Para otra Humanidad, otra comunicación

Para otra Humanidad...
otra Comunicación
 

José María VIGIL


En cualquier hora histórica, los caminos de la liberación han sido imprevisibles, y han conducido a quienes han querido recorrerlos, por vericuetos sorprendentes. Pero es que, además, conforme se suceden las horas históricas, el camino mismo a la liberación se trasforma, cambia de lugar, se adentra por nuevos territorios, abandona trayectos sabidos, deja impracticables las salidas tradicionales... La liberación sabe bien encarnar su camino en cada hora histórica. Es a nosotros a quienes nos cuesta descubrir los nuevos caminos de la liberación, inclinados como estamos a preferir los viejos y acostumbrados caminos, en vez de ajustarnos a seguirle el paso en la danza histórica de la liberación.

Para ir al mismo lugar, debemos recorrer un camino diferente, en cada hora de la siempre nueva historia de la liberación.

Esta edición de la Agenda Latinoamericana de 2006 quiere hacer ese llamado de atención: la siempre nueva liberación, abre nuevos caminos, que antes no existían, y que ahora se nos revelan más urgentes que nunca, y quizá también más eficaces que los caminos clásicos bien estudiados de hace sólo dos décadas. En todo caso –claro está- no hay sólo un camino, sino muchos, y señalar uno no significa olvidar otros.

Más que en una «época de cambios», hace tiempo que ya estamos más allá del cambio de época, en la nueva época misma. Los grandes problemas del mundo, los problemas clásicos, no han acabado. Permanecen ahí. Muchos de ellos, agravados. Pero, casi todos, transformados. Re-estructurados. Mundializados ahora. Y bañados aún por un aura de hegemonía y de inevitabilidad...

VER

Ante todo hay que reconocer que la bonanza de los datos macroeconómicos del mundo, en algo repercute sobre la población pobre, de forma que el año pasado, por ejemplo, en América Latina se dio un crecimiento económico notable, mayor del esperado. Pero a la vez hay que reconocer que continúa la desigualdad en el mundo, continúan las masas ingentes en pobreza, y toda la exclusión que nos trajo el neoliberalismo «triunfante».

Culturalmente seguimos en la onda de la «norteamericanización» del mundo, del influjo cultural desmedido de EEUU -incluso sobre Europa-, en todo lo que se refiere a información, comunicación, música, entretenimiento...

Ecológicamente, continúa la destrucción: deforestación, desertificación, destrucción de inmensas superficies por las grandes minas, contaminación de tierras y aguas, agujero en la capa de ozono, calentamiento planetario, deshielo, alteración del clima, extinción de especies... Es la vida misma la que está en peligro en el planeta, y el ser humano como especie, pero no hay manera de detener este suicidio colectivo: el sistema económico sigue siendo prioritario frente a la Vida, al Planeta, a la Justicia, a la Humanidad incluso como especie. .

Pues bien, si en muchos aspectos estamos peor que hace unas décadas, sin embargo no se observa en la gente –hablando globalmente- suficiente resistencia. Las grandes masas –buena parte de la juventud- están desmovilizadas: faltas de información adecuada («ojos que no ven, corazón que no siente»), sin ilusión, sin utopías, sin indignación ética, atadas al egoísmo y a la comodidad, sumidas en una cultura despolitizada...

¿A qué se debe todo ello? La gran CAUSA es la FALTA DE CONCIENCIA en el sentido integral. El problema es conciencial, de información, de comunicación...

JUZGAR

El sistema domina todavía, y, en buena parte, domina bien, cómodamente, con “hegemonía”.

• La mayor parte de sus dominados, la masa humana principal, lo reconocen pacíficamente como triunfante, como sin alternativa, como el único mundo posible de hecho, y, por eso, no osan contradecirlo y se acomodan pacíficamente a su hegemonía cultural, hecha de despolitización de la sociedad, de individualismo y desprecio de los ideales liberadores.

• Un buen bloque de «militantes clásicos» están todavía en la resaca del «fracaso» (real o supuesto) del socialismo, en el cansancio de la lucha pasada (depresión psicológica), y son víctimas del supuesto introyectado (no hay solución, no hay alternativa...)

Como se echa de ver, en ambos casos el problema es principalmente ideológico: las personas están dominadas en su conciencia, son víctimas de una ideología que les mantiene encerrados en su pequeño mundo, y que no les permite ver la injusticia del mundo y reaccionar, rebelarse, luchar por construir una alternativa.

Los problemas tienen solución. No es que no podamos resolverlos. Lo que falta es voluntad política, convicción. O sea: el problema mayor –si se puede comparar la gravedad de los problemas- es un problema de conciencia.

-No estamos condenados a la pobreza mayoritaria: la ONU ha mostrado muchas veces la relativamente pequeña cantidad de recursos que son necesarios para aliviar la pobreza. Pero no hay voluntad política de erradicarla, frente a los intereses de las multinacionales y de las grandes potencias, que quieren acaparar más y más mercado, excluyendo a los pobres.

