Presentación de la Agenda Latinoamericana 2021

 

Agenda Latinoamericana.

 

La última edición de nuestra Agenda advertía una alerta mundial de “tsunami” tecnológico: la revolución del 4.0. Con ello acertó en los impactos anunciados que comenzamos a experimentar de forma imprevista en el periodo de confinamiento por causa del nuevo coronavirus: la implementación tecnológica en el ámbito del trabajo, la ocupación, la enseñanza, la cultura y los valores. Y, confirmó el rol protagónico de internet y redes sociales como instrumentos que facilitaron la propagación de “postverdades” por parte de organismos internacionales, gobiernos, políticos, grupos empresariales, medios de comunicación, entre muchos otros.

Nuestra Agenda, como afirmó Pedro Casaldaliga en nuestra edición de 2007, ha tenido la osadía de abordar temas verdaderamente mundiales. En efecto, el proyecto de la Agenda Latinoamericana iniciado conjuntamente con José María Vigil en 1992 tiene la vocación de ser una herramienta de reflexión alrededor de temas políticos y sociales desde una óptica constructiva y crítica comprometida con las grandes causas y desde la identidad Latinoamericana. Reflexiones que no solo abordan problemáticas de la Patria Grande sino también de la Patria Mundial y que afectan a la humanidad a escala global: la paz, la democracia, el género, la ecología, las migraciones, las culturas y el diálogo, la globalización y el capitalismo, la tecnología, política, religión, el sueño de otro mundo, comunicación y democracia posible.

Pedro, y José María ¡Gracias! Les agradecemos por hacer crecer el proyecto de la Agenda cada año durante 29 ediciones y con ello, contribuir en la formación liberadora de nuestros pueblos. Mujeres y hombres que hemos crecido con esa herramienta liberadora, hemos aprendido de forma sentiente lo que, parafraseando a Ellacuría, podría resumirse el compromiso con la Patria Grande: cargar con la realidad y luchar por lanzarla en otra dirección.

Tomando el timón en relevo, seguimos la línea y el espíritu de ejercer una esperanza activa, continuamos con el abordaje de temas mundiales de nuestra Agenda: el punto de no retorno.

La pandemia de la COVID-19 ha vinculado inexorablemente éste tema como el de la anterior edición, por un lado, por diferentes perspectivas se insiste en que la pandemia del coronavirus ha mostrado los aspectos positivos como negativos de la revolución tecnológica. El distanciamiento físico obligó a las personas, instituciones y empresas a someternos a grandes transformaciones en la vida cotidiana considerada “normal”. El confinamiento hizo visible la aceleración de la digitalización, el teletrabajo, la educación en línea, el uso de la robótica, el control sanitario mediante datos en línea, sobre todo, en países más desarrollados. Y, dejó en evidencia las desigualdades a las que se enfrentan los colectivos históricamente marginados en esos países y la agudización de la precariedad en el acceso a las ventajas de la tecnología de los países en desarrollo.

Por otro, sacó a la luz la relación entre el cambio climático con la aparición de nuevos virus como una de sus consecuencias del calentamiento global, la perdida de la biodiversidad que ya había sido señalada por la comunidad científica. La humanidad se está enfrentado a la peligrosidad que supone la implementación de la revolución tecnológica sin que haya marcos éticos que las limiten y a las consecuencias del punto de no retorno que el modelo de vida considerado “normal” está conduciendo.

La Encíclica “Laudato si”, que titula el cuarto capítulo como “ecología integral”, señala que el problema ecológico está relacionado con otros actuales. Por tanto, se deben abordar de una forma conjunta: la ecología ambiental, económica y social. En ella, el Papa Francisco sugiere la inclusión de una práctica de ecología cultural, que evite la imposición de “un estilo hegemónico de vida ligado a un modo de producción”

Esta edición de nuestra Agenda se adentra en los aspectos del cambio climático en medio de este escenario tan desolador, aludiendo a la responsabilidad y urgencia de frenar el punto de no retorno. A pesar de que estamos al borde del abismo, nos hace un llamado urgente, cuestionador y propositivo para frenar esa amenaza aún peor que las del coronavirus y el tsunami tecnológico.

