Perlas sobre la mujer en el cristianismo

Perlas sobre la mujer en el cristianismo

Agenda Latinoamericana


En el Primer Testamento

El Decálogo incluye a la esposa de un hombre entre sus posesiones, conjuntamente con su casa y sus tierras, sus esclavos y esclavas, su buey y su asno (Ex 20,17; Dt 5,21). Su esposo puede repudiarla, pero ella no puede pedir el divorcio; toda su vida permanece en un lugar secundario. La esposa no hereda de su esposo, ni las hijas de su padre, a menos que no haya un heredero varón (Nm 27,8). Un voto hecho por una muchacha o una mujer casada necesita, para ser válido, el consentimiento del padre o del esposo, y si este consentimiento es negado, el voto es nulo e inválido (Nm 30,4-17). Roland DE VAUX, Ancient Israel, its Life and Institutions, Nueva York: McGraw Hill Book, 1961, p. 39.

La creación de la mujer está muy separada de la del hombre, ya que es la última y más misteriosa de todas las bondades que Yahvé quiso otorgar al hombre. Dios diseñó una ayuda para él, que fuera “adecuada a él” –ella debería ser como él, y al mismo tiempo, no idéntica a él, sino más bien su contraparte, su complemento–. Gerhard VON RAD, Old Testament Theology, I, Nueva York: Harper and Brothers, 1962, p. 149.

• Por culpa de la mujer comenzó el pecado, y por su causa morimos todos (Eclo 25,24).

• Mejor es la maldad del hombre, que la bondad de la mujer (Eclo 42,14).

• Más amarga que la muerte es la mujer; redes y lazos son su corazón, ataduras sus manos; el que es bueno ante Dios escapará de ella; el pecador quedará preso por ella (Ecle 7,26).

En el Segundo Testamento

1Cor 11,8-9: Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.

1Cor 14,34: Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos.

1Tim 2,9-15: Y quiero que las mujeres se vistan decentemente, con modestia y sencillez; que se adornen, pero no con peinados exagerados, ni con oro, perlas o vestidos costosos, sino con buenas obras, como deben hacerlo las mujeres que se han consagrado a Dios. La mujer debe escuchar la instrucción en silencio, con toda sumisión; y no permito que la mujer enseñe en público ni domine al hombre. Quiero que permanezca callada, porque Dios hizo primero a Adán y después a Eva; y Adán no fue el engañado, sino la mujer; y al ser engañada, cayó en pecado. Pero la mujer se salvará si cumple sus deberes como madre, y si con buen juicio se mantiene en la fe, el amor y la santidad.

Ef 5,22-24: Esposas, estén sujetas a sus esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de la esposa, como Cristo es cabeza de la iglesia. Cristo es también el Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo; y así como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las esposas deben estar en todo sujetas a sus esposos.

1Co 11,11-12: Sin embargo, en la vida cristiana, ni el hombre existe sin la mujer, ni la mujer sin el hombre. Pues aunque es verdad que la mujer fue formada del hombre, también es cierto que el hombre nace de la mujer, y todo tiene su origen en Dios.

Ga 3,27-28: Y por el bautismo han venido a estar unidos con Cristo y se encuentran revestidos de él. Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos ustedes son uno solo.

En la historia de la Iglesia

Tertuliano,doctor de la Iglesia en el siglo II, fundamentándose en el mito del Génesis, decía: Mujer, debieras ir vestida de luto y andrajos, presentándote como una penitente, anegada en lágrimas, redimiendo así la falta de haber perdido al género humano. Tú eres la puerta del infierno, tú fuiste la que rompió los sellos del árbol vedado, tú la primera que violaste la ley divina, tú la que corrompiste a aquel a quien el diablo no se atrevía a atacar de frente. Tú fuiste la causa de que Jesucristo muriera.

• Mientras la mujer se ocupe del parto y los hijos, será tan diferente del hombre como el cuerpo del alma. Pero cuando desee servir a Cristo más que al mundo, dejará de ser mujer y se le llamará hombre (vir). San Jerónimo, PL 26, 567. Comm. in epist. ad Ephes. 3,5.

