TEOLOGÍA PALESTINA DE LA LIBERACIÓN: CONTRA EL COLONIALISMO Y EL GENOCIDIO

 

JUAN JOSÉ TAMAYO

Asistimos al genocidio de Israel contra Gaza que ha causado -cuando escribo este texto, el 20 de febrero de 2023- el asesinato de 30.000 gazatíes, de ellos el 50% niñas y niños y el 30% mujeres. El desplazamiento forzoso de toda la población, más de 70.000 personas heridas, miles de desaparecidas bajo los escombros, destrucción de escuelas, hospitales, templos, lugares arqueológicos, plantas de tratamiento de abastecimientos de agua, instalaciones de comunicaciones, y de suministro de energía; colapso de hospitales, epidemias; escasez de agua potable, de alimentos, de medicinas, de electricidad y de combusti ble; ataques con aviones de combate, drones y disparos de artillería contra la población civil y campos de refugiados; caída de comunicaciones telefónicas y de internet, prohibición de entrada de prensa extranjera.
A esta situación dantesca hay que añadir que dos millones trescientas mil personas palestinas se encuentran en riesgo de grave inseguridad alimentaria, como reconoce el Programa Mundial de Alimento de la ONU. Más del 70% de las viviendas sufren daños parcial o totalmente y el 90% de los gazatíes se han visto obligados a abandonar sus domicilios.
Este es el más grave desafío al que intenta responder la Teología Palestina de la Liberación, poco conocida en Occidente. Uno de los principales cultivadores de la Teología Palestina de la Liberación es el teólogo cristiano palestino Naim Stifan Ateek. Nació en 1937 en el pueblo palestino Beisan, destruido por el ejército israelí en 1948, motivo por el cual su familia se refugió en Nazaret. Fue ordenado sacerdote en la Comunión Anglicana en 1967 y obtuvo el doctorado en teología en el Theological Seminary de San Francisco (California) en 1985.
En 1991 creó en Jerusalén el Centro de Teología de la Liberación Ecuménica de Sabeed, que se define como un movimiento ecuménico popular entre cristianos y palestinos y llama a las comunidades cristianas de todo el mundo a trabajar por la justicia, solidarizarse con el pueblo palestino y vincular el significado auténtico de la fe cristiana con la vida cotidiana de todos aquellos que sufren bajo la ocupación, la violencia, la discriminación y las violaciones de derechos humanos. Entre sus obras principales cabe citar: Justice and only Justice. A Palestinian Teology of Liberation, prologada por la teóloga feminista estadounidense Rosemary Radford Ruether (Orbis Books, 1989), A Palestinian Christian Cry for Reconciliation, con prólogo del arzobispo anglicano sudafricano de Desmond Tutu (Orbis Books, 2008) y A Palestinian Theology of Liberation (2017).

Teología anticolonial, antiimperial y no violenta
Naim Ateek definía la teología palestina con las siguientes características: 
Contextual, surgida en el contexto de la experiencia de la opresión de Palestina por el Estado de Israel.
De la liberación, que busca liberarse de las situaciones de colonialismo e injusticia estructural vividas por el pueblo palestino.
De la no violencia activa en la defensa de la justicia y la paz.
Ecuménica, que convoca a todos los cristianos y cristianas de Palestina para construir una Iglesia autóctona.
Interreligiosa, que reúne a personas creyentes de las tres religiones abrahámicas: judías, cristianas y musulmanas, en el trabajo por la justicia y la paz en un territorio marcado por la guerra de religiones hermanas.
No identificada con ningún partido político, pero
no por ello apolítica.
Basada en la Biblia, que señala el camino hacia la justicia y la liberación.
Profética, que, como los profetas de Israel, desenmascara la injusticia.
Crítica del sionismo cristiano y de la teología en la que se sustenta por su mal uso de la Biblia al servicio de la violencia y del racismo.
Anti-imperial, crítica de todas las teologías imperialistas: del Imperio romano entonces y del Imperio estadounidense, aliado con Israel, hoy.
Cuestiona los sistemas políticos y sociales que obstruyen la justicia y la reconciliación entre israelíes y palestinos y propone modelos políticos y sociales basados en relaciones igualitarias.
Ateek identificó a Jesús con el palestino sin poder, humillado en un puesto de control, con la mujer que intenta llegar al hospital para recibir tratamiento, con el joven cuya dignidad es pisoteada, con el estudiante que no puede ir a la universidad a estudiar, con el padre desempleado que necesita encontrar pan para alimentar a su familia. Lo coloca en medio de ellos, de su lado, sufriendo con ellos cuando soportan indefensos los bombardeos de sus casas por tanques y helicópteros de combate.
La teología palestina sigue la metodología de las teologías hermanas de la liberación: análisis de la realidad sufriente del pueblo palestino, juicio ético, hermenéutica crítico-liberadora de los textos bíblicos y estrategias de acción no violenta en favor de la paz en la ocupación de Palestina por Israel. Con todo, critica severamente a las teologías de la liberación que presentan el relato bíblico del éxodo como paradigma emancipador, descuidando con frecuencia la invasión violenta de Canaán, la subyugación y el exterminio de sus habitantes y olvidándose de la apelación del pueblo hebreo al derecho divino para desplazar al pueblo palestino.
Hace una relectura crítico-liberadora de la Biblia hebrea. Revisa la idea de Israel como único pueblo elegido por Dios con el que Yahvé hace la alianza y a quien le promete una Tierra. Según el teólogo norteamericano Burge, la posesión de la Tierra no es una promesa incondicional, sino que está supeditada a que Israel sea fiel a la alianza y a la práctica de la justicia.
Hay también un cuestionamiento de la idea de Pueblo Elegido: Israel pierde dicha condición cuando, ya instalado en la Tierra prometida, institucionaliza la esclavitud y oprime a quienes la ley manda proteger: las personas huérfanas, las viudas y la gente extranjera.
La teología palestina rechaza la utilización sionista de la Biblia, llevada a cabo por teólogos y políticos cristianos y judíos que legitima tanto las políticas discriminatorias de Israel con la comunidad palestina y árabe como sus procesos violentos de ocupación, expansión y militarización. Como alternativa recupera la tradición profética que establece la relación intrínseca entre el conocimiento de Dios y la práctica de la justicia y la legislación hebrea que defiende la solidaridad con los grupos sociales más desfavorecidos de la sociedad y se opone a la violencia.
Esta teología recuerda los constantes reproches que hace Yahvé al Israel bíblico por sus prácticas opresoras e injustas y denuncia el maltrato permanente y sistemático que el actual Estado de Israel da hoy a la comunidad palestina.
Cuestiona la imagen exclusivista y violenta de Dios y elabora una cristología del Siervo Sufriente como alternativa a la del Hijo de David de carácter imperial. No se limita a confesar la divinidad de Jesús de Nazaret, sino que enfatiza la plenitud de su humanidad en su contexto histórico como judío palestino que vive bajo la ocupación del poder israelí y ofrece resistencia no violenta a dicha ocupación.
Denuncia el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel y la financiación de la ocupación de Palestina. Levanta la voz contra la ocupación de las tierras palestinas por parte de los colonos judíos en Cisjordania y condena el actual genocidio de Israel contra los habitantes de Gaza con el grito angustioso “Nos están matando a todos”. Denuncia el silencio y la complicidad de Occidente y critica a las iglesias cristianas y a sus jerarquías por su inacción ante la injusticia social que vive el pueblo palestino.