Es tarde, pero es nuestra hora, alude al poema de Pedro Casaldaliga que está escrito en la contraportada. Y, sin lugar a dudas, la pandemia que vivimos marca un antes y después en la historia de nuestra era; no solo por sus consecuencias en la salud pública mundial, sino también por el contexto capitalista en el que se desarrollan y las causas que la provocaron. Por tanto, no podemos consentir la continuidad de un modelo económico que utiliza a las personas y a la naturaleza como mercancía. La naturaleza nos recuerda que vamos tarde y mal. Continuando con el consumo actual, le quitamos a la tierra lo que ya no puede dar ni reemplazar. A esta agresión, ella responde con eventos extremos: sequías, inundaciones, deshielos que producen el aumento de los océanos; afectación de poblaciones costeras.

La crisis global sanitaria es solo una advertencia para mostrar la urgencia de tomar con seriedad la adopción de medidas para frenar el cambio climático. No en vano se afirma que el calentamiento global es una manera parcial de llamar la amenaza de la llegada del no retorno. La pandemia se resolverá, pronto o tarde; el calentamiento global es una amenaza mucho mayor, por su posible punto de no retorno, que cada vez está más cerca.

Si no resolvemos esto, estaremos condenados: ¿Será 2021 un tiempo de reconstrucción? ¿Será un momento de confrontación? ¿Será un tiempo de resistencia? ¿O será todo eso? Lo que sabemos es que será necesario comprender los signos concretos de las consecuencias de este momento especial, para poder dibujar lo que nos espera de ahora en adelante y actuar en consecuencia.

Nuestra Agenda Latinoamericana Mundial 2021 debe ser una herramienta para organizar, capacitar y movilizar a personas y organizaciones. Precisamente, en tiempos de incertidumbre por la crisis desatada por el coronavirus, no podemos perder la oportunidad de aprender lo que esa crisis nos obligó a vivir: es posible frenar y cambiar la forma a la que se nos ha condicionado vivir y considerar lo “normal de siempre” y que además que nos ha hecho creer que no se puede cambiar. La idea de normalidad que se supone “hemos perdido” en la crisis, está condicionada por el modelo capitalista que en su afán de acumulación de riquezas económicas destruye todas las formas de vida del planeta que permiten nuestra supervivencia como especie.

Los sucesos obligados a los que se sometió el planeta forzado por la enfermedad global, nos ha demostrado que no es imposible hacer otro mundo posible. La naturaleza se recupera si el modo de producción capitalista hegemónico se detiene. Por esta razón, nuestra Agenda 2021 lanza un mensaje de esperanza concreta: fortaleza y coraje para crear desde lo cotidiano en lo individual y colectivo una práctica ecológica de la vida que obligue a nuestros Estados y empresas a cambiar de rumbo.

Insistamos conjuntamente y será madrugada.

Sororalmente-fraternalmente. 

 

Uso pedagógico de la Agenda

La Agenda es una herramienta pedagógica. Además de usos personales, está pensada como instrumento para comunicadores, educadores populares, agentes de pastoral, animadores de grupos, militantes... Los textos se pueden transcribir en boletines de asociaciones o revistas locales.

Ecumenismo

La Agenda es aconfesional y sobretodo macroecuménica: se enmarca en este mundo de referencias, creencias, valores y utopías comunes a los Pueblos y personas de buena voluntad, que los cristianos llamamos “Reino” –la Utopía de Jesús–, pero que compartimos en una búsqueda fraterna y humildemente servicial.

Una obra no lucrativa

La Agenda es una iniciativa no lucrativa, que nació y se desarrolló sin la ayuda de ninguna agencia. Las entidades que la editan destinan los beneficios a sus objetivos de servicio popular o de solidaridad. Una Agenda colectiva… Ésta es una obra colectiva. Debe su existencia y su mantenimiento a una red de personas y entidades entusiastas, comunicadas en red. Por eso ha recorrido este camino y es hoy lo que es: una «obra colectiva, un patrimonio comunitario, un anuario antológico de la memoria, la esperanza del Continente espiritual...»