¿Socialismo o socialismos?

¿Socialismo o socialismos?

Sergio Ferrari


El ayer y el hoy. El pre-Muro de Berlín y el post-Muro de Berlín. Lo que fue y lo que hubiera tenido que ser o podido ser... Desentrañar la temática de las experiencias socialistas en el mundo constituye un desafío ilimitado por su dimensión y significado:

- implica introducir elementos conceptuales, para tratar de comprender lo que se entiende realmente como socialismo. Con toda una diversidad de acepciones que van desde los modelos socialdemócratas del tipo escandinavo, a realidades más integrales como la cubana. Y con una enorme cantidad de preguntas sobre lo que debería ser el socialismo del futuro.

- obliga a revisar ecuaciones históricas, es decir, a diferenciar las que fueron experiencias socialistas en el pasado y las que continúan definiéndose como naciones socialistas en la actualidad.

- exige la plasticidad intelectual adecuada para poder comprender las diversas transiciones, que las principales naciones socialistas han venido implementando desde hace treinta o cuarenta años. Entre ellas China –desde fines de la década del setenta-, Vietnam –a partir de los ochenta- o Cuba mismo, cuando se lanza a aplicar ciertas reformas a partir de fines de la década de los ochenta.

- interroga sobre las posibilidades de integrar en la práctica y conceptualmente la compatibilidad entre socialismo y mercado.

- interpela sobre la siempre compleja relación entre socialismo y democracia política. Y adicionalmente, sobre la relación entre partidos progresistas o revolucionarios y los movimientos sociales y populares.

- Y, adicionalmente, confronta a la actual cotidianeidad mundial, en la cual, la hegemonía casi total del modelo capitalista, en su variante neo-liberal, hace cada día más inviable el futuro ecológico y social del planeta. Dicho en otras palabras: primacía del capitalismo sobre el socialismo que determina un «escenario” de Tierra agotada-cansada-amenazada por la lógica consumista-bélica dominante.

Socialismo a secas

El socialismo no es un dogma ni un esquema. Es una perspectiva en construcción.

Para el escritor argentino Abelardo Castillo, «no es utópico, porque es un proyecto». Y su reflexión va un paso más adelante: «...con la caída del socialismo autoritario de los países del Este también fracasó una idea capitalista de la historia. No fracasó el socialismo cuando cayó el muro, lo que para mí fue más un problema edilicio que histórico... El socialismo no ha desaparecido de la realidad ni como fuerza del pensamiento. En este momento no hay socialismo en el mundo y, sin embargo, el mundo vive, probablemente, de la peor manera desde que empezó el siglo XX...» (Rebelión, Lorena Betta, octubre 2005).

José Carlos Mariátegui, uno de los padres del socialismo latinoamericano, anticipaba a inicios del siglo pasado, que el socialismo indo-americano debería ser una creación heroica basada en la combinación de las tradiciones de resistencia al colonialismo y los logros del pensamiento socialista-comunista.

Se arrogaba el derecho de una construcción novedosa, donde ancestros, mitos, experiencias subjetivas y colectivas fueran incorporadas ordenadamente en ese proyecto socialista. Sin olvidar la articulación internacional.

«Mariátegui, por fuera de estas posiciones que ven al internacionalismo y al nacionalismo como entidades dicotómicas, intenta conciliar la cuestión nacional y el movimiento socialista internacional intentando acercar la distancia entre las dos realidades. Y en esta aproximación se sirve de argumentos ‘no racionales’, como es el mito (la fe religiosa) para recuperar el pasado indígena e integrarlo al futuro socialista situado en la escena presente. La historia no es vista como mera secuencia lineal de los hechos, sino a partir de la simultaneidad, de la condensación de pasado y futuro en un tiempo presente”, enfatiza la analista Lorena Betta (La Nación, Argentina, entrevista con Raquel San Martín, 25.02 2006).

Ochenta años más tarde, el discurso reactualizado de Mariátegui, expresa el derecho a una construcción a partir de las realidades nacionales, de la práctica concreta e innovadora, de la acumulación de fuerzas por parte de los movimientos sociales.

