Pautas feministas para descolonizar el saber en la región

 

Pautas feministas para descolonizar el saber en la región, Laura Vichot Borrego, Cuba

Hasta inicios del siglo XX resultó imposible demostrar que el devenir de hombres y mujeres no era el mismo en la historia. El proceso de capitalización que buscaba racionalizar la vida en víspera de la organización social emergente se encargó de anular sistemas de conocimientos alternativos por ser contraculturales.

La ciencia social es una mirada al mundo que no puede prescindir de escenarios de acción directa y renovación de categorías académicas generadas por movimientos sociales. Cuando hablamos de la existencia de una teoría feminista de proporciones universales, resulta imposible obviar que los procesos de reconstrucción epistemológica más importantes trascendieron a la par de momentos de despertar ciudadano y contradicciones entre las formas movilizatorias y de representación política de los grupos históricamente preteridos. En resumen, después de los 60 y la segunda ola feminista, se reconstruyen al mismo tiempo concepto y práctica emancipatoria, en un ciclo no concluyente.

La ciencia figura abierta a mediaciones geopolíticas y socioculturales variopintas. Los años 80 y la nueva mirada a la cultura favorecieron el análisis de las individualidades regionales, así como una mayor atención a la experiencia social dentro de los pro-cesos culturales. Las investigaciones sociales se diversificaban en la medida que crecían y visibilizaban otras resistencias obviadas por el carácter gregario de grupos contraculturales que habían ganado representación política. Con la crisis de los paradigmas emergieron otros feminismos, movimientos ecologistas, comunidades étnicas y LGTBIQ que reclamaban su voz. La historia se escribía en plural.

Este análisis invita entonces a preguntarnos qué hay que descolonizar en la ciencia: ¿Actitudes? ¿Perspectivas epistemológicas y ontológicas?

Entender la colonización también como una esfera de dominio visible desde la sociología del conocimiento nos llevará a posicionarnos, indudablemente. El “saber”, aunque no debe organizarse en función de partidos y movimientos, tampoco puede mostrarse ajeno a una realidad social marcada por el capitalismo y políticas neoliberales que reproducen la división sexual, social e internacional del trabajo. En ellos se encuentra el origen principal de la existencia de la pobreza y su alto grado de feminización, porque el sistema reproduce la injusticia y banaliza luchas como las medioambientales.

En los marcos del sistema mundo moderno, inaugurado en Europa, América Latina no pudo escapar de patrones de dominación global. El norte percibía al sur con sus “movimientos de mujeres”, como un escenario incapaz de generar reflexiones propias. El continente ha llegado a producir un marco teórico original, pero por sobre todas las cosas, debemos reconocer que las diversas dimensiones de su lucha por la emancipación económica, política e intelectual determinan un aspecto esencial de la indagación. Este proceso no puede mostrarse indiferente al modo en que los sujetos subalternos y excluidos se han apropiado de la esfera pública para reclamar el derecho a una vida digna frente al trato político capitalista y cisheteropatriarcal.

La ausencia de una infraestructura de cuidados, redistribución de los servicios y riquezas, educación sexual, demandas ambientales, no son vistos desde los círculos de poder como potenciales depauperizadores. La reforma neoliberal no solo redujo la capacidad del estado para poder brindar tales servicios, sino que dotó de carácter contestatario a movimientos conservadores transnacionales como los fundamentalismos.

Analizar desde América Latina la producción de las condiciones de vida de hombres y mujeres, debe visualizarse y alentarse como un ejercicio indispensable para comprender como se reproduce la situación de marginalidad en cualquier punto del orbe. A partir de ahí se podrá profundizar en categorías esenciales para el estudio de determinantes sociales y estructuras que favorecen las formas de racionalización del poder y que determinan ciertas gramáticas de lucha.