Solidaridad y comunicación electrónica
Solidaridad y comunicación electrónica
John Sweeney y José M. Vigil
En muchos países de América Latina y de otras partes del tercer mundose experimenta la necesidad de nuevas formas de solidaridad, desde el apoyo moral hasta la ayuda con la información: consiguiéndola y divulgándola. En muchos de nuestros países las tarifas telefónicas hacia el extranjero son sumamente altas: sólo los ricos tienen derecho a comunicarse hacia el exterior. Y na hablemos de los correos, que no son ni rápidos ni confiables.
Pero ahora existe una alternativa, una posibilidad de que la alta tecnología funcione en favor de las organizaciones comprometidas con la justicia y la paz. Existe una red de satélites y computadoras por todo lo ancho del mundo que permite comunicaciones rápidas, extensas y, sobre todo, muy baratas. Esa red se llama «Internet», y consiste en una serie de grandes computadoras conectadas entre sí a través de antenas parabólicas y satélites. Gracias a un uso muy eficiente de los canales de los satélites, se puede pasar información muy rápidamente y en cantidades muy grandes, lo cual implica bajos costos para cada mensaje. A través de Internet, por ejemplo, un usuario puede enviar correo electrónico a otro usuario de cualquier otra parte parte del mundo, y el mensaje llega normalmente en una media hora, por un costo de 0.05 US$ (aproximadamente).
Una vez conectado a la red, el usuario puede inscribirse en «conferencias» (grupos de personas interesadas en el mismo tema) y por ese medio recibir noticias, dar otras nuevas, comentarlas críticamente, contribuyendo así a la opinión pública. Ya no tenemos que ser consumidores pasivos de noticias, hechas desde el punto de vista de los poderosos; ¡ahora puede uno participar e intervenir!
Hoy día se dispone ya de muchas «bases de datos», sobre los más variados temas, desde información de la ONU hasta artículos sobre la Biblia. También se puede encontrar en la red «revistas electrónicas» cuyos artículos uno puede leer o copiar y hasta reproducir, gratuitamente. Un ejemplo de tales revistas electrónicas es «Koinonia», patrocinada precisamente por esta misma Agenda Latinoamericana. En la red hay, por ejemplo, todo un índice de recursos disponibles referentes a temas religiosos, que suma unas 100.000 palabras, ¡y eso es sólo un índice…!
A través de la red, mucha gente, y muchas ONGs (Organizaciones No Gobermentales) ya se están comunicando sobre muchos temas relacionados con los derechos humanos, para dar a conocer lo que pasa en nuestros países. Toda esta información se puede publicar, y por este medio se contribuye a crear una verdadera democracia.
Muchos de nosotros, por ejemplo, hemos sabido que el conflicto en Guatemala ha sido mucho peor que el de El Salvador. Pero la prensa internacional no decía mucho sobre ello, y la presión de la comunidad internacional no llegaba a ser suficiente. Era problema de falta de información. La opinión pública quedaba en manos de las grandes agencias informativas mundiales, que seleccionan la información (y sus silencios) según los intereses de los poderosos. Lograr enlaces de información con ONGs que tienen acceso a fuentes de información veraces y comprometidas con los intereses de los pobres, permitirá que países como Guatemala no tengan que quedar en el olvido internacional.
También se hace posible que los grupos preocupados por los abusos cometidos en determinados países puedan mostrar su preocupación directamente a los gobiernos correspondientes, como un modo de poner en práctica la responsabilidad de la comunidad internacional en la defensa de la verdad y de los derechos humanos.
La base de la red Internet son las universidades, que contribuyen con sus computadoras y tarifas para mantener el equipo de la red y pagar los canales de satélite. Suelen proporcionar este servicio a un costo muy bajo a los universitarios y a otras personas y organizaciones. El cobro a los usuarios varía según la finalidad del uso; si no tienen fines de lucro, la tarifa es baja; para fines lucrativos la tarifa es elevada.
En América existen bastantes otras redes de comunicación electrónica: por ejemplo, podemos citar que en Brasil hay una que se llama «Alternex»; en Ecuador otra se llama «Ecuanex»; en Costa Rica, «Huracán»; en Bolivia, «Bolnet»; en Argentina, «Wamani»; en Nicaragua, «Nicarao»; en México, «Laneta»; en Uruguay «Chasque»; en Canadá «Web»…
Estas organizaciones representan grupos de ONGs que trabajan por la justicia, la paz, los derechos humanos y la protección ambiental, y que brindan comunicaciones muy ágiles dentro del país mismo sobre estos temas tan importantes. (Una lista de direcciones de esas organizaciones y otros proveedores de acceso a Internet puede solicitarse en cualquiera de los «nodos» de las diferentes redes).
Si uno sabe cuál es el «nodo» (la estación) más cercana de una de esas redes de comunicación, sólo necesita tener una computadora (PC o Macintosh) que tenga módem (dispositivo que permite a la computadora comunicarse por teléfono) y tener acceso a una línea telefónica, y ¡ya! Cada estación de las redes tiene técnicos que pueden ayudar a los usuarios en la instalación y en el uso del equipo.
Hace diez años, el fax era novedad y pocos lo usaban. Hoy día el fax es un medio muy común. Internet es mucho más eficiente y rápido. El futuro nos alcanza. Tenemos que esforzarnos por aprovechar esa vía de comunicación y no dejar la información en manos de unos pocos, porque representa un poder muy grande, un poder que se puede emplear en favor de nuestro pueblo golpeado o en contra de él. Estamos en una hora de revolución tecnológica, y hay que estar atentos: ¡es la primera vez en la historia en que la alta tecnología informática se puede poner al servicio de los pobres!