Para un contrapoder continental indígena, negro y popular

Para un contrapoder continental
indígena, negro y popular
 

Giulio GIRARDI


Giulio acompaña el movimiento popular de América Latina desde hace muchos años. Le hemos pedido una visión de conjunto desde esta perspectiva

Urgente la construcción de un contrapoder popular

La globalización neoliberal se caracteriza por la concentración del poder político, económico, militar y cultural en los países del capitalismo central, que asumen la libertad del mercado como instrumento y al mismo tiempo como máscara de su dominación mundial; ella representa por tanto la expresión más universal, más violenta y más oculta del imperialismo.

La fuerza de este poder central es tal, que logra conquistar para un sistema radicalmente antipopular el consenso de las grandes mayorías, inclusive en los sectores populares. La fuerza de este poder central es tal, que engendra a nivel de masas la convicción de que el sistema vigente no tiene alternativa.

Es evidente que un contrapoder capaz de elaborar y realizar un proyecto de alternativa global hoy no existe. Pero no es de ningún modo evidente que a mediano y largo plazo no pueda existir, que no pueda ser construido. Es ésta la convicción que inspira las múltiples iniciativas continentales e intercontinentales de las que hablamos.

Relanzar y fortalecer el movimiento continental

En el continente indoafrolatinoamericano, cualquier intento de construir un contrapoder popular tiene que partir, me parece, de la experiencia extraordinaria de ’92, con las contracelebraciones del V centenario. Esta movilización no se ha limitado a reinterpretar el pasado; sino que ha captado la urgencia de contraponerle al proyecto neocolonialista del Norte, concretizado en el “nuevo orden mundial”, un proyecto popular de resistencia y de alternativa. Así, de la Campaña “500 años de resistencia indígena, negra y popular” surgió, en el III Encuentro Continental (Managua 1992), el “Movimiento Continental Indígena, Negro y Popular”, cuya novedad fundamental consistía justamente en su inspiración unitaria y popular. Me refiero a este movimiento no tanto por su importancia específica (que se ha reducido bastante después del ’92) sino como expresión de un inmenso conjunto de organizaciones, especialmente indígenas, pero también negras y populares, que en el clima del V Centenario, se han formado, fortalecido y coordinado y que son cada día más beligerantes. Esta movilización representa, a mi juicio, por sus enormes potencialidades, el acontecimiento político y cultural más significativo de este fin de siglo en el continente indoafrolatinoamericano. Podría pues anunciar el surgimiento de un nuevo sujeto histórico, de un bloque social popular y continental, antagonista al bloque imperial del Norte.

Iniciativas para relanzar el movimiento desde Bolivia

En octubre de 1992, concluyendo su tercer encuentro, la “campaña continental 500 años de resistencia indígena, negra y popular” se convirtió, como hemos recordado, en “movimiento continental indígena, negro y popular”.

A lo largo de 1997-2000, las organizaciones indígenas y populares de Bolivia constituyeron un Comité Promotor del movimiento y del IV encuentro continental. Este comité, ahora Directorio o Comisión Organizadora, está integrado por representantes de la Confederación Nacional de los Colonizadores, la Confederación de los Pueblos Indígenas del Oriente, Chaco y Amazonia Boliviana, la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, la Federación Nacional de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, la Central Obrera Boliviana y el Movimiento afrobo-li-viano. Han brindado su adhesión a la iniciativa el Movimiento de Educadores Populares de Bolivia y otros sectores de la sociedad civil boliviana.

El movimiento macroecuménico “APD”

La “campaña continental 500 años de Resistencia Indígena, Negra y Popular” fue un signo de contradicción no sólo en la sociedad sino también en las iglesias. La jerarquía católica se sumó a las solemnes celebraciones del V centenario, dedicándoles un novenario de preparación, y exaltando la “ primera evangelización del continente”. Pero otros cristianos, católicos y evangélicos, que se inspiraban en la teología de la liberación, se identificaron con la resistencia indígena, negra y popular, asumiendo su opción fundamental, el derecho de autodeterminación de los pueblos oprimidos, y denunciando con este criterio no sólo el crimen de la conquista, sino también la complicidad de la iglesia y de la llamada primera evangelización.

Estos cristianos, comprometidos en la solidaridad a partir de su fe, denunciaron con fuerza particular la violación del derecho de autodeterminación religiosa de parte de los conquistadores y de las iglesias, comprometiéndose a reconocer y rescatar las religiones indígenas y las afroamericanas.

Así, las fronteras del ecumenismo se extendían, más allá de las iglesias cristianas, a todas las religiones liberadoras. Surgió de esta intuición el movimiento macroecuménico indoafrolatinoamericano, caracterizado justamente por la nueva relación, de reciprocidad y fecundación mutua, que establecía con las religiones no cristianas del continente, involucradas en los procesos de liberación. Este movimiento se llamó “Asamblea del Pueblo de Dios” (APD) para subrayar en su formación y conducción el protagonismo de las bases y no de la jerarquía.