El derecho a un socialismo no dogmático ni pre-diseñado toma fuerza. Con su propio condimento nacional que se reforzará en la solidaridad internacional. Lo que implica necesariamente, contar con una clara perspectiva de Nación y de anti-colonialismo. Alimentada por las nuevas concepciones de cómo hacer la política, de la construcción en redes, de la promoción de una nueva ciudadanía planetaria, tan esenciales del pensamiento alter-mundialista. Reforzado éste, por la práctica concreta en torno a los Foros Sociales Mundiales, continentales, regionales, nacionales.

Transición... a partir de los socialismos

Tras esta idea de construcción, ¿cómo entender el proceso de transición que ciertas naciones socialistas han recorrido en las últimas décadas?

Pregunta esencial que se hace la Revista Alternatives Sud, del Centro Tricontinental de Lovaina-La-Nueva, en un número especial sobre el tema (VIII, 2001,1). Luego de un detallado análisis de los procesos de reformas que transitan China, Vietnam, Cuba, «los tres principales países socialistas actuales», la cuestión esencial del editorial se centra en la compatibilidad entre el socialismo y el mercado, tema toral de una reflexión teórica y de una práctica en marcha.

Según la publicación belga, las reformas en China se encuentran hoy en un proceso original de apertura al mercado, en el cual éste conquista progresivamente el espacio económico. Para el poder político cada vez es más difícil controlarlo, lo que pone en cuestión la realidad de una «sociedad socialista de mercado».

En cuanto a Vietnam, después de tres décadas de guerra y destrucción y sin compensación alguna, comenzó a implementar sus reformas en los años 80. Los resultados económicos fueron sorprendentes pero los efectos sociales comienzan a ser preocupantes.

Si se trata de Cuba, la caída de la URSS y el embargo norteamericano provocaron una crisis sin precedentes, forzando a una apertura controlada hacia el mercado internacional, pero sin los «condicionamientos” que imponen el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. «La recuperación difícil y progresiva de los últimos diez años, sin poner en cuestión las conquistas sociales y culturales, sorprendió al mundo entero», afirma Alternatives Sud. Anticipando que si un día se levantara el embargo, «se crearía una situación en la que los efectos económicos y culturales exigirían una nueva definición del socialismo cubano y, probablemente, nuevas concesiones al mercado».

La síntesis enumera cuatro condiciones de compatibilidad entre socialismo y mercado: privilegiar el valor de uso al de cambio; limitar la acumulación privada; socializar (que no significa necesariamente estatizar) los principales medios de producción y conservar un carácter no mercantil en los sectores de la economía que corresponden a los derechos humanos fundamentales y a la cultura. La reflexión final es contundente: «lograr la compatibilidad de socialismo y mercado significa una lucha de largo alcance, ya que lo que se juega es inmenso y las fuerzas y resistencias muy poderosas. Dudar de la compatibilidad no puede más que llevar a la barbarie».

Problemática -tan espinosa o más que la anterior- es la de la relación entre socialismo y democracia, que lleva a profundizar la reflexión sobre el partido único, modelo que ha predominado mayoritariamente en las experiencias socialistas. Y el rol -y la eventual autonomía- de los movimientos populares en toda esta construcción.

Hacia el futuro

¿Es el socialismo una alternativa-opción-salida a la actual situación planetaria? En caso afirmativo, ¿de qué tipo de socialismo se trata? ¿Las alternativas al modelo dominante se construyen reformando el actual sistema, o desde fuera del mismo?

El debate teórico se impone. Al mismo tiempo, América Latina se convierte en uno de los escenarios más prósperos en la búsqueda de alternativas reales.

Desde arriba, con una serie de experiencias de gobierno, que al margen de sus propias etiquetas y auto-caracterizaciones, tratan de dar pasos audaces en pro de la autodeterminación, la integración regional y un nuevo paradigma geopolítico continental.

Desde abajo, a través de una multitud de experiencias: urbanas y rurales; locales y nacionales; asociativas, de pujantes movimientos sociales e incluso de redes supranacionales.

Toda esa multiplicidad de experiencias tiene un elemento en común: ninguna, individualmente concebida, supera los límites de ser una realidad singular e incompleta. Y de ahí que ninguna en sí misma, sea capaz de auto-proclamarse como el modelo o el paradigma de una nueva concepción socialista.

Del incansable resistir a lo «viejo», insiste en surgir lo nuevo: marcado por la complejidad real del hoy vivido, presentado como la superación de la vieja opresión y dando forma al sueño liberador diferente.

 

Sergio Ferrari

Argentina - Suiza