Red eclesial panamazónica

Red Eclesial Panamazónica

Actor nuevo en América Latina, al que hay que saludar y prestar atención

Agenda Latinoamericana


Todavía es poco conocida en América Latina, y casi nadie ha escuchado hablar de ella en la parte Norte del subcontinente. Pero ya es una realidad, y es un ejemplo a considerar, y muy probablemente también a imitar. Nos referimos a la REPAM, Red Eclesial Panamazónica (redamazonica.org).

La REPAM es la realización de un propósito de la Conferencia de Aparecida, en 2007: «Crear conciencia en las Américas sobre la importancia de la Amazonia para toda la humanidad. Establecer, entre las iglesias locales de diversos países sudamericanos que están en la cuenca amazónica, una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas para crear un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres y sirva al bien común». Hoy es ya una realidad adulta y en marcha.

Quizá es la primera vez que se crea una entidad eclesial por un criterio no político, étnico, cultural, territorial... sino «ecológico», en razón de un bioma que, en este caso, se considera de máxima importancia para el lugar, la región e incluso para el mundo.

En efecto: «La pan-amazonía abarca una superficie de 7,5 millones de km2. Está repartida en 9 países de América (Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y la Guyana Francesa). Representa el 43% de la superficie de América del Sur. El río Amazonas tiene más de 1.100 afluentes principales y una infinidad de arroyos con los que teje la red fluvial más extensa del mundo con más de 25 mil km navegables. La región amazónica concentra el 20% del agua dulce no congelada del planeta, que vierte en el Atlántico ayudando a regular el equilibrio sistémico del océano. En ella se concentran 34% de los bosques primarios del planeta que albergan entre el 30% y 50% de la fauna y flora del mundo» (documentos del Equipo Itinerante e Intercongregacional Amazónico).

La Panamazonía es un bioma, es decir un sistema vivo, que funciona como un estabilizador climático regional y global, manteniendo el aire húmedo y produce 1/3 de las lluvias que alimentan la tierra. La Pan Amazonía posee una gran socio diversidad, ya que alberga a 2.779,478 indígenas, que corresponden a 390 pueblos indígenas, 137 pueblos aislados o no contactados, 240 lenguas habladas pertenecientes a 49 familias lingüísticas. Siendo algunas de las familias más numerosas: Aruak, Karib y Tupi-Guaraní. Y casi 40 millones de habitantes en total.

En la actualidad más de 20% de la cobertura vegetal de la Pan Amazonía ya no existe. Fue retirada y quemada para permitir el acceso a proyectos de minería, de ganadería, de extracción de madera, de hidroelectricidad, de asentamientos de campesinos, entre otros. Hoy en día vivimos una alta incidencia de sequías en la Amazonía, una situación que no se creía posible y que actualmente estamos experimentando con gran fuerza. Por lo que se experimenta el cambio climático y sus repercusiones en varios ámbitos socio ambientales. La región se enfrenta a la perspectiva de consolidación de la planificación vertical y autoritaria, es decir, la imposición de megaproyectos extractivos, que consideran al territorio Amazónico como fuente de recursos y de crecimiento económico. Podemos ver como ejemplo concreto al proyecto de Integración de Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) como elemento articulador que prioriza el beneficio económico sobre los derechos de las poblaciones indígenas. El IIRSA posee 10 ejes de integración y Desarrollo, uno de ellos es el del Amazonas.

La Iglesia camina en medio de esta realidad, al ritmo que camina el pueblo más pobre. En esas situaciones se percibe la vitalidad de la Iglesia Amazónica y misionera, a la luz de sus múltiples encuentros, el compromiso de sus líderes, la perseverancia de sus Comunidades Eclesiales de Base, los documentos producidos por sus actores, el ejercicio de su colegialidad, y el empeño de estar siempre presente en las comunidades más aisladas y vulnerables. Todos los esfuerzos parecen insuficientes ante la enormidad de los desafíos, pero en su pequeñez, su testimonio misionero se convierte en señal de que otra Amazonía es posible.

