Siembra transgénica de Cáncer en América Latina
Siembra transgénica de Cáncer
en América Latina
Lucía Sepúlveda Ruiz
No salió en la tele: la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, IARC, agencia especializada de la Organización Mundial de la Salud, reclasificó como posible cancerígeno al herbicida glifosato, el veneno más usado y vendido en América Latina y el mundo, de nombre comercial Roundup. Fue un trabajo realizado en un año por 17 expertos sin conflictos de interés, es decir no vinculados a empresas productoras de agrotóxicos y transgénicos. El poder de las transnacionales productoras de agrotóxicos y transgénicos se evidenció cuando no hubo reacción oficial de las cómplices autoridades latinoamericanas al alerta, dado a conocer en marzo de 2015.
En Argentina, donde según la Red de Médicos de Pueblos Fumigados se usan más de 300 millones de litros de glifosato al año, las comunidades vecinas a los gigantescos monocultivos de soya y maíz transgénico, junto a científicos independientes y organizaciones ambientales llevaban más de diez años monitoreando sus efectos y denunciando que el Roundup de Monsanto produce cáncer y malformaciones congénitas, entre otros daños severos. Pero ellos no tienen acceso a los grandes medios ni al gobierno.
El investigador Andrés Carrasco, jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, fallecido en mayo de 2014, afirmaba que en las comunidades fumigadas estaba la mayor prueba de los efectos de los agrotóxicos. Ya en 2009 él había descubierto que el glifosato producía malformaciones en embriones anfibios. Atacado y denigrado, él informó acerca de estos riesgos a las comunidades afectadas, incluso antes que su trabajo fuera publicado (2010) en la revista científica Chemical Research in Toxicology.
En Chile, Brasil, Colombia, y Paraguay las organizaciones campesinas y medioambientales también han denunciado los efectos del herbicida Roundup («matamalezas Randal»), cuyo principio activo es el glifosato, también usado en cultivos convencionales de hortalizas y cítricos. El SAG (Servicio Agrícola y Ganadero), la entidad pública chilena responsable, respondió negativamente en 2014 la solicitud de la Red de Acción en Plaguicidas Chile (RAP-Chile) de prohibir los plaguicidas altamente peligrosos.
El uso de glifosato se disparó en los cultivos transgénicos de soya, maíz, algodón y raps listos (ready) para el Roundup Ready, es decir manipulados genéticamente para tolerar esas fumigaciones. No existen otros seres vivos listos para tolerar el Roundup: el daño es severo en los niños vecinos a plantaciones, temporeras, así como en el agua, suelos e insectos benéficos. El Instituto Nacional del Cáncer de Brasil emitió una declaración asociando el aumento de los casos de cáncer a los cultivos transgénicos que usan glifosato. En Ecuador y Colombia las fumigaciones con glifosato del nefasto Plan Colombia, afectaron la salud ambiental y la soberanía alimentaria de las comunidades.
Se ha detectado glifosato en agua, alimentos, y en sangre y orina de seres humanos. El glifosato está ahora en el Grupo 2A que significa «probablemente cancerígeno para los seres humanos» por existir «pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos y suficiente evidencia en animales de experimentación.
La Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas RAP-AL valoró el anuncio de IARC/OMS, demandando a los gobiernos de América Latina proteger con premura la salud humana con medidas «que lleven a la prohibición del uso del herbicida glifosato en la región y todo el mundo», aplicando el principio de precaución. «Esperar la certeza puede ser llegar demasiado tarde para las personas expuestas directamente o indirectamente al glifosato, como a otros plaguicidas, porque ya han desarrollado enfermedades que comprometen la posibilidad de desarrollar una vida plena», sostuvo esta red que trabaja estrechamente ligada a las comunidades afectadas por plaguicidas.
Por su parte Monsanto comenzó a operar desde las sombras para desacreditar el informe de la IARC y lograr una retractación de la OMS, tarea que lleva adelante su sección encargada de refutar y desprestigiar a todo científico independiente. En ese empeño será secundada entre otros por Syngenta, Basf, Bayer, Dupont, Dow Agrosciences, que están actualmente fabricando Roundup ya que el vencimiento de la licencia así lo permite.
Lucía Sepúlveda Ruiz
Red de Acción en Plaguicidas, y Campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile, Santiago, Chile