contraproducente y contradictorio.

La encíclica puede servir como una herramienta educativa para ayudar a asumir esta visión inclusiva e integral. Por ejemplo: «Cuando se habla de medio ambiente, se indica una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita; ello nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros, o como un mero marco de nuestra vida; nosotros estamos incluidos en la naturaleza, somos parte de ella» (139).

Si todo es relación, entonces la salud humana depende de la salud de la Tierra y de los ecosistemas. Todas las instancias se entrelazan para bien o para mal. Esta es la visión de la ecología integral.