• Porque el amor corresponde al hombre; el temor, a la mujer. Como al esclavo, que no sólo le corresponde el temor, sino también el estremecimiento. San Jerónimo, PL 26, 570. Comm. in epist. ad Ephes. III, 5.

• La mujer es un ser inferior. Corresponde a la justicia, así como al orden natural de la Humanidad, que las mujeres sirvan a los hombres. San Agustín (354-430).

• En cuanto a mí, pienso que las relaciones sexuales deben ser radicalmente evitadas. Estimo que nada envilece tanto el espíritu de un hombre como las caricias sensuales de una mujer y las relaciones corporales que forman parte del matrimonio. San Agustín.

• El padre y la madre son amados como los principios del origen natural. Y como el padre es principio de un modo más excelente, por serlo como principio activo, y la madre como principio pasivo y material, de aquí que hablando en absoluto, el padre ha de ser más amado. Tomás de Aquino (1224-1274), Suma Theologica, vol. V, 2-2, q. 26, a. 10.

• En la generación humana, la madre presta la materia sin forma del cuerpo, que se forma por la virtud formativa del semen paterno. Y, aunque esa virtud no pueda crear el alma racional, dispone, con todo, la materia corporal para la recepción de tal forma. Tomás de Aquino, Suma Theologica, vol. VII, 2-2, q. 26, a. 10.

• Especialmente reveladoras fueron (y aún son) las razones dadas para excluir a la mujer de las órdenes sagradas: el dominico español Domingo de Soto (1494-1560) reflejó la opinión del siglo XVI en su estudio de este tema; sostuvo que el sexo femenino es un impedimento natural para recibir las Órdenes Sagradas.

• Por eso, como advierte el Apóstol: ‘El esposo es cabeza de la esposa, como Cristo es cabeza de la Iglesia’; y así como la Iglesia está sujeta a Cristo, quien la ama con el amor más casto y duradero, así también las mujeres deben estar sujetas a sus esposos, y a su vez ser amadas por ellos con afecto fiel y constante. León XIII, Encíclica Quod Apostolici Muneris, 28 de diciembre 1878.

• Igualmente erróneo y pernicioso a la educación cristiana es el método llamado de la «coeducación», también fundado, por muchos, en el naturalismo negador del pecado original, y además, por todos los sostenedores de este método, en una deplorable confusión de ideas que trueca la legítima convivencia humana en la promiscuidad e igualdad niveladora. El Creador ha ordenado y dispuesto que la convivencia de los sexos fuera perfecta solamente en la unidad del matrimonio, y gradualmente distinta en la familia y en la sociedad. Además, no hay en la naturaleza misma, que los hace diversos en el organismo, en las inclinaciones y en las aptitudes, ningún motivo para que pueda o deba haber promiscuidad y mucho menos igualdad de formación para ambos sexos. Pío XI, 1929, Carta Encíclica Divini Ullius Magistri, 31 de diciembre 1929.

• La sociedad doméstica que es el matrimonio debe ser reforzada por el orden del amor que implica la primacía del marido sobre la mujer y los hijos y la sumisión solícita de la mujer así como su obediencia espontánea. Pío XI, 1930.

Aun en el pensamiento de la modernidad

La educación de la mujer habrá de ser organizada con relación al hombre. Para ser agradable a su vista, para conquistar su respeto y su amor, para educarlo durante su infancia, cuidarlo durante su madurez, aconsejarle y consolarle, hacer su vida agradable y feliz. Tales son los deberes de la mujer en todo momento, y esto es lo que hay que enseñarle cuando es joven. Jean Jacques Rousseau (1712-1778).

La mujer es una especie de término medio entre el hombre y el resto del reino animal… En el orden mental como en la generación, la mujer no aporta nada personal: es un ser pasivo, enervante, de conversación y caricias agotadoras. Debe huirla quien desee conservar en su plenitud las energías corporales y espirituales. La mujer es homicida. Pierre Proudhon, filósofo francés (1809-1865).