«Al hacer una mirada retrospectiva sobre los más de quinientos años en los cuales la Iglesia católica ha estado presente en tierras Amazónicas encontramos luces y sombras. Al lado de los mártires que resistieron la conquista española había quienes colaboraron con los distintos sistemas de colonización. Nuestra primera actitud delante de esta historia es de un humilde pedido de perdón. Pedimos perdón por las veces que no logramos liberarnos de la influencia de la empresa colonizadora, y por las veces que pensamos que era suficiente salvar las almas, asumiendo una actitud negligente, por tanto, con los sujetos… Una sincera conversión y la voluntad de aprender de los errores del pasado están profundamente ligadas a nuestro pedido de perdón por no haber aceptado siempre a los habitantes de la Amazonía como nuestros primeros interlocutores pastorales. Sin embargo, en aras de la verdad, debemos también recordar los éxitos de la presencia eclesial y pastoral en el pasado y en la actualidad en la región pan-amazónica que “es multi-étnica, pluri-cultural y pluri-religiosa» (Carta Pastoral de la REPAM, noviembre 2014).

Herederos conscientes de una «historia de luces y sombras», este paso adelante, dado en la correcta dirección del compromiso con los pobres y –¡por primera vez!– también con la Tierra, esta novedad eclesial no sólo debe ser saludada y acogida, sino ayudada, y también considerada como un modelo a examinar y tal vez a seguir. No es necesario vivir junto a uno de los principales biomas de este planeta... también biomas menores son muy importantes para los pueblos que los habitan y para el planeta entero, porque toda la vida está unida en la tela de la vida, en la comunidad de la vida, única de/en este planeta. Otros biomas específicos (el cerrado, el páramo, la Puna...) o simplemente geográficos (el istmo centroamericano, los glaciares de los Andes, el salar de Uyuni...) merecen la atención de las comunidades humanas y religiosas que desde siempre han vivido en ellos y nunca se han planteado el agradecido deber que les compete de cuidar de los mismos. Cáigase en la cuenta de que las famosas «obras de misericordia» –tradicional elenco de las buenas obras que se podían hacer– se clasifican en materiales y espirituales... pero ninguna es ecológica, todas son antropocéntricas... Hemos fundado incluso congregaciones religiosas, cuyo carisma y misión ha girado en torno a la realización de alguna de esas obras de misericordia... antropocéntricas. La Iglesia católica todavía está por fundar una congregación para dedicarse a la realización de una obra de misericordia... ecológica. También las Iglesias locales deben plantearse la obligación que pueden tener de liderar o de colaborar en la organización de actividades –con las entidades públicas, privadas, ONGs– para salvar los bienes naturales de la vida, de los que todos dependemos.

Y no sólo las Iglesias locales: también las parroquias, las comunidades de base, las entidades religiosas de todo tipo. Y también ecuménica e inter-religiosamente. Necesitamos muchas REPAM a lo largo y ancho del Continente, cada cual a la medida de su bioma, de su geografía, de sus necesidades.

La «conversión pastoral» que en 2007 pidió Aparecida, se ha convertido también en «conversión ecológica», en un dar entrada a la ecología, ya de una vez por todas, en nuestra visión, en nuestra teología, en nuestra espiritualidad... y hasta en las obras de misericordia y obras de justicia. Necesitamos una conversión pastoral... «integralmente ecológica».

Aunque institucionalmente estamos tan atrasados (hace décadas que el problema ecológico es urgente, y nosotros apenas ahora estamos despertando al mismo), afortunadamente tenemos abanderados que nos han precedido, mártires latinoamericanos por la Causa Ecológica. Ellos/as intuyeron que la defensa de la naturaleza, de su integridad y su belleza, así como la defensa de sus habitantes, especialmente los más pobres, era un valor humano, religioso y cósmico, por el que merecía la pena incluso dar la vida. Y la dieron. Hoy nos toca a nosotros asumir esta herencia y ampliarla. Como hace la REPAM.


 

«LAUDATO SI’: Sobre el cuidado de nuestra casa común»

Serie de 20 audios sobre la encíclica del Papa Francisco, de unos 10 minutos cada uno. Material pedagógico para crear conciencia sobre la urgencia de cambiar de rumbo y superar el estilo de vida consumista, la cultura del descarte, un modelo de civilización tecnocrática, mercantilizada y ambiciosa, que no es sostenible. Una producción de la REPAM; recójala gratuitamente en redamazonica.org/el-cuidado-de-la-casa-comun