¿Optar por el padre o por la madre?
¿Optar por el padre o por la madre? Todos tenemos un padre blanco y una madre indígena y negra
Pedro Trigo
Arribamos al año 2000 bajo el signo de la unificación del mundo desarrollado (el Occidente y el Oriente occidentalizado). 1992 ha sido un hito para la constitución de Europa como sociedad de naciones. Sin embargo ese año nos ha sorprendido a los latinoamericanos profundamente desintegrados, tanto en el interior de cada país como de un país a otro y de todos como conjunto. Desintegrados somos profundamente dependientes. Y quienes nos explotan económicamente y nos subordinan políticamente hasta realizar impunemente intervenciones militares imperialistas, a nivel de ideología prescinden de nosotros; es decir que la relación que mantienen con nosotros no es para ellos fuente de reconocimiento porque no nos consideran sujetos dignos, iguales a ellos y libres, y por lo tanto nos objetualizan, nos cosifican.
¿Qué concluimos de esta constatación? Hay conductores nacionales que sacan la conclusión de que América Latina no existe ni debe existir como realidad histórica. Las regiones, razas, clases y hasta países más dinámicos de la zona deben reclamar su filiación occidental para entrar en ese bloque al precio que sea. América Latina debe transformarse, como USA, en una provincia más de Occidente (o debe integrarse a EEUU para constituir, como Estados Unidos de América, su región más rica y fuerte). A este propósito habría que sacrificarlo todo.
Ese es el objetivo confeso del proyecto neoliberal, que por eso es un proyecto dictatorial cuyo sujeto es la raza blanca modernizada que posee o gerencia los medios de producción, los Estados y los medios de comunicación social. Claro está que admite a miembros de otros orígenes; pero las plazas son limitadas y las condiciones drásticas: modernización como blanqueo integral.
¿Significará 1992 la liquidación simbólica de América Latina como realidad histórica diferenciada para convertirnos en ciudadanos sin más de la aldea planetaria, es decir, del Occidente mundializado? Es una posibilidad real, ya que cuenta con el sujeto que la está poniendo en marcha.
La cultura criolla es aún la cultura vigente. En trance de ser desplazada por la cultura de masas, todavía mantiene sin embargo su pretensión de forjadora de América Latina y garantía de su unidad y su destino. Ella está ligada a las nociones de nación y Estado, y se expresa a través de instituciones tan variadas como los partidos políticos, las Fuerzas Armadas y el sistema educativo. Se autodefine como mestizada, ya que acepta como componentes de sí misma, en condición de recesivos, los orígenes indígenas y africanos con sus correspondientes lenguas y costumbres. Pero no es una cultura mestiza que, a pesar de o en medio de sus otros componentes, mantiene la filiación occidental sin solución de continuidad. Pero, eso sí, se define como americana, con historia propia y derechos adquiridos en este continente, que ya es de un modo irrenunciable su patria (terra patrum).
El proyecto mestizo es el que puede dar cohesión a América Latina. El mestizo es el heredero piadoso que se hace cargo de su padre y de su madre, que los lleva en su corazón y en sus espaldas; y el que por eso puede reconocer también a los de su madre y a los de su padre, a sus comunidades vivas y a sus proyectos. Existen, claro está, muchos mestizos que no se aceptan como tales y se definen únicamente por la cultura criolla o por la occidental transnacionalizada que han asimilado más o menos. Ellos, al no reconocer parte de su ser, tampoco pueden mediar entre los diversos componentes históricos; son meramente intermediarios que bajan el proyecto criollo o el occidental transnacionalizado a los indígenas, afroamericanos y mestizos, desconociendo sus propias culturas o por mejor decir sirviéndose de su conocimiento interno de ellas para penetrarlas y desarticularlas y para internalizar en ellas aquélla que representan.
Porque en América Latina, a nivel de paradigmas culturales, todos tenemos un Padre Blanco y una Madre Indígena y Negra, independientemente de quiénes sean nuestros progenitores biológicos: esto vale incluso para muchos hijos de emigrantes o para muchos indígenas o negros. No es éste el lugar para explanar este símbolo. Baste para lo que pretendemos añadir que según nuestra hipótesis sólo son posibles dos elecciones y que además es ineludible hacerlas: podemos optar por la Madre o por el Padre. Pues bien, si optamos por el Padre, optamos por lo peor del Padre y por lo peor de la Madre; y si optamos por la Madre optamos por lo mejor del Padre y lo mejor de la madre.
Este último es el proyecto mestizo, que para salvar a la Madre se ve obligado a redimir al Padre de su condición de explotador y violador, potenciando sus mejores cualidades de valentía, fortaleza e inteligencia; y a la vez a estimular la dignidad, la conciencia de sujeto, la capacidad de resistencia, la ternura y generosidad de la Madre, liberándola de su resignación y connivencia.
Por ejemplo en política optar por el Padre significa optar por retener a toda costa los privilegios inveterados y neutralizar al pueblo con el clientelismo y la represión. Optar por la Madre quiere decir poner todos los esfuerzos en mejorar las condiciones dadas aumentando la productividad y estimulando al pueblo mediante redistribución justa y servicios dignos que lo capaciten, de manera que todo el cuerpo social se ponga en movimiento hacia metas que traigan provecho para cada sector y transcendencia para todos.
Desgraciadamente no es ésta la alternativa hoy vigente. Pero eso no significa que haya sido descartada. Por el contrario, se materializa en multitud de proyectos concretos que hacen pensar razonablemente en la posibilidad de América Latina y también en su existencia real.
Pedro Trigo
El proyecto neoliberal: América Latina debe convertirse en una provincia más de Occidente, o integrarse a Estados Unidos
En América Latina todos tenemos un padre blanco y una madre indígena y negra, independientemente de quiénes sean nuestros padres biológicos; esto vale también para muchos indígenas, negros e hijos de emigrantes.
¿Significará 1992 la liquidación simbólica de América Latina como realidad histórica diferenciada para convertirnos en ciudadanos sin más de la aldea planetaria, o sea, del Occidente mundializado?