La Asamblea del Pueblo de Dios celebró su primer encuentro continental en Quito, Ecuador, en setiembre de 1992 y el segundo en octubre de 1996 en Cachipai, Colombia. Ella sigue siendo un movimiento indígena, negro y popular, inspirado en el lema “unidad en la diversidad”: se considera por tanto legítima heredera y continuadora del movimiento indígena, negro y popular, del cual comparte las opciones fundamentales.

El papel de mantener los vínculos entre los grupos participantes en el movimiento y de preparar el tercer encuentro continental para el 2000 fue asumido por la nueva secretaría, ubicada en República Dominicana. El tercer encuentro continental tendrá lugar en Azúa, República Dominicana del 1° al 5 de noviembre 2000. Tema central: Por un milenio antiliberal. Subtema: Construyendo un Proyecto de Vida desde nuestros Pueblos.

Iniciativas del EZLN

La insurrección indígena zapatista, que estalló el primero de enero de 1994, se ha caracterizado desde el primer momento por su horizonte internacional e interna-cio-nalista. Por la convicción que los problemas y las reivindicaciones de los pueblos indígenas, en la época de la globa-lización, expresaban al mismo tiempo problemas y reivindicaciones de todos los oprimidos no sólo del país, sino del mundo.

Esta toma de conciencia ha justificado las iniciativas, tomadas por el EZLN, de convocar en 1996 y en 1997 dos encuentros intercontinentales, por la humanidad y contra el neoliberalismo, considerándolos como momentos en la construcción de una “internacional de la esperanza”.

En el mismo espíritu fue convocado, en Belém do Pará, Brasil, del 7 al 14 de diciembre de 1999, por las comunidades zapatistas de Brasil, el movimiento de Campesinos sin Tierra, el Partido del Trabajo y muchas otras organizaciones populares, el II Encuentro Americano por la humanidad y contra el neoliberalismo.

Para el tema que nos ocupa, es particularmente importante un párrafo de la Declaración final: “En Belém, acordamos que el movimiento de los Encuentros debe ser un instrumento de organización de nuestra lucha. Por eso, llamamos a todos los Comités Preparatorios a continuar la lucha, asumiendo la gran tarea que ya se anuncia para el año 2000: la participación en el movimiento “Brasil, 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular”. El próximo año, que todos y todas se sumen a los dos mil indígenas que se harán presentes en Porto Seguro para decir a las autoridades que a partir de ahora, en Brasil, “serán otros 500”. La importancia de esta lucha no se reduce a Brasil. El II Encuentro asumió expresamente la herencia de los cinco siglos de resistencia indígena, negra y popular, asumiendo la responsabilidad de rescatar y fortalecer el movimiento continental, su proyecto histórico y su estrategia unitaria.”

Iniciativa continental de la CONAIE

La CONAIE es una de las organizaciones indígenas más significativas del Continente, no sólo por su capacidad de movilizar las nacionalidades indígenas del país, sino también por su impacto sobre el conjunto de la sociedad ecuatoriana. Ella está preparando un Encuentro Continental Indígena para el 2000. Todavía no ha enviado la convocatoria, que defina fecha y contenido del encuentro.

En conclusión, la toma de conciencia de la continuidad entre la problemática del 2000 y la del ‘92 crea condiciones favorables al rescate y al fortalecimiento de las opciones del ‘92 y de los movimientos que había suscitado a nivel local, nacional, continental e intercontinental; favorables particularmente al rescate y fortalecimiento del movimiento continental indígena, negro y popular y de su espíritu unitario.

Direcciones de contacto

-IV Encuentro Continental Indígena, Negro y Popular: Fidel Choquerive, Confederación de los colonizadores, Calle Murillo 744, La Paz, Bolivia, tele-fax: (591-2)363023.

-CIDOB : en Santa Cruz, Casilla 6135, tel: (591-3)46071, fax: 468437; en La Paz, tel: 591-2-314564; fax: 314565

-Federación de Mujeres Bartolina Sisa, La Paz, tel: (591-2)343233; fax: 271819

-CENPROTAC, Benito Fernández, La Paz, tel: 246231, fax: 246239, marclau@caoba.entelnet.bo

-APD: María Guzman, Santo Domingo, Rep. Dominicana, tel: 616-3661, fax: 5253889, apdq@latinmail.com

-CONAIE (sobre el Encuentro indígena continental de Quito): Blanquita Chancoso, conaie@ecuanex.net.ec, Granados 2553 y av. 6 diciembre, Quito, Ecuador, tel: (593-2)248930

-II Encuentro Americano por la Humanidad y contra el Neoli-beralismo, Belém, Brasil: america@inrterconect.com.br

 

Giulio GIRARDI
Managua, Roma