-No estamos condenados a seguir viviendo en una sociedad estructuralmente injusta a nivel mundial: cuando la sociedad como un todo se conciencie de la necesidad de instaurar una convivencia justa y fraterna, la Justicia será indetenible. Pero hoy por hoy esa conciencia crece muy lentamente...

-El desastre ecológico hacia el que continuamos acercándonos inexorablemente, tiene solución, se puede detener y, en parte, revertir. Pero no se detiene por «falta de voluntad política», o lo que es lo mismo, por falta de convicción. Porque todavía todavía la opinión pública todavía no es consciente de la inminencia del desastre, y todavía no ha descubierto que el afán de obtener un lucro inmediato está destruyendo nuestro futuro como Humanidad. Hace falta «decírselo» a la Humanidad, repetírselo una y mil veces, más claramente, hasta que lo entienda y lo asuma. El día en que la Humanidad tome conciencia de ello, se detendrán las actuales prácticas ecocidas.

Es decir. Son importantes, son necesarias, y son imprescindibles todas las soluciones técnicas, económicas, políticas... para instaurar una nueva sociedad. Pero sobre todo es necesario un trabajo de concienciación de la Sociedad. La solución del mundo, principalmente, ya no es ni armada, ni política, ni económica, ni tecnológica... sino de conciencia, de mentalidad, de concientización, de convicción... La tarea más importante es el trabajo de concienciación que aún está por ser realizado y por madurar en la conciencia de la Humanidad. El día en que ésta esté convencida de la perversidad de la situación actual y de la posibilidad y de la necesidad de un nuevo orden, ese día, el nuevo orden será indetenible.

El mundo sólo cambiará de rumbo por convicción. (Ecológicamente puede ser que también cambie ante la inminencia del desastre, pero probablemente entonces será demasiado tarde).

Pues bien, esta labor de concienciación de la Humanidad se juega en el campo de los medios de comunicación. Ellos son los que alimentan el espíritu humano, la utopía social transformadora... Ellos son los que hacen tomar conciencia de la injusticia, los que informan nuevos valores, los que crean opinión, voluntad, decisión social. La Nueva Utopía se construye hoy, en buena parte, como nunca antes, en los medios de comunicación de esta sociedad globalizada, convertida en una única red mundial de comunicaciones.

La comunicación es un nuevo campo de batalla de la liberación humana.

Ése es el desafío, y ése es el llamado de esta Agenda.

ACTUAR

A cada hora histórica, una militancia liberadora adecuada. Si en otro tiempo el compromiso por la liberación consistió sobre todo en construir alternativas económicas, políticas y sociales, y quedó como despreciado todo lo que no estuviera directamente ligado a lo económico, hoy, sin despreciar nada de aquello, debemos volver nuestra atención al fenómeno mayor que controla el pensamiento de la Humanidad y la mantiene cautiva del sistema: la comunicación social. Es un campo nuevo en el que debemos entrar para destrabar el bloqueo de conciencia de la Humanidad actual.

Lo decíamos en la conclusión de la Agenda del año pasado: «La batalla no es mediante las armas, ni por el enfrentamiento. Ni es asunto sólo productivo o económico. Ni es por la toma del poder, sino por la toma de la conciencia: por el poder de la verdad, de la convicción, de la persuasión, por la fuerza de la razón, contra la razón de la fuerza», que es la que actualmente nos atenaza como socieda mundial.

Todo ello, por medio de la comunicación, la militancia en el campo de las ideas, de la reflexión, de la información, la concientización, la formación de la conciencia crítica...

Lo cual no es un trabajo sólo de los periodistas, de los intelectuales, los pensadores, o los comunicadores profesionales... Es un compromiso para todos nosotros. Todos hemos de ser «comunicadores», militantes de la comunicación, en nuestro día a día, con nuestra familia en primer lugar, con nuestros contactos, en el barrio, en el trabajo, en la asociación, en el grupo, en la comunidad, por internet... Una comunicación nueva, más intensa, más lúcida, más profesional, más militante, más concientizadora...

A lo cual podemos añadir algunas ideas o sugerencias para nuestra acción personal concreta:

-informarse, informarse bien, buscar buenos análisis, serios, documentados, de las mejores firmas, ubicados siempre en la perspectiva de los pobres... (la otra perspectiva ya nos la dan los medios del sistema).

-Apoyar esos servicios de información que ya hay en la Red mundial: visitarlos, manifestarles solidaridad, apoyarlos materialmente, recomendarlos a otras personas...

-decir nuestra palabra, pronunciarse ante la historia, comunicar, entrar en lo más propio humano: el pensamiento simbólico,

-Tener fe en las ideas y en la comunicación, creer que las ideas siguen moviendo el mundo, y que las buenas ideas pueden moverlo hacia el bien y la justicia. Apoyar a los que realizan una práctica teórica, a los que luchan por el mundo nuevo tratando de influir con ideas movilizadoras...

-Desarrollar nosotros mismos, en la medida en que podamos, esa «militancia ideológica», la «praxis teórica» a nuestro alcance. Si «ni un vaso de agua dado con amor se quedará sin recompensa», estar convencido de que «una idea movilizadora, pasada a otros con amor, es seguro que no quedará